Pingüinos aspira a batir récord de participación tras los años de pandemia

Amabiente festivo en Valladolid en la ya tradicional concentración de apasionados de las motos. Este fin de semana se celebra Pinguinos. Miles de motoristas se reencuentran en su ambiente favorito. Se esperaban más de cuarenta mil, en una edición que recupera la total normalidad  tras los peores años de la pandemia.

Los pingüinos calientan motores y echan gasolina al cuerpo con el desayuno pingüinero. "Un zumito de naranja, un huevo, una salchicha, un chocolate", lo describe uno de los parricipantes. "¡Hombreeeee!", exclama a su lado otro, mientras cumple religiosamente con el ritual.

Como hacen las aves a las que se les ha tomado prestado el nombre para titular el evento, ellos también se juntan para soportar las gélidas temperaturas entre amigos, en familia o con desconocidos. Muchos venimos aquí solitos y se hacen amistades muy buenas", cuenta otro de los moteros. "¡Vivan los pingüinos!", grita un grupo arremolinado en unas sillas abiertas en la campa en la que se concentran cada año. ¡Y que viva el amor!, se podría añadir tras saber que a una joven, en su primer año por aquí, su chico ha aprovechado la ocasión para pedirle la mano.

El romanticismo surge al calor de la hoguera, imprescindible en un entorno gélido, en el que casi lo único que no puede faltar es un saco de dormir de invierno. "Algunos lo descubren después de haberse traído uno de verano", comenta entre risas un habitual.

Pingüinos atrae a gente de todo el mundo. Viaje que, sin duda, para los llegados de lejos merece la pena. Esta 41 edición pretende ser de récord, con más de 40.000 pingüinos inscritos en la que es la cita motera más importante de Europa.