Este artículo se publicó hace 13 años.
Policía de día, inversor de tarde
Goldman Sachs le arrebata su sueño
Acaba la jornada de trabajo. Como cada día, Jordi Güell, policía en una pequeña localidad de la Costa Brava, cuelga su uniforme dispuesto a olvidarse de multas, encontronazos con comerciantes ambulantes o roces con algún que otro vecino Fitipaldi.
Pero lo suyo no es ni pasear por la playa ni pescar ni, mucho menos, subir a la montaña, aunque de subidas y bajadas sabe mucho. El hobby de su vida es encender el ordenador y engancharse al estresante mundo de la inversión bursátil, que consigue según dice compaginar con su familia sin problemas.
Su afición le ha permitido ser coronado como el mejor inversor español del concurso organizado durante mayo por la plataforma de inversión XTB, en el que cada concursante recibía 30.000 euros ficticios con los podía invertir en las distintas plataformas del broker. Y podría haber sido mucho mejor, porque Güell estuvo durante casi dos semanas siendo el líder internacional compitiendo con inversores de 15 países europeos. De haber mantenido esa posición, hoy podría ser el ganador del espectacular premio con el que estaba dotado el concurso: un millón de euros, que finalmente han ido a parar a un competidor polaco. Eso sí, el poli de la Costa Brava no se ha ido con las manos vacías. Ahora es propietario de un flamante reloj valorado en 8.800 euros, y lo que más le interesa, podrá cursar gratuitamente un máster en Bolsa. "Siempre fui autodidacta, así que me apetece mucho que me enseñen sobre esto los que realmente saben", asegura.
Reconoce que cuando se metió en este mundillo "ni era millonario ni sabía nada de Bolsa". Su afición comenzó allá por finales de los noventa cuando la burbuja de las empresas de internet se estaba formando, pero, por supuesto, nadie hablaba de burbuja. "Parecía fácil, con unas 50.000 pesetas o así (unos 300 euros) comprabas acciones y subían una barbaridad. ¿Por qué no hacerlo?", recuerda Güell.
Hasta que la burbuja estalló y llegaron las pérdidas. Entonces, en lugar de tirar la toalla y maldecir a los mercados y a su mala suerte decidió enfrentarse a ellos de cara. "No tengo formación económica, soy licenciado en Derecho, pero cuando empecé a perder dinero en Bolsa quería saber qué estaba pasando", explica. Y así fue cómo a base de libros, internet y mucha voluntad los fue metiendo en vereda. Esa experiencia le ha llevado a una conclusión: los pequeños no pueden apostar a lo grande. "No hay que irse a futuros u opciones porque son muy caros y rápidamente los fuertes te sacan del mercado. Lo mejor para los pequeños es operar en el mercado Forex, en el que se compran y venden las monedas con su cotización a precio real. Puedes hacer posiciones con poco dinero. No te haces rico, pero puedes ir ganando pequeñas cantidades y, sobre todo, controlar las pérdidas, que es lo más importante de este mundo. "Si eres una persona constante y disciplinada puedes conseguir pequeñas ganancias recurrentes".
Invertir sin ser millonarioEn el concurso, no siguió esa regla. Llegó a tener mucho dinero (ficticio) y siguiendo las noticias y su intuición apostó a la baja contra el precio de la plata. "Tenía una ventaja muy holgada frente al resto de competidores. Pero una recomendación de Goldman Sachs para comprar materias primas dio la vuelta al mercado. "No tenía ninguna lógica. Lo único que querían era que subiera el precio para vender ellos más caro luego", asegura.
Cuando le hablan de regulación en los mercados o prohibición de las apuestas a la baja, lo tiene claro: "Habría que prohibir que los grandes pudieran recomendar compras para luego vender ellos con beneficios y manipular los mercados en un abrir y cerrar de ojos. Sería bueno que todo pudiera fluir sin intervención de nadie, ni de regulaciones ni de grandes manos", insiste.
Y aunque Goldman Sachs se llevó por delante el sueño de colgar para siempre el uniforme, algo que sin el millón de euros es imposible, Güell asegura que seguirá con su afición, a pequeña escala, eso sí.
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