"La integración de América Latina es un proceso imparable"

Su conocimiento del continente americano está labrado sobre el terreno. Trabajó de campesino cuando Nicaragua aún era un sueño sandinista. Más tarde se incorporó a la ONU para verificar la paz en Guatemala. Su vida se divide entre México y España donde imparte clase en la Universidad Complutense de Madrid.

¿No son estas ‘megacumbres' demasiado huecas?

Más allá de las declaraciones retóricas, siempre hay elementos de interés. En esta de las Américas se discute sobre las condiciones de desigualdad del continente y la imposibilidad de mantenerla en los niveles actuales, que son intolerables. Latinoamérica no es el continente más pobre pero sí el más desigual.

Sin embargo, las medidas propuestas no dicen cual es la mejor estrategia para mejorar.

Es cierto. Aunque en el documento se aprecian algunos avances como el reconocimiento general de que los niveles de desigualdad se han convertido en un desafío para las políticas económicas locales.

Bajo estas premisas de equilibrios siempre se espera que alguien rompa el consenso y diga que lo que nadie se atreve a decir

Sí, es probable que algunos de los participantes aprovechen para mandar su propio mensaje. Ha ocurrido en otras cumbres. En sintomático que los países del ALBA hayan consensuado un documento contra el embargo a Cuba y también que el Gobierno estadounidense haya reconocido la ineficacia de su política hacia la isla.

¿Se refiere a la cuestión cubana?

Hay que esperar. Está claro que los movimientos realizados por la diplomacia estadounidense de cara a esta cumbre han estado dirigidos a descubanizarla. Han sido hábiles.

¿Había miedo a quedarse sólo en la foto frente al resto de naciones americanas por su posición ante el embargo?

Washington ha movido todo los resortes diplomáticos con sus interlocutores latinoamericanos, México y Brasil principalmente, para lograr que Cuba no capitalice este encuentro multilateral. Lo ha logrado a medias. Venezuela lidera el grupo de paises que no están dispuestos a dejar pasar la oportunidad histórica de decirle a Obama que el tiempo del embargo ya pasó.

¿Son suficientes los gestos realizados por EEUU para considerar que se abre una nueva época en las relaciones del continente?

El acento está colocado en Cuba. Eso es indiscutible. Ya lo han reclamado los principales líderes en sus discursos. También puede darse la paradoja de que ahora algunos estados consideren que Obama ha colocado la pelota en el tejado cubano y, por lo tanto, sin dejar de exigir el fin del embargo, soliciten a La Habana una correspondencia de gestos hacia Washington para avanzar en el deshielo. Esta podría ser una de las sorpresas que salga de la cumbre.

¿Qué papel reserva a Brasil en este nuevo escenario de relaciones del continente latinoamericano?

Brasil, gracias al trabajo de su presidente Lula, es el interlocutor de la voz de Suramérica ante el mundo y ante EEUU. Es la última conquista del continente. No hay que olvidar que a raíz del 11-S, América Latina dejó de existir para Washington lo que fue aprovechado para ganar autonomía de decisión, de organización y, consecuentemente, también peso político. En este proceso, Lula ha sabido moverse tan bien que hoy ha asumido el gran reto de mediar para que EEUU y Cuba mejoren su relación.

Pero Lula también defiende un nuevo orden económico para el continente, ¿podrá conseguirlo?

Hay un fenómeno imparable que va a resultar fundamental en las nuevas relaciones entre naciones latinoamericanas. Me refiero a la voluntad de integración regional a través de organismos como UNASUR, que incorpora medidas para el desarrollo y la cooperación interregional inéditas.

¿Cuáles son las bases de la nueva relación que defiende Obama?

La buena vecindad construida sobre el respeto, la democracia y los derechos humanos.