Este artículo se publicó hace 14 años.
Zapatero rema a favor del viento que sopla en la UE
Los socios depositan su confianza en un país que siempre ha cumplido los deberes y en un presidente que antepone Europa
La opinión política sobre el semestre español dista mucho de la opinión publicada. El programa de la presidencia rotatoria de la Unión Europea presentado por José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido una acogida favorable entre los gobiernos de los países socios, que difiere mucho del calificativo de "anodino" que le aplicó a su inicio un diario económico conservador.
No todo el mérito es del Gobierno, como tampoco sería la culpa en caso de un hipotético fracaso. A Zapatero le ha tocado asumir la presidencia rotatoria en un momento de profunda crisis económica, pero también de una conciencia generalizada de que Europa profundiza en su unidad de acción o cada vez tendrá menos relevancia en el mundo.
La conciencia de que hace falta más Europa favorece la gestión de España
En este escenario, todos celebran que la responsabilidad del semestre haya recaído en un país que "ha cumplido sus deberes" en las tres ocasiones anteriores en las que le correspondió su desempeño y en un presidente de cuyo europeísmo nadie duda, un sentimiento que se ha acentuado después de que el checo Václav Klaus hiciera durante el primer semestre de 2009 ostentación de su escaso compromiso europeo.
Después de esta desalentadora experiencia y de que, a continuación, Suecia recuperará el pulso, existe el convencimiento general de que algunos avances se producirán durante el semestre español, aunque sólo sea por esa conciencia de que "Europa no puede quedar parada".
Una visión compartida
Las tentaciones nacionalistas siguen siendo la principal rémora
Así se puso de relieve en la primera reunión informal de ministros, celebrada el día 13 en La Granja (Segovia). El secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, recuerda que la convocatoria tenía por objeto "abordar una visión general, no hacer un juicio", pero "hubo un apoyo unánime al programa, en concreto en tres asuntos: la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, el diseño de la estrategia 2020 y la aprobación de la iniciativa legislativa popular".
Obviamente, las posiciones de cada país tienen el sesgo ideológico de sus gobiernos y los socialistas están en clara minoría no sólo en el Parlamento Europeo, sino también en los gobiernos de los 27. La socialdemocracia sólo gobierna en España, Portugal, Grecia, Malta y Reino Unido por poco tiempo, según las encuestas, y comparte el poder en Austria, Eslovaquia, Chipre y Hungría también por poco tiempo, según los pronósticos preelectorales.
Pero, aun así, las únicas voces que denostaron el programa español durante la presentación que el miércoles hizo Zapatero al Parlamento Europeo fueron marginales o individuales, precedentes de los euroescépticos o la extrema derecha. El portavoz del mayoritario Grupo Popular, Daul Joseph, defendió las recetas neoliberales para salir de la crisis recorte del gasto público e incentivos empresariales,pero dio la bienvenida al "debate sobre el posible gobierno económico europeo", que sintetiza las propuestas de Zapatero.
El presidente preparó el semestre con 22 de los otros 26 jefes de Gobierno
Y el portavoz del tercer grupo de la Cámara, la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, compitió con el socialista en entusiasmo europeísta y apoyo al programa de la presidencia española. Para la socialdemocracia europea, en periodo de repliegue, la llegada de Zapatero representa un atisbo de esperanza e ilusión porque es un líder refrendado por dos veces en las urnas, de un país relativamente importante dentro de la Unión y con un programa claramente reformista, sobre todo en el ámbito de la extensión de los derechos ciudadanos y de la defensa del modelo social europeo. A España le sucederán Bélgica y Hungría, que en términos de país constituyen un trío relativamente fuerte, pero donde impera otro sesgo ideológico, por lo que resultará determinante el rumbo que se marque durante este semestre.
Las elecciones de Reino Unido
El compromiso y las ganas de cumplir de Zapatero se han traducido ya en un hecho sin precedentes que no ha pasado desapercibido a sus colegas: antes de asumir la presidencia ya se había entrevistado con 22 de los otros 26 jefes de Gobierno sólo le faltan los de Chequia, Rumanía, Irlanda y Bulgaria. Y en algunas de estas entrevistas se ha puesto de relieve que no se puede confundir la opinión de medios de comunicación conservadores con las de los gobiernos de los países donde se editan. Así, por ejemplo, con la conservadora Angela Merkel celebró en diciembre una cena de trabajo de más de tres horas cuando el máximo habitual es de dos. Es cierto que su ministro de Economía criticó la propuesta de sancionar a los países que incumplan los objetivos económicos, pero también que se trata de alguien que no pertenece al partido de la canciller y que defiende tesis económicas neoliberales.
El mayor riesgo de fracaso de la presidencia española es que la atisbada recuperación económica no llegue a producirse y vuelvan a prevalecer los intereses nacionales. En este contexto aparece en el horizonte el nubarrón de las próximas elecciones en Reino Unido, previstas para mayo y donde se pronostica el triunfo de los conservadores, aunque podrían no alcanzar la mayoría para gobernar en solitario. Aun así, se destaca que el Tratado de Lisboa ha recortado notablemente las decisiones que precisan de unanimidad y se confía en que, si llega a primer ministro, David Cameron no será tan hostil como desde la oposición.
Como se pudo apreciar en el debate en el Parlamento Europeo, hay disparidad de opiniones sobre el grado de compromiso y de exigencia, pero no sobre la imperiosa necesidad de reforzar las políticas comunes. La evidencia de que el modelo productivo europeo no puede competir sin reformas con EEUU y China es demasiada palmaria como para que nadie se atreva a negarla. "Cualquier otro país habría planteado los mismos objetivos", señala López Garrido.
Sin disputas personalistas
Pero hay un aspecto que tiene mucho que ver con Zapatero y depende sólo de su voluntad. La puesta en marcha de las reformas dependerá en gran medida del buen funcionamiento de la nueva arquitectura institucional, un gobierno con varios poderes que exige al presidente rotatorio dar un paso a un lado para realzar la nueva figura del presidente permanente.
Aunque surjan roces, Zapatero ha dado ya pruebas de esa disposición. Nadie se imagina haciendo lo mismo a Sarkozy, Berlusconi o Merkel.
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