España supera por primera vez las 20.000 víctimas de delitos sexuales y duplica las registradas en 2015
Los últimos datos del Ministerio del Interior muestran que 2023 fue el peor año de la serie histórica, con aumentos de víctimas en casi todos los tipos penales. De ellas, el 42% eran menores de edad.
Málaga--Actualizado a
Durante el 2023, al menos 21.580 personas fueron víctimas de delitos contra la libertad sexual. Esto son más personas de las que caben en el WiZink Center de Madrid o en la Plaza de Toros de Pamplona. El 86% de las víctimas fueron mujeres y niñas, mientras que el 14% restante eran hombres y niños. Nunca antes las estadísticas del Ministerio del Interior habían superado la barrera de las 20.000 víctimas en este tipo de delitos. De hecho, las cifras del 2023 –último año del que hay datos disponibles– superaron un 13% las del año anterior y duplicaron las registradas en 2015.
Nunca antes la cifras del Ministerio del Interior habían superado la barrera de las 20.000 víctimas
Bajo el título de "delitos contra la libertad sexual" se incluyen las agresiones sexuales con o sin penetración, el exibicionlismo, el acoso sexual, el contacto tecnológio, delitos relativos a la prostitución, corrupción de menores o incapacitados, pornografía de menores, provocación sexual. De todos ellos, fueron las agresiones y abusos sexuales sin penetración los que más víctimas se cobraron: 12.981 personas. Es decir, un 60% del total.
Todos los tipos penales acusaron aumentos en 2023 a excepción de la promoción de la prostitución a traves de las nuevas tecnologías, cuyas víctimas comenzaron a contabilizarse el pasado año. Fuera de la estadística quedan todas aquellas personas que sufrieron cualquier tipo de violencia sexual pero no lo denunciaron.
La falta de confianza en la policía y en el sistema judicial, la vergüenza y el miedo a no ser creídas o la posible prescripción de los delitos que tuvieron lugar cuando eran niñas, siguen siendo las razones principales por las que muchas mujeres no se atreven a denunciar. Así lo recogió la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, realizada en 2019. Los motivos son algo diferentes en el caso de los hombres. El Centro Nacional de Investigación de Violencia Sexual de EEUU apunta a que es su socialización y la construcción de su identidad como varones lo que les dificulta identificarse como víctimas, ya que desde los primeros años de vida las víctimas son asociadas a la vulnerabilidad y, por tanto, a la feminidad.
Pero a pesar de las muchas barreras sociales y legales, cada vez son más quienes se atreven a dar el paso de denunciar públicamente a sus abusadores. Así ocurrió el pasado mes de octubre con Íñigo Errejón, ex portavoz de Sumar en el Congreso de los Diputados y una de las caras más visibles de la formación. La mecha prendió con la publicación de una denuncia anónima en las redes sociales de la periodista Cristina Fallarás, en la que una víctima describía los presuntos abusos sexuales cometidos por "un político muy conocido". La publicación produjo una reacción en cadena que acabó con la dimisión del político, como adelantó en primicia Público. Actualmente, Íñigo Errejón está siendo investigado por un delito de abuso sexual contra la actriz Elisa Mouliaá.
El aumento de las víctimas recogidas por las estadísticas no puede leerse, únicamente, como la consecuencia de un aumento de las agresiones fruto de una reacción antifeminista. Sino, también, como la respuesta de una sociedad que aborrece esta violencia y que facilita o acepta, en mayor medida, que las víctimas denuncien. Un doble fenómeno que se aproxima a la conclusión alcanzada por Leire Rincón, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en un análisis que realizó recientemente para El Salto.
Las denuncias aumentan incluso en los contextos más difíciles: cuando las agresiones han sido cometidas por personas cercanas a la víctima. Algo que, según las estadísticas de Interior, le ocurrió a un 26% de las mujeres y niñas que denunciaron violencia sexual y a un 19,5% de los varones.
En estos casos, los agresores fueron vecinos, compañeros de trabajo o del colegio, familiares o parejas sexoafectivas. Ejemplos como el de Gisèle Pelicot, de 72 años, víctima de violencia sexual por parte de su exmarido, Dominique Pelicot, y de varias decenas de hombres más, son una muestra de cómo "la vergüenza" ya está "cambiando de bando". Por primera vez, la víctima de una agresión sexual ha decidido hacer público el juicio, obligando a dirigir el foco mediático a los agresores. Al alzar la voz, Gisèle Pelicot ha cambiado la concepción de "víctima"como sujeto pasivo y sin agencia.
El pasado mes de diciembre, el Tribunal de Avignón (Francia) condenó a los 51 agresores de Gisèle Pelicot, incluido Dominique Pelicot, a entre ocho y 20 años de prisión. El respaldo judicial y social que encontró Pelicot, tanto dentro como fuera de Francia al enfrentarse a su exmarido, es una muestra de los avances que las sociedades están experimentando en materia de violencia sexual. Sin embargo, los entornos familiares y sus espirales de silencio continúan siendo una de las mayores barreras que deben enfrentar las víctimas de delitos sexuales. En especial, quienes son menores de edad.
Mayor vulnerabilidad en la infancia
El 42,5% de las víctimas de delitos contra la libertad sexual registradas en 2023 tenían menos de 18 años. Esto supone prácticamente la mitad de las personas que denunciaron el año pasado. El último del que existen datos. Numerosos estudios señalan que esto es solo la punta del iceberg y que tras las cifras oficiales se esconde una realidad aún más aterradora.
Una investigación publicada en la Revista de Victimología en 2015, compiló las razones por las que los menores de edad no se atreven a denunciar. Los niños y adolescentes tienden a relativizar los hechos, bien para evitar ser estigmatizados o como parte de la represión del recuerdo traumático. Esta negación se agudiza en los casos en los que el abuso se da dentro del entorno familiar.
Según los datos de Interior, el 11,2% de las víctimas registradas en 2023 eran menores de edad y conocían a sus agresores. El 4,7%, habían sido agredidas a manos de sus familiares. A ello se le suma la vulnerabilidad de los menores en entornos tecnológicos. De hecho, son los más afectados por la mayoria de los delitos contra la libertad sexual registrados, como la promoción de la prostitución a través de nuevas tecnologías o el contacto con adultos a través de estas. Además son los que más sufren el exhibicionismo de los adultos, su provocación sexual y son las mayores víctimas de la pornografía, la corrupción de menores, las agresiones y los abusos sexuales.
A falta de cuatro días de que acabe 2024, las Estadísticas de Criminalidad trimestrales del Ministerio del Interior evidencian que el incremento de las denuncias por delitos contra la libertad sexual no son algo que quedó en el 2023. Si la tendencia continúa alcista en las estadísticas del último trimestre de 2024 -aún por publicar-, este año podría batir un nuevo récord de víctimas de violencia sexual. También, un nuevo hito en el número de personas que se atreven a denunciar.
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