Este artículo se publicó hace 5 años.
Valle del EbroUn parque eólico amenaza el mayor dormidero de alimoches del valle del Ebro
Los grupos ecologistas Amigos de la Tierra y Ansar piden al Gobierno de Aragón que paralice los permisos hasta que pueda garantizar la seguridad de las aves con unas instalaciones cuyo estudio de impacto daba por hecho que causaría muertes pese a las medidas correctoras y aunque no contaba con la presencia de esta importante colonia, que también incluye buitres leonados.
Zaragoza-
La construcción de un parque eólico con trece aerogeneradores se ha convertido en una amenaza real para el mayor dormidero de alimoches, una especie de ave en peligro de extinción, del valle del Ebro después de que el Gobierno de Aragón, que la tiene catalogada como “vulnerable”, haya dado el visto bueno a las instalaciones basándose en un estudio de impacto ambiental que pasaba por alto la existencia de esta colonia, una de las principales del país.
El parque, denominado Monlora III, contará con trece aerogeneradores y forma parte de un complejo de siete que sumarán 160 molinos en los municipios zaragozanos de Luna, Sierra de Luna y Castejón de Valdejasa, amenaza para la avifauna a la que hay que sumar la de los tendidos eléctricos necesarios para evacuar la energía que produzcan.
Dos organizaciones ecologistas, Amigos de la Tierra y Ansar, han reclamado a la comunidad autónoma que “paralice la construcción” por resultar “incompatible con la presencia del citado dormidero de alimoche y buitre leonado” y que, paralelamente, tome “las medidas oportunas para garantizar la integridad del enclave y de la fauna que lo utiliza”.
Sin embargo, lo cierto es que la promotora, una filial del grupo Forestalia llamada Fuerzas Energéticas del Sur de Europa, cuenta con una declaración de impacto favorable emitida por el Inaga (Instituto Aragonés de Garantía Ambiental) y publicada en el BOA (Boletín Oficial de Aragón), lo que, en principio, y salvo que el Gobierno autonómico reaccione en otro sentido, permitiría la instalación de los aerogeneradores, cuya ubicación rodea el dormidero con el consiguiente peligro de muerte para las aves que pernoctan en él.
El Gobierno de Aragón considera que el peligro se concentra en los dos aerogeneradores más próximos al dormidero, por lo que ha propuesto a la empresa dotarlos de “un sistema de parada automática que detecta la presencia de aves”, explicaron fuentes de la Consejería de Agricultura, que señalaron que “ha accedido” a instalarlos.
Pájaros invisibles de 160 centímetros de envergadura
“El dormidero está rodeado”, explican fuentes de Amigos de la Tierra y de Ansar, que consideran la situación consecuencia de “un fallo garrafal tanto de la Administración como del promotor, que no detectó la presencia de las aves pese a que dos consultoras hicieron trabajos de campo para el estudio de impacto”.
No se trata de una colonia exclusivamente local, ya que entre el centenar de alimoches que suelen formarla han sido detectados animales anillados en Francia que han llegado allí tras cruzar el Pirineo y resulta habitual la presencia de otros llegados de Navarra, ni tampoco de un enclave desconocido, ya que los investigadores de la Estación Biológica de Doñana, del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), llevan quince años realizando un seguimiento del área, en la que con frecuencia pernoctan algunas decenas de buitres leonados.
Y tampoco es que resulte imposible detectar su presencia a media distancia: según las fichas de la SEO (Sociedad Española de Ornitología), el alimoche común tiene una envergadura de entre 1,5 y 1,7 metros con las alas abiertas y una longitud corporal de entre 55 y 65 centímetros, mientras que el sombrío alcanza 1,6 y 70.
Con todo, ninguna de las alegaciones presentadas durante el periodo de información pública del parque alertó tampoco de su presencia. Ansar y Amigos de la Tierra están esperando un informe de esa estación para aportárselo al Gobierno de Aragón como complemento a su denuncia, en la que advierten que, por la ubicación que les asignan sus coordenadas, “los aerogeneradores se hallan en las trayectorias que siguen las aves para acceder y salir del dormidero y dentro de la amplia área de cicleo que sobrevuelan a la entrada y salida del mismo”.
Una especie amenazada que lleva décadas en declive
En las últimas dos décadas del siglo XX, en las que "se han perdido hasta el 70%" de los ejemplares en el valle de Ebro
El atlas de especies del Ministerio de Transición Ecológica sitúa en el valle del Ebro el grueso de la población de alimoches del país, que tiene una presencia menor en otras zonas como Asturias, la meseta, Andalucía y los dos archipiélagos.
Este ave, que se alimenta de “carroñas de pequeños animales y ganado que busca en áreas abiertas” y de la que a principios de siglo había entre 1.320 y 1.480 parejas reproductoras, tuvo, según el mismo trabajo, una tendencia general “de claro declive” en las últimas dos décadas del siglo XX, en las que “se han perdido hasta el 70%” de los ejemplares en el valle de Ebro.
Las causas principales de su desaparición eran el consumo de restos de animales muertos por envenenamiento, el cierre de muladares y la ingesta de carroña de especies con patologías, señala el atlas, a los que se añade, en este siglo, la proliferación de los parques eólicos y de tendidos eléctricos.
“Este modelo se aleja de los criterios de sostenibilidad”
En el caso del Monlora III, la propia declaración ambiental favorable ya admite, sin haber detectado la presencia de esta colonia, que los aerogeneradores tendrán sobre las aves en general un impacto “severo” por “el incremento del riesgo de colisión que supone la presencia” de los mismos, algo que no iban a paliar las medidas correctoras previstas ya que esos impactos “se verían reducidos si bien no lo suficiente”.
La misma resolución señala que con el elevado número de parques previstos en la comarca (16), “la mortalidad previsible sobre muchas especies sensibles, especialmente las que presentan unas tasas reproductivas más bajas (buitre leonado, alimoche, águila real, águila perdicera, águila culebrera, milano real, etcétera) puede alcanzar una magnitud tal que, en concurrencia con otras amenazas, podría llegar a comprometer la viabilidad a medio plazo de las poblaciones de dichas especies”.
Los ecologistas sostienen que, pese a que potencia la generación de energía renovable, “la alta siniestralidad de fauna voladora que provocan los parques eólicos” y “la intensa ocupación de suelo y la destrucción de hábitats naturales” que conlleva “aleja a este modelo de los criterios de sostenibilidad” por la “pérdida de patrimonio natural” y de biodiversidad.
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