Entrevista a Coral Herrera"Sufrir por amor es un privilegio burgués"
Bilbao-
Coral Herrera Gómez (Madrid, 1977) ha sufrido por amor como hemos sufrido todas. Su tesis trató de explicar cómo Occidente construye nuestras emociones a través de los símbolos, los mitos y los ritos, y cómo el amor romántico perpetúa el capitalismo, el patriarcado y las democracias. Es escritora y comunicadora. Su último libro, Dueña de mi amor. Mujeres contra la gran estafa romántica, busca evitar años de sufrimiento amoroso a las más jóvenes. Un objetivo ambicioso, que se mueve bien entre lo político y la autoayuda.
Arranca el libro sin medias tintas: “Yonquis del amor: cuidaros”. Vale. Si las mujeres somos unas yonquis del amor, ¿cuál es el síndrome de abstinencia?
Parecido al que se siente al dejar cualquier droga. A mí la que más me ha gustado de todas es el amor y, al experimentar su abstinencia, he sentido algo muy parecido a lo que sentí al dejar el tabaco. Los sentimientos de desolación son enormes, te parece que la vida es durísima, durísima, durísima; que nada tiene sentido, ansiedad difícil de controlar, dolor de corazón físico; insomnio, taquicardia. La antropóloga Helen Elizabeth Fisher ha estudiado esos efectos químicos. Hizo una investigación con personas adictas a la cocaína y, por decirlo de alguna manera, con personas adictas al amor y descubrió que se activan las mismas zonas del cerebro. El amor romántico es un mito, pero tiene una dimensión química que nos afecta físicamente. Hace un par de años se publicó un artículo que explicaba cómo el corazón se inflama cuando se rompe y proponían tomar ibuprofeno. Pensé que a partir de entonces recomendaría tomarlo cuando tengamos mal de amores.
¿Y cuál es la metadona?
La rebeldía feminista. A mí me sacó del último dolor romántico conectarme con millones de mujeres, pensar en cuántas estaban llorando por lo mismo en todo el planeta. Ví entonces que lo romántico es político y que solo se sale de ese sufrimiento con conciencia. Hay mucha gente que se beneficia de las mujeres que sufren por amor. Si entiendes que eso obedece a relaciones de explotación, te das cuenta de que en la medida en la que tú te liberas, nos liberamos todas. He escrito mi último libro pensando en cómo evitar a las más jóvenes tanto sufrimiento.
Si es un mito, ¿cómo puede doler en el cuerpo?
Los seres humanos aprendemos a través de las emociones. A las mujeres, desde muy pequeñas, se nos inyecta el princesismo, los cuentos de hadas, el mito de la familia feliz, de la navidad. En esos mitos hay una carga emocional fortísima.
No sé cómo el cerebro construye las emociones, pero sé que tenemos que tener cierto control sobre ellas para que no nos arrasen ni arrasen a los demás. A veces, no sabemos hacerlo y nos enferman. Las emociones se nos meten en el cuerpo a través de la cultura y del círculo más primario: la familia. De hecho, aprendemos antes a sufrir por amor que a amar.
Dice que le sentó bien pensar en todas las mujeres que sufren por amor, ¿pero sufrimos todas? ¿No es pensar en el amor un privilegio?
"Si la ética de los cuidados fuera el centro de la pulsión amorosa podríamos cambiar el mundo"
Sí. Sufrir por amor es un privilegio burgués. El sufrimiento romántico del XIX es la clave. Nuestro romanticismo viene de ese momento en el que se desarrolla el capitalismo, la clase burguesa y el tiempo libre para sufrir por amor. Si tienes que pensar qué comes ese día o dónde vas a dormir, no tienes tiempo para eso. No se ama igual en Nepal que Valladolid, en Alaska que en la Patagonia argentina. El amor es una construcción y varía según las circunstancias geográficas, sociales, históricas, según la orientación sexual. Eso sí, con la globalización las historias de amor occidentales han llegado a sitios a donde no habían llegado antes. Incluso, claro, a territorios donde el matrimonio nunca había tenido nada que ver con el amor. Anthony Gibbens explica que cuando las mujeres del XIX empezaron a leer novelas románticas, se rebelaron contra los matrimonios concertados. El romanticismo fue para las mujeres una rebelión. Yo creo que las campesinas y las obreras no han tenido tiempo para amargarse la vida. Supongo que habrán sufrido mal de amores, pero creo que sufrir es un privilegio aunque también sea un arma de control social. Imagínate un mundo de mujeres felices, que se quieren entre ellas, se tratan bien y no tienen ganas de sufrir. El reto es convertir el amor en una experiencia de transformación y liberación, tanto a nivel individual como social. Si nuestras formas de sentir y relacionarnos se liberaran del patriarcado cambiaría la sociedad de arriba a abajo. Si la ética de los cuidados fuera el centro de la pulsión amorosa podríamos cambiar el mundo.
