Este artículo se publicó hace 15 años.
Un libro rescata expresiones y refranes característicos de Valladolid
El uso de términos como "picabujeros", para referirse al pájaro carpintero, o locuciones como "ahora las sopas se toman con cuchara", para burlarse del que explica una lección ya sabida, son algunas de las expresiones que rescata un libro que analiza el lenguaje de la zona vallisoletana de Peñafiel.
La obra, "Reliquias del lenguaje: diccionario selecto", de la historiadora Araceli de la Torre Yubero, recoge en forma de diccionario, pero también con anexos con topónimos, locuciones, dichos y refranes, una parte del saber popular de los habitantes del municipio de Canalejas de Peñafiel, plasmada en su forma de hablar.
Son singulares formas de referirse a diversas situaciones de la vida, como es por ejemplo la frase "Dios te libre del apretón de un vago", cuyo significado alude al esfuerzo inicial que realiza en sus labores el que empieza a trabajar, o "estar a morder un confite", que metafóricamente da cuenta de la amistad entre dos personas.
De la Torre ha explicado hoy a EFE que las palabras y expresiones que compendia el libro son el reflejo del legado dejado por viajeros y comerciantes que acudían al pueblo y dejaban su sello lingüístico, pero también de lo que aprendieron aquellos que emigraron y volvieron para contarlo.
Pone como ejemplo el vocablo "maragato", que hace referencia a los habitantes de una zona de la provincia de León, pero que en el pueblo se usa para definir al mal vestido, algo que se explica al analizar la descuidada vestimenta de los mercaderes que siglos atrás visitaban Canalejas para comerciar.
Este retrato etnológico da cuenta del carácter satírico de algunas de estas expresiones, como "ser un enagüillas" para definir a aquel que siempre ayuda a las mujeres en sus labores, "tener menos vergüenza que un perro en una matanza", para calificar a alguien de atrevido, o "a un burro le hacían obispo y todavía rebuznaba", que se aplica a quien se le presta atención y que aún así protesta.
El libro incluye también dichos y refranes presentes en las conversaciones de los habitantes de la zona, con una sección específica para aquellos que versan sobre la meteorología, factor clave en estos territorios con pasado fundamentalmente agrícola.
"Ni que las siembres en marzo, ni que las siembres en abril, hasta mayo no han de salir", dice la obra sobre los cultivos de patatas; "Por San Antón las nieblas no llegan a las dos", añade, en referencia a que desde el 17 de enero comienzan a quitarse las nieblas, o "Entre José y María no esperes un buen día", cuyo significado alude a que entre el 19 y el 25 de marzo no suele hacer buen tiempo.
Otros resumen en pocas palabras un saber popular heredado que De la Torre lamenta que cada vez sepa menos gente y que se pueda perder con el paso de los años, "incluso de forma muy rápida debido a que la mayoría de sus conocedores son gente anciana".
También se muestra en estos refranes la cosmovisión de estas gentes, con expresiones como "Quien ha sido cocinero antes que fraile, sabe lo que pasa en la cocina", para expresar que el que tiene experiencia de la vida, sabe como actuar; "De la mano a la boca, se pierde la sopa", para dar cuenta de que en el camino se quedan muchas cosas", o "No hay pan sin afán", por la creencia de que para conseguir algo hay que trabajar duro.
La autora subraya que este libro es el resultado de las conversaciones mantenidas durante casi quince años con los vecinos, de Canalejas, pueblo de sus antepasados, y que su fin no es abarcar todas las peculiaridades lingüísticas de la zona, sino mostrar algunas de los usos más curiosos.
Buena parte de los términos que incluye este volumen son el reflejo de la historia de este pueblo, una localidad de 900 habitantes dedicada mayoritariamente en el pasado al cultivo de cebada, y que fue lugar de paso de mercaderes en pasadas épocas de auge del comercio en la zona.
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