Este artículo se publicó hace 16 años.
Una exposición y una biografía redescubren la figura de la fotógrafa de la guerra civil
Una exposición y una pequeña biografía redescubren la figura de la fotógrafa alemana de origen judío Gerda Taro, que cubrió la guerra civil española junto a su mucho más famoso compañero Robert Capa, y murió atropellada por un tanque con sólo 26 años.
La Barbican Gallery londinense ha querido dedicarle una exposición junto a Capa en la que se aprecia, junto a su gran calidad de fotógrafa interesada por los experimentos de la llamada Nueva Visión, su extraordinaria humanidad y la sinceridad de su compromiso con la lucha antifascista.
Casi al mismo tiempo, la editorial "Souvenir Press" publica la traducción inglesa de un libro sobre su vida y su obra titulado "Out of the Shadows" (Fuera de las Sombras), escrito por François Maspero, fundador de la editorial parisina que lleva su nombre.
De origen judío como Capa - ella se llamaba Gerta Pohorylle y él Andre Friedmann- Taro viajó a España tras el levantamiento contra la República para documentar la lucha del pueblo contra los militares facciosos en Barcelona, primero, y luego en otros lugares de la península.
Durante su corta vida y con mayor constancia que el propio Capa, Gerda Taro se dedicó a la España republicana, a la que llevaba en el corazón, viajó por todo el país, fotografió a los milicianos en sus maniobras y en combate y captó impactantes imágenes de combatientes y refugiados.
Maspero comienza su pequeña, pero muy informativa biografía con una entrevista imaginaria en la que una anciana Gerda Taro, que habría sobrevivido al conflicto, recuerda sus encuentros con escritores antifascistas como Hemingway, Dos Passos o Alberti, y su supuesta emigración a México, una vez derrotada la República española.
Es la entrevista que el biógrafo confiesa que le habría gustado realizar, pero que no pudo llevar a cabo porque Taro moriría atropellada por un tanque republicano el 25 de julio de 1937 en la carretera de Brunete a Madrid mientras la aviación franquista disparaba contra las tropas fieles al Gobierno de Madrid.
En aquella ocasión, Taro había acudido al frente sin Capa y en compañía de otro amigo al servicio de las Brigadas Internacionales con el que tuvo que hacer parte del camino a pie después de que el conductor del automóvil en que viajaban, asustado por las bombas, decidiera abandonar a la pareja a su suerte.
El general Walter, un oficial polaco de las Brigadas Internacionales, ordenó a todos los periodistas que abandonaran el frente ante la inminencia de un ataque de la aviación franquista, pero Taro decidió quedarse allí hasta disparar todos los carretes que llevaba encima.
Maspero recuerda el relato que hizo Rafael Alberti de las circunstancias de su muerte: cómo el poeta andaluz y su esposa, María Teresa León, fueron advertidos de que se había encontrado en el frente de batalla el cadáver de una mujer sin documentos y acudieron en su búsqueda sin saber que se trataba de Taro.
La fotógrafa fue trasladada de urgencia a un hospital próximo a El Escorial, donde la operaron a la desesperada y sin anestesia.
Alberti y María Teresa se llevaron el cadáver a Madrid en un ataúd de madera improvisado mientras arreciaban los bombardeos de la aviación de los sublevados y, junto a otros intelectuales, velaron los restos en el Jardín de Invierno de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
Enterado de lo sucedido en España, el poeta comunista Louis Aragon, director del diario "Ce Soir", para el que trabajaban tanto Taro como Capa, se encargó de comunicarle la triste noticia a su compañero, que se disponía a viajar a China con el conocido documentalista holandés Joris Yvens.
El cadáver de Taro llegó al puesto fronterizo de Port-Bou, donde lo recogió el escritor Paul Nizan, que estaba entonces a cargo de las páginas internacionales del citado diario, y viajó también por tren hasta la estación parisina de Austerlitz.
De allí lo trasladaron a la Casa de la Cultura de la capital francesa, donde "Ce Soir" y "L'Humanité" organizaron un homenaje fúnebre en su memoria antes de enterrar a la fotógrafa en el cementerio del Père Lachaise.
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