Este artículo se publicó hace 14 años.
El arma de contaminación masiva
Se habían dado cita todos los elementos para sobreseer la causa. Los escritos de las acusaciones populares carecían técnicamente de los requisitos legales para formular auto de apertura de juicio oral y la Fiscalía del Tribunal Supremo solicitaba sobreseer la causa, porque no viendo delito en la conducta del juez Garzón, tampoco la acción popular, sostenía, ostenta legitimidad para que se proceda merced a su impulso exclusivo. Y, además, concurría el no menos sugestivo "autoprecedente" enarbolado por el magistrado instructor, Luciano Varela, en su voto particular del caso Atutxa, según el cual cambiar de criterio, de la doctrina Botín en diciembre de 2007 al caso Atutxa en abril de 2008, supone violar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Pero Varela va y sopla a los inservibles acusadores cómo tienen que escribir el texto antes de que venza el plazo para que él pueda acusar y, más tarde, se saca de encima a una de las acusaciones, Falange, que al magistrado le da grima cada vez que lo emparentan con ella.
Aquí en esta decisión de seguir adelante contra viento y marea se condensa, más allá de esta causa concreta, todo el drama de nuestro sistema procesal: el juez instructor, en lugar de ser juez de garantías, imparcial, se implica a fondo usando a la acusación, aunque sea analfabeta, jurídicamente hablando, para su propio fin.
En la decisión de Varela se condensa el drama de nuestro sistema procesal
Pero mira por dónde, este caso es una caja de Pandora. Cuando el magistrado instructor creía poder abocarse, este fin de semana pasado, a redactar en la tranquilidad de su terruño gallego el auto de apertura de juicio oral que es una pieza de resumen, casi administrativa, vamos resulta que hay mucha más tela que cortar.
La sala de cinco magistrados tenía pendiente resolver el recurso del juez Garzón sobre la denegación de propuestas (incluida en el auto de transformación de diligencias), pero ahora le espera más. Hay otro recurso de nulidad del juez Garzón para la sala y una recusación, que es materia del pleno de la Sala Segunda, amén del recurso que ha anunciado Falange contra la decisión de Varela de quitársela de encima, nunca mejor dicho. Los que daban por hecho la suspensión de Garzón el 22 de abril pasado en el CGPJ no desesperaron, ya que se les prometía un pleno extraordinario de este órgano nada más salir el auto de apertura de juicio oral. Y ahora tendrán que esperar más, porque mientras se resuelve la recusación Varela no puede abrir juicio oral.
De los 15 jueces de la Sala Segunda del TS, 11 instruyen causas contra Garzón
No hay más que echar una somera cuenta para ver en qué terreno pantanoso se encuentra la Sala Segunda del Supremo. De los 15 magistrados que la componen, 11 forman parte de las tres salas que instruyen causas contra el juez Garzón: Juan Saavedra, Joaquín Jiménez, Adolfo Prego, Juan Ramón Berdugo, Francisco Monterde (desapariciones guerra civil); Juan Saavedra, Andrés Martínez Arrieta, Julián Sánchez Melgar, José Manuel Maza, Miguel Colmenero (prevaricación por no abstención en el caso Santander); Juan Saavedra, Julián Sánchez Melgar, Perfecto Andrés, José Ramón Soriano, José Manuel Maza (grabaciones telefónicas caso Gürtel). El presidente de la Sala Segunda, Saavedra, preside las tres salas por una norma que lo obliga a ello en las llamadas causas especiales. Pero además Saavedra ha sido ponente en la admisión de la querella de Falange, y Martínez Arrieta ha sido miembro de la sala formada al efecto. El magistrado Jiménez ha sido ponente a su vez en la querella de la entidad Libertad e Identidad y Miguel Colmenero participó en la sala de la querella de Falange. Y algunos magistrados comparten causas diferentes contra Garzón, como son los casos de Sánchez Melgar (Santander, Gürtel) y Maza (Santander, Gürtel), participando estos dos últimos también en la sala que decidió sobre Falange. Y, por si esto fuera poco, como dicen los vendedores, hay tres magistrados instructores: Luciano Varela, Alberto Jorge Barreiro (Gürtel) y Manuel Marchena (Santander). Todos toman parte en la admisión de querellas y resolución de recursos múltiples. Hay un solo magistrado en toda la Sala Segunda que no ha tocado bola: Carlos Granados.
¿Quién juzgará a Garzón, en caso de sentarse en el banquillo? Aunque usted no pueda creerlo, cinco magistrados seleccionados entre todos los que acaba de leer.
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