Entrevista a Gabriela Jaúregui"La buena cultura jamás depende del poder, siempre es a pesar del poder"
Sofia Chiabolotti
Madrid--Actualizado a
La coautora de Taller de Taquimecanografía habla para Público de la vida y de la muerte, de la amistad, del amor y del actual renacer del mundo cultural mexicano.
La literata mexicana unió sus fuerzas con otras tres mujeres para escribir un libro a cuatro manos Taller de Taquimecanografía que ha hecho historia.
El 24 de julio de 2007 la escritora Aura Estrada fue atrapada mortalmente por las olas del Mazunte, un pequeño pueblo en la costa mexicana del Pacífico. Si Joan Didion intentó momentáneamente borrar la realidad de la muerte de su hija y esposo a través de la escritura de El año del pensamiento mágico (2005), Francisco Goldman entró de lleno en el mundo creativo de su mujer, recopilando todos los relatos publicados póstumos bajo el título de Mis últimos días en Shanghái (Editorial Almadía). Lejos de ser un triste panegírico tardío, el libro demuestra no solamente la proficua sensibilidad creativa de Aura sino sobre todo una de las voces más interesantes de la literatura mexicana contemporánea.
En 2011 Tumbona Ediciones publica un librito a cuatro manos, Taller de Taquimecanografía, de Aura Estrada, Gabriela Jáuregui, Mónica de la Torre y la artista visual Laureana Toledo. El propósito del libro fue así explicado por Aura en una carta que envió a sus compañeras al comienzo del proyecto: "impulsar nuestra creatividad por medio del trabajo colectivo y de colección. Formar una colectiva de palabras bajo cualquiera de sus formas: la gráfica y la sonora, la ficción y la no ficción, la poesía y la anti-poesía y otras que vayan saliendo en el camino. El propósito a largo plazo es divertirnos productivamente y con un poco de seriedad. El propósito a corto plazo es divertirnos productivamente y con un poco de seriedad".
¿Cómo se conocieron las cuatro?
Con Aura estudiábamos literatura inglesa en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y teníamos muchos amigos en común, al mismo tiempo ella se volvió pareja de Francisco Goldman, también escritor, que yo conocía desde hace tiempo. A Mónica de la Torre que es editora, traductora y poeta la conocí porque las dos vivíamos en Nueva York en ese entonces, y a Laureana Toledo por contactos comunes en el mundo del arte contemporáneo. Eran vínculos de amistad construidos en distintos momentos, en distintos países incluso y por distintas razones.
¿Cómo nació la idea del libro?
Nació de Aura, de esa carta que está publicada al inicio del libro. Durante un verano en México las dos empezamos a hablar del mundo literario de nuestro país, estaba hecho por muchos hombres que ocupaban demasiado espacio, dictando sobre qué era lo importante, de qué se debía escribir, cuáles eran los chistes graciosos... Estábamos hartas. Y si por un lado nos daba pereza, por el otro pensábamos que había habido muchos grupos de vanguardia de amigos hombres que se la pasaban muy bien. Pero nosotras no nos sentíamos parte de eso, ni queríamos limitarnos a ser como las porristas del grupo de los escritores varones. "Somos amigas, nos llevamos muy bien y nos reímos mucho: pues, hagamos algo nosotras". No teníamos ni idea de que íbamos a hacer un libro.
¿Hacia qué tipo de literatura aspiraba Aura?
Hay un libro de cuentos que se publicó y ahí está la muestra de lo que estaba haciendo en ese momento, ahorita quién sabe qué estaría escribiendo... Pero digamos que ella se enfocaba más en la narrativa, habitaba un espacio muy interesante entre una narrativa más experimental, por llamarla de alguna forma, y una narrativa más convencional. Ninguno de los dos términos son despectivos, simplemente son unas formas de mirar la escritura, y las dos pueden ser maravillosas o pueden ser malas dependiendo de quien las está escribiendo. Pero Aura habitaba ese entremundos que antes no había. Antes o eras un escritor comercial o eras un intelectual experimental con "i" mayúscula que hacía vanguardia. No había un espacio entremedio y menos por una mujer escritora, y menos por una mujer joven escritora. Hoy en día hay por ejemplo Margo Glantz, que es otra autora mexicana, que habita muy bien ese espacio.
O sea que la idea era hacer literatura de vanguardia pero con ironía.
Hay en el libro como la intención de hacer ejercicios, ponernos reglas con ironía o más bien con sentido del humor, porque no había un sentido de superioridad, lo hacíamos para reírnos de nosotras mismas también. Por eso te decía lo del título de Taller de Taquimecanografía: el único lugar de la mujer en la vanguardia y en general en la literatura era tomando dictados de Tolstoi. Queríamos hacer un homenaje a todas esas mujeres que pudieron empezar a ocupar el espacio público y de trabajo siendo secretarias o taquimecanógrafas, porque no era mal visto. Claro, no era ideal, lo ideal era que fuera un ama de casa abnegada, pero no estaba totalmente mal visto. Es gracias a un par de generaciones de taquimecanógrafas que nosotras pudimos tener el lujo de ir a la universidad, de estudiar y de ser irónicas.
