Un tablero de 30 celdas. Cuadrados grises, amarillos o verdes. Y un solo objetivo: averiguar la palabra del día. Estos son los principales elementos que conforman el juego de moda, Wordle. Viral gracias a que los internautas se han aficionado a compartir sus resultados en las redes sociales, las recién estrenadas versiones del pasatiempos en castellano y catalán cada vez aúnan más adeptos. 

En una web con presentación sobria, sin demasiado colorido ni tampoco publicidad empieza el juego online al que solo se puede acceder a través del navegador porque de momento no se ha creado su aplicación. Tampoco hace falta registrarse. Para empezar no existe ninguna pista. El jugador debe improvisar una palabra de cinco letras y a partir de ahí, empezar a darle vueltas al coco. 

En base a ese primer paso, el internauta podrá saber si alguna de las letras que contiene su primera palabra están en la que se busca en esa misma posición. Cuando esto suceda el cuadro se coloreará de verde. Si la palabra contiene la letra pero en otro lugar la celda se iluminará de amarillo. Si la letra no aparece en el objetivo, el cuadrado permanecerá de color gris.

Tan simple como adictivo. La principal dificultad es que solo hay seis intentos para llegar a un resultado correcto. Pero ahora bien, ¿por qué todo el mundo habla de él? La respuesta está en Twitter y Facebook. Los aficionados al juego trasladan a las redes sociales sus resultados en la prueba diaria para mostrar al mundo sus triunfos o derrotas. 

El origen del juego del momento y sus versiones

En pleno confinamiento por la pandemia de la covid-19, el ingeniero de software Josh Wardle revivió Wordle para entretener a sus familiares y amigos. Pero lo cierto es que el juego nació años antes, en 2013, y lo hizo por amor. Según publicó el New York Times, Wardle quiso impresionar a su novia, Palak Shah, amante de los pasatiempos con palabras.

El juego original era en inglés, pero el también ingeniero de software Daniel Rodríguez lo ha versionado en castellano y en catalán. Además también ya hay una versión en euskera y otra en gallego.