Este artículo se publicó hace 15 años.
El atasco del Estatut aviva el soberanismo en Catalunya
Los límites de la Constitución y la actitud de algunos poderes del Estado dan alas a iniciativas como las consultas soberanistas del 13-D. El 21,6% de los catalanes quiere un Estado independiente
Todas las encuestas, sin excepción, coinciden: más de la mitad de catalanes apoya el ejercicio pacífico del derecho a la autodeterminación y crecen los que, de ejercerlo, querrían ver a Catalunya convertida en el 28º Estado de la Unión Europea. Según dio a conocer el viernes el Centre d'Estudis dOpinió de la Generalitat, el 21,6% quiere "un Estado independiente". En junio era el 19%. Si se añaden los que pretenden "un Estado dentro de una España federal", son el 51,5%. Los defensores del statu quo surgido de la Transición van a menos. El 60% juzga "insuficiente" la autonomía alcanzada gracias al nuevo Estatut, que hace más de tres años que el Tribunal Constitucional estudia si recorta más de lo que ya lo hicieron las Cortes.
El largo debate del Estatut, que solo contentó del todo al PSC, y el mal trago del TC cuestionando puntos competenciales e identitarios nucleares del texto, echan gasolina a un fuego, el independentista, que nunca se apagó.
El catalanismo de PSC y CiU no se ha atemperado con el Estatut; ha ido a más
Satisfacciones "efímeras"Lo que en noviembre de 2007 José Montilla definió como "desafección" a España avanza pese a acuerdos como el de la financiación autonómica o el del traspaso del deficiente servicio de Cercanías. Consellers del PSC muestran su desazón porque lo negativo "se sobredimensiona" y lo balsámico de los pactos es "efímero".
Movimientos como las consultas independentistas que empezaron en Arenys (y que el 13-D llegarán a 150 municipios en la primera oleada) se ven espoleados por un desánimo que también bebe de la crisis, por la actitud que se le intuye al manoseado TC y por algunos medios de Madrid. El carácter popular, pacífico y participativo de estos referéndum, que sus promotores resguardan de los partidos, contribuyen a silenciar a los que satanizan el derecho a decidir.
El discurso de los autonomistas entrará en crisis si el TC mutila el Estatut
Las consultas han movilizado a las bases soberanistas y obligado a los partidos a adaptarse. ERC sigue apoyándolas con entusiasmo pese a que la foto fija les acerca peligrosamente a CiU; a los convergentes no les queda otra que implicarse y el PSC pasó de votar no en los ayuntamientos que las avalaban a abstenerse (como en Girona) y referirse a ellas, en palabras de su secretario de organización, José Zaragoza, como algo "legítimo" pese a no tener avales legales.
En los últimos años, el PSC ha vivido un proceso (doloroso) de maduración que le ha llevado a plantar cara al PSOE varias veces. Los socialistas catalanes, celosos de su autonomía, constatan que los intereses del Govern a menudo topan con los del Gobierno amigo de Madrid. Más si Montilla es president gracias a ERC.
Jordi Pujol, que actuó como freno al independentismo, y el recorrido que en los ochenta y noventa tuvo el autogobierno sin forzar la Constitución orillaron radicalismos. Todo se precipitó con el restrictivo José María Aznar de la mayoría absoluta. Su "hasta aquí hemos llegado" llevó al catalanismo a redactar un Estatut que resolviera "para una generación" el encaje de Catalunya, con su lengua e identidad, en España. Ahora cuaja la sensación de fracaso que invita a la épica rupturista.
ERC asume que ya no monopoliza todo el espacio independentista
Una Constitución bloqueadaLos partidos que no enmiendan a la totalidad la Catalunya dentro de España, temen que el TC les hurte el discurso y, por eso, defienden con uñas y dientes el Estatut y advierten por tierra, mar y aire contra posibles recortes. ICV ya ha proclamado que, si no cabe en la Constitución, esta deberá reformarse. Pero ni PSOE ni PP, imprescindibles para cualquier reforma, abrirán ahora la mano con ánimo federal.
CiU sigue siendo mayoritaria en el Parlament. El tripartito la envió a la oposición pero, pese al pronóstico de sus ansiosos enterradores, sigue con fuerza. Ansiosa por volver a Palau, CDC excita, con sus desacomplejadamente liberales y soberanistas cuadros jóvenes, el debate identitario para desestabilizar al tripartito. Con Unió menguante, CiU fomenta el desapego a una España gobernada por un PSOE que no aupó a Artur Mas a president ni en 2003 ni en 2006. A cambio, ofrecían votos dóciles en Madrid. El PSC lo abortó y Pasqual Maragall y Montilla acabaron de presidentes.
El eje nacional sigue ahíCiU pronosticó que, con el tripartito, el "eje social" desplazaría al "nacional". Nada de eso. Hay agenda social, pero lo "nacional" sigue ahí. Según el PSC es "ruido". Pero a ERC le permite sacar pecho por su protagonismo en debates como las balanzas fiscales o el derecho a decidir. Desde un independentismo más social y práctico que étnico suman a la causa a ciudadanos de todas las extracciones y también a personalidades como el presidente del Barça Joan Laporta, el cocinero Santi Santamaría o el actor Sergi López.
La paradoja es que, pese a que el independentismo crece y es más plural, ERC cotiza a la baja en las urnas. Independentistas hay en todos los partidos. Casi un 5% de electores del PSC, el 21% de ICV y el 30% de CiU declaran serlo.
Si con este caldo de cultivo político y social el Estatut descarrila en el TC, los actores del tablero catalán no tendrán más salida que extremar su posición o ver cómo parte de su electorado busca nuevas respuestas y siglas.
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