¿Es el amor el tema que más vincula lo terapéutico con lo político en el feminismo?
Es importante que sepamos que no es que algunas tengamos mala suerte en el amor. Algunas mujeres me dicen: “Es que solo me atraen los machistas”. A ver, teniendo en cuenta que el 95% de los hombres, por ser generosa, son machistas, no es que tengas mala suerte. Están por todos lados. El amor es una cuestión social. He tratado de abrir el campo de la autoayuda feminista porque todos los libros de ese estilo están basados en el indiviualismo, en la ideología patriarcal y capitalista de “cuidate tú” o “quierete tú”. Mi idea es llevar a las mujeres hacia las redes.
Estar en pareja es cómodo, pero, sobre todo, es útil. El mundo está montado para viajar de dos en dos, para vivir de dos en dos. ¿Por qué parece que nada cambia ahora que las mujeres tenemos más autonomía económica
"Lo importante es que trabajemos nuestra autonomía emocional, pero es difícil en un mundo tan individualista"
Porque nos falta la autonomía emocional. Creo que es un concepto clave. Mi madre fue de las feministas que pensó que el trabajo nos liberaría, nos permitiría separarnos y efectivamente, pero nuestra generación se enfrenta a la precariedad. “El hijo del obrero a la universidad”, sí, pero no hay trabajo para todos. Creímos que el trabajo nos haría libres y ahora las mujeres nos enfrentamos a una doble y triple jornada laboral. El trabajo nos ha dado algo de independencia económica, pero divorciarse en España es un lujo al alcance de unos pocos. Lo importante es que trabajemos nuestra autonomía emocional, pero es difícil en un mundo tan individualista.
En su libro dice que tenemos que tener que tener cuidado con la generosidad, ¿pero no es la base el amor?
Sí, pero las mujeres estamos más educadas para entregarlo todo que para ser generosas. No sabemos usar el poder. El cambio llega cuando piensas si eso que tú quieres, necesitas o deseas, es ético, si impacta o ayuda a los demás. Esa es la base de la autocrítica amorosa que planteo: pensar si nuestros deseos nos hacen daño a nosotras o al resto. Las mujeres lo damos todo y creemos que amar es sacrificarse, renunciar, entregarse y dejar de ser nosotras mismas. Ahí es donde yo advierto: hay que ser generosas, hay que compartir, pero no hay que darlo todo. Además, es que cuando lo hacemos, nos sirve de argumento para el lamento: “Yo que te lo di todo…” A veces lo hacemos esperando que nos den en la misma media. Cuando comprendes que eso es chantaje puro y duro, te das cuenta de lo egoísta y violento que puede ser. Las relaciones se tienen que ir negociando. Hay que ver cuánto estamos dispuestas a dar cada una y si es compatible. Damos por hecho que al enamorarse hay que darlo todo.
¿Pueden enamorarse los hombres?
"Los hombres tienen a su disposición a millones de mujeres dispuestas y disponibles para sufrir por amor"
Yo creo que pueden. De hecho, se enamoran, pero aman desde sus privilegios y la desigualdad no les permite generar una relación de compañerismo. Entiendo que si no hay condiciones de igualdad no puedes querer bien, te puedes querer mucho, apasionadamente, pero no te puedes querer bien. Los hombres tienen a su disposición a millones de mujeres dispuestas y disponibles para sufrir por amor, a soportar, a aguantar, a ceder, a dejarse manipular por una migajas de amor. Eso me conmueve profundamente.
Es terrible
A veces hay compañeras que cuentan, por ejemplo, que han follado sin condón porque, en el fondo, creían que así las iban a llamar más por ser complacientes. Siempre les digo lo mismo: ¡Hay millones de mujeres dispuestas a follar sin condón! Dispuestas a contraer una enfermedad o quedarse embarazadas. Los hombres llegan al amor con una gran dosis de egoísmo, se aprovechan y se benefician.
Dice que las mujeres heterosexuales serían más felices sin convivir, sin construir un hogar con ellos.
Para mí la solución ideal es al amor compañero, pero soy realista y sé que no hay condiciones. De momento, es una utopía.
¿Qué es el amor compañero?
Funcionar en equipo, estar codo a codo, en condiciones de igualdad y solidaridad mutua. Lo de no vivir con ellos, de todas formas, no se me ha ocurrido a mí. Lo he aprendido de las señoras que tienen 50 o 60 años, que ya han criado a sus hijos e hijas, que están vengan viajar y se apuntan a mil cosas. Señoras que te dicen: “Novio, sí, pero yo no lavo calzoncillos, no aguanto pedos ni mal aliento por la mañana”. Lo veo muy práctico. Las convivencias serían más fáciles entre nosotras sin mitificar las relaciones entre mujeres.
