Este artículo se publicó hace 2 años.
Policías contra el narco, desencantados: "La prohibición de las drogas sólo beneficia a las organizaciones criminales"
Un inspector jefe de la Policía Nacional cuenta a ‘Público’ el resultado de sus 30 años de experiencia en la persecución del narcotráfico, que va a exponer en la presentación en España de una organización internacional de agentes que denuncian el fracaso
Sevilla--Actualizado a
Algunos policías que han trabajado durante años en la lucha contra el tráfico de droga han llegado a la conclusión de que su labor ha servido para muy poco. Confiscan toneladas de droga, detienen a muchos narcotraficantes, pero la producción sigue e incluso aumenta. La asociación internacional que aglutina a esos policías, la LEAP (Law Enforcement Action Partnership), va a tener un encuentro este viernes en Barcelona para impulsar su presencia en España. A esa jornada va a asistir un inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, con más de 30 años de experiencia en la persecución de los narcos en incontables operaciones de mucho riesgo.
Ese inspector jefe es J.L.F., en la segunda actividad desde hace diez años, que empezó con la persecución del menudeo con el grupo de Estupefacientes en Barcelona, en la década de los ochenta, y llegó a las unidades más especializadas del Cuerpo Nacional de Policía en la lucha contra el narcotráfico. Fue agregado policial en la Embajada de España en Colombia, donde llevó a cabo un gran número de operaciones conjuntas con las fuerzas de seguridad de ese país, y fue fundador y jefe de la primera Unidad de Agentes Encubiertos de la Policía española, con la que se infiltró en varias organizaciones criminales en muy arriesgadas investigaciones. Sabe, por tanto, muchísimo de lo que se mueve y cómo se mueve en el tráfico de droga.
J.L.F. se va a presentar este viernes con sus nombres y apellidos en el encuentro de la LEAP en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Pero en esta entrevista previa con Público prefiere mantenerse aún en el anonimato de sus siglas, aunque pocos puedan tener el currículum que él ha acumulado en su larga trayectoria profesional. A sus 62 años, habiendo pasado a la segunda actividad, cree que ha llegado el momento de contar su experiencia, fundamentalmente sus reflexiones acerca de los resultados prácticos de su trabajo y el de cientos de inspectores, subinspectores, agentes de la escala básica que cada día se afanan en perseguir a los narcos para desmantelar unas poderosas organizaciones que nutren el mercado de heroína, opio, cocaína, MDMA y tantas otras sustancias prohibidas por las legislaciones nacionales e internacionales.
Y J.L.F. parte de una premisa esencial: "El narcotráfico es el negocio ilícito más rentable que hay". Mueve mucho dinero, a mucha gente, por tanto, tiene mucho poder, luego es difícil acabar con él. "Es una lucha muy difícil, porque siempre van por delante", admite. Pero a él siempre le ha gustado la labor de investigación sobre esas organizaciones criminales, llevar a cabo el minucioso trabajo que se requiere para llegar a desmantelarlas, para alcanzar el corazón de unas enormes y difusas estructuras. Aunque eso le supusiera dejar otras muchas cosas a un lado. "No te puedes imaginar la cantidad de horas, de días, noches que pasas investigando. Tienes que estar encima de la organización todo el tiempo. Es de los trabajos más sacrificados que hay dentro de la investigación policial. Hay muchos viajes, muchos imprevistos, tienes que abandonar a la familia. Es encomiable".
Dice que es encomiable no tanto por lo que ha hecho él, sino para ensalzar el trabajo que hacen otros muchos como él que siguen dejándose la vida y jugándosela también para poner entre rejas a quienes se lucran con el mercado ilícito de la droga. Según este policía, quien se dedica a este trabajo lo hace por vocación, porque le gusta la investigación, no por dinero, porque los sueldos que se pagan no compensan tanto sacrificio. Ni los riesgos que se asumen. "La labor de la policía –asegura este inspector jefe- está infravalorada. No se es consciente de los riesgos que se corren, en comparación con lo que se gana, cuando se lucha contra el crimen organizado. Aunque, claro, nuestro país no es comparable a lo que sucede en otros países como Colombia y, sobre todo, México. Allí el valor de la vida es mucho menor y los riesgos mucho mayores".
Pero J.L.F. no quiere hablar del trabajo que él ha hecho, de las innumerables operaciones contra el narcotráfico que ha llevado a cabo en España y en otros países, en colaboración con las policías de EEUU (la famosa DEA), de Gran Bretaña, de Francia, de Colombia. Eso lo contará cuando se jubile, promete. De lo que él quiere hablar ahora es de sus reflexiones sobre lo que realmente ha contribuido su trabajo al bienestar de la sociedad, a mejorar la vida de la ciudadanía, que es lo que va a contar en el encuentro de la LEAP, una organización que se creó en 2002 en EEUU y se ha ido extendiendo a Reino