Este artículo se publicó hace 14 años.
Los 1.001 efectos placebo
Un estudio revela que hay distintas formas de lograr una respuesta a un tratamiento inocuo
Lo último que pasa por la cabeza de un enfermo que empieza a sentirse mejor tras seguir un tratamiento prescrito por un médico es que sea su propio cuerpo, y no el principio activo del fármaco, el que ha conseguido la recuperación. Pero sucede todos los días; es lo que se conoce en medicina como efecto placebo. Su valor no sólo está probado por algunos entusiastas del poder de la mente, sino que se ha demostrado en ensayos clínicos tan rigurosos como los que se desarrollan para probar la eficacia de un fármaco.
La edición de hoy de la revista The Lancet dedica una completa revisión al efecto placebo, que concluye con una contundente aseveración: no existe un sólo efecto placebo, sino muchos. O, lo que es lo mismo, para que alguien se cure sólo con su cuerpo se pueden hacer muchas más cosas que darle una píldora de azúcar.
Los mecanismos neurobiológicos del propio cuerpo pueden aliviar
La ciencia ha demostrado que la manera de administrar un medicamento, sea o no placebo, influye en la eficacia que se obtiene. "El primer encuentro con el médico es crucial para el desarrollo de la respuesta placebo; cuanta más expectación, mayor es este efecto", escribe el equipo dirigido por Damien Finniss, de la Universidad de Sidney (Australia). Pero no es este el único elemento que hará que un paciente responda a un medicamento inútil. En ocasiones, son los propios mecanismos neurobiológicos del cuerpo los que generan la reacción al placebo.
Una de las áreas en las que más funciona el efecto placebo es en el tratamiento del dolor. Y es en este campo en el que se ha demostrado la implicación de las endorfinas. Un estudio demostró que ciertos pacientes mejoraban de su dolor tras administrarles un placebo, posterior a un tratamiento con opioides reales al que no respondieron. Pero lo más interesante fue que, al inyectarles el antagonista de opioides naloxona, el efecto del placebo desaparecía, lo que confirma que estaba provocado por los opioides endógenos (del propio cuerpo), como las endorfinas.
El especialista del Instituto Catalán de Farmacología Albert Figueras destaca que las personas "tienen un potencial de autocuración que se puede potenciar de muchas maneras". Como los autores del estudio, este médico considera que no hace falta un fármaco falso para inducir el efecto placebo. "Este empieza en el momento en que vamos a ver a un señor con bata blanca y diplomas; todo forma parte del ritual de curación".
"Cuanta más expectación, mayor es el efecto", dicen los autores
El concepto de placebo como pastilla sin componente activo está prohibido en España, como subraya la vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), Paloma Casado. Lo que sí se hace, reconoce, es "dorar la píldora" a pacientes con síntomas menores. "Son fármacos que se prescriben como un refuerzo o para ganar tiempo, ya que muchas de estas dolencias mejoran con el paso de los días", comenta. Para Figueras, un ejemplo claro de placebo en España es el de las vitaminas, "sin sentido en una sociedad donde casi todos están bien alimentados". Este experto destaca que los placebos "se han utilizado siempre" y que antes "ni siquiera los propios médicos sabían del engaño".
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