¿Dónde se posiciona este libro en el panorama de las letras mexicanas y latinoamericanas? ¿Sigue presente o quedó como una joya un poco rara?
No fue lo que se considera un éxito comercial. Se publicó en una editorial muy pequeña, que muchos respetamos y admiramos como suele suceder con ciertas editoriales icónicas, alternativas e independientes. Pero ahora Tumbona desapareció, de hecho me sorprendió cuando vi que en España había una librería [Lata Peinada] que tenía varios ejemplares: yo tengo un solo ejemplar del libro, manchado además. Es como cuando ves un disco que te gusta de una edición rara, de una banda que hizo un solo álbum y es muy difícil de conseguir... Sí, creo que se podría considerar una joyita en este sentido.
Aura murió en el 2007, si no me equivoco.
Sí, el libro ni existía. Fue la muerte de Aura que nos impulsó a juntar todos los ejercicios y textos que habíamos hecho juntas. Nos dijimos "lo tenemos que volver un libro para hacerle honor a su memoria y a su escritura". Era un proyecto que no había nacido como libro, sino como proyecto de investigación, de experimentación y de risa, de la escritura como gozo.
¿Crees en la distinción entre literatura femenina y masculina? ¿O piensas al contrario que deberíamos superar esta dicotomía?
Habría que superar todas las dicotomías. El pensamiento dicotómico me parece un pensamiento limitado, totalizante e incluso totalitario. Sin embargo, habiendo dicho eso que creo que es importante, hay diferencias temáticas o formales que podrían considerarse propias de la literatura femenina y masculina. Pienso por ejemplo en Philip Roth. Roth habla de un montón de temas de género masculino pero se considera un clásico de la literatura contemporánea estadounidense: es decir universal, aunque nos esté hablando de sus problemas de impotencia o de sus amantes. Pero si una mujer se pone a hablar de menstruación entonces eso se llama literatura femenina o domestica. Hay ciertas escrituras que tienden a marcar su género y puede ser interesante pensarlo, estudiarlo y leerlo como tema, pero lo ideal sería que se superaran las divisiones dicotómicas. Y no solo en el caso de varón/hembra sino en el pensamiento humano en general.
¿Cómo ves el estado de la literatura mexicana y en general de la literatura latinoamericana?
Siento que estamos viviendo un momento realmente muy emocional. Y quizás no solamente en la literatura sino hablando en general en lo político y en lo social, se están moviendo muchas cosas en Latinoamérica y en México. Quizás a raíz de la dictadura en muchos países, o en México de la dictablanda y de todos los años de neoliberalismo exacerbado. Eso ha gestado movimientos interesantes y muy potentes de resistencia. Y en esa mezcla de efervescencia o ebullición política pues, evidentemente, la literatura y las artes son un reflejo de lo que sucede y lo acompañan. Cuando empezamos el Taller de Taquimecanografía era difícil ver libros de autoras jóvenes, ahora hay un montón de escritoras que rompen con los estándares estéticos. Hace veinte años nunca hubiéramos visto a Camila Susa Villada ganar el premio Sor Juana Inés de la Cruz [en 2020 con Las malas] o a Fernanda Trías que ganó ahora con un libro [Mugre rosa] que es a la vez maravilloso y extrañísimo. Aura tenía un poco de esa cosa rara y distópica, con mucho sentido del humor y a la vez con la profundidad que tiene Fernanda. Estos libros no existían o se publicaban en editoriales locales muy pequeñas, que no llegaban a circular tanto como ahorita. Me siento muy emocionada de mirar a mis compañeras de generación y a las mujeres más jóvenes haciendo tantas cosas que me conmueven, me mueven y me hacen reflexionar.
¿Y eso gracias a AMLO [Andrés Manuel López Obrador, actual presidente en México] o a pesar de AMLO?
Creo que la buena cultura jamás depende del poder y en general es siempre a pesar del poder, sea quien sea quien está en el poder. Desgraciadamente, pensábamos que iba a ser un gobierno de izquierdas y al final se ha revelado muy austero. Han seguido políticas de austeridad que son neoliberales y de derechas, específicamente en el ámbito de la cultura ha habido una cantidad enorme de recortes al presupuesto. Habría podido ser un momento de panacea para el arte y no ha sido tal, pero en la cultura alegremente es en momentos de adversidad y de crisis cuando sale lo más interesante.
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