¿Por qué aguantamos tanto?
"Hay todo una estructura política y económica en torno al matrimonio y la pareja"
Hay todo una estructura política y económica en torno al matrimonio y la pareja. El problema es que muchas compañeras están en esa edad biológica en la que creen que pueden fundar una familia feliz. Más adelante, con cuarenta y pico, ya empiezan los divorcios y hay menos problemas. ¿Cómo podemos ahorrarnos esos traumas? Mientras los tíos no se hagan un trabajo profundísimo, como nos estamos haciendo nosotras para liberarnos de los patriarcados que nos habitan, mientras no se pongan a eso… es muy complicado que cambien las relaciones. Nosotras estamos leyendo mucho, estamos trabajando mogollón y eso hace que la distancia entre hombres y mujeres sea cada vez más grande.
Plantea el amor compañero y reconoce que la convivencia entre nosotras sería más sencilla, pero no plantea el lesbianismo como una solución.
Lo sería si el lesbianismo estuviera libre de patriarcado. En cualquier caso, de eso creo que tendrían que hablar las lesbianas. Yo tuve una relación patriarcal con una mujer y entendí entonces cómo funciona lo estructural. Quizá con los tíos tenemos los límites más claros.
Plantea que vivamos entre nosotras, pero no que follemos entre nosotras.
¡Porque el problema está en follar! (Risas)
¿No sería una forma maravillosa de venganza por tantos siglos de explotación dejar de follar con ellos?
Por supuesto. Aunque te mueras de nada, que se jodan y se queden solos, que nos apañamos entre nosotras (Risas). Eso sí, tendríamos que dejar de idealizar el lesbianismo porque también se dan luchas de poder. No nos han enseñado a querernos bien, a cuidarnos entre nosotras ni a cuidar de nosotras mismas.
Las luchas de poder están presentes en todos los frentes...
"Solo nosotras somos capaces de romper esas cadenas de explotación a nivel sentimental, emocional, familiar"
No solo tenemos que ser conscientes de los privilegios que tenemos. Tenemos que dar un paso más: tenemos que despatriarcalizar el feminismo y las relaciones entre mujeres. Tenemos que dejar de pedir a los hombres lo que a veces no hacemos entre nosotras. En el feminismo seguimos inmersas en estructuras de poder. Por eso, estamos en guerra y no sabemos cómo comunicarnos. Temo mucho por el feminismo porque no aprendemos de la comunicación no violenta. Yo solo hablo con libertad en espacios de seguridad, libres de violencia. No soy catedrática. No tengo una institución detrás. Solo nosotras somos capaces de romper esas cadenas de explotación a nivel sentimental, emocional, familiar. Ojalá tengamos la valentía de reconocer que dentro del feminismo hay jerarquías, hay luchas de poder, hay gente muy cabrona haciendo el mal, gente destructiva, gente acaparando recursos. La clave está en la autocrítica. Igual que les pido a los hombres que hagan autocrítica emocional a nivel individual y colectiva, nosotras tenemos que hacerlo también.
¿Qué me dice de las relaciones al margen de la monogamia?
"El patriarcado es una ideología que recorre cualquier estructura amorosa"
Admiro mucho a la gente que lo está intentando, que está explorando, investigando e intentando construir de otra manera. Eso sí, siento que es bien duro. Es ir a contracorriente en un mundo que está hecho por y para parejas. Hay que cuidarse mucho. Conozco a muchas mujeres machacadas. Mujeres que, de alguna manera, quieren probarlo, tienen curiosidad, tienen ganas, pero se ven forzadas para estar de acuerdo a los tiempos, para ser “más feministas”. Parece que, por definición, el poliamor es feminista y la monogamia no. Lo cierto es que el patriarcado es una ideología que recorre cualquier estructura amorosa. Me gusta la gente que explora otras maneras de quererse desalojando al patriarcado. Creo que la clave está en los cuidados, en la gente que piensa en cómo se relaciona, cómo cuida y cómo se cuida. No podemos apegarnos a ninguna religión, a ningún dogma. Hay que cuidarse y escucharse mucho: qué te apetece, qué quieres tú. Si lo tienes claro, es más fácil negociar qué relaciones quieres y cómo quieres que sean. Lo que llaman ahora la responsabilidad afectiva. La clave para quererse bien son los cuidados. Tenemos que querernos mucho y expandir el amor entre todas nuestras redes para destronar a la pareja romántica y crear redes de amor.
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