Este artículo se publicó hace 16 años.
La niñera acusada de la muerte de un niño tetrapléjico, condenada a dos años de prisión
La Audiencia de Sevilla ha condenado a la joven I.C.C. a dos años de prisión por un delito de homicidio imprudente por la muerte del niño tetrapléjico al que cuidaba, tras haber sido declarada culpable por un jurado popular el pasado día 5.
En la sentencia, a la que Efe ha tenido acceso hoy, se considera la atenuante de alteración psiquiátrica de la condenada, la cual habrá de pagar 46.000 euros de indemnización al padre y otro tanto a la madre del niño, y 17.000 euros más a cada una de las tres hermanas del pequeño.
Los padres del niño contrataron en junio de 2006 a I.C.C. para ayudar en las tareas del hogar y cuidar del niño aquejado de parálisis cerebral.
En agosto de ese año la familia salió de viaje y dejó a I.C.C., que entonces tenía 20 años, al cuidado del niño, al que tenía que alimentar y suministrar medicinas.
La joven marchó a una discoteca, donde conoció a un joven, al que dio las llaves del domicilio, para luego perderle de vista y no poder recuperarlas.
En la vista declararon dos psicólogos que aseguraron que la pérdida de las llaves de la casa, mientras bailaba en una discoteca, dejó a la acusada en una "situación patológica" en la que fue incapaz de buscar una solución debido a su inmadurez.
La joven dejó al menor solo durante 48 horas, por lo que cuando regresaron los padres lo encontraron muerto por deshidratación e inanición.
La pérdida de las llaves convirtió a la joven, de nacionalidad boliviana, en "una persona afectada por una alteración mental" y la dejó en una "situación patológica" en la que "era capaz de plantearse otras alternativas, pero en la práctica era incapaz de llevarlas a cabo", según los expertos.
Junto al miedo a acudir a la Policía por no estar legalmente en España, Irene era "pasiva, dependiente, inhibida, temerosa, inmadura, de poca iniciativa y siempre esperaba que la solución viniese de instancias superiores", afirmaron.
En la noche del domingo 27 de agosto, cuando el pequeño llevaba ya 24 horas sin asistencia, I.C.C. dijo a los padres que pensaba llevarle a cenar a una hamburguesería, por lo que el padre le estuvo aconsejando un local que dispone de mesas en la planta baja, asequible para la silla de ruedas.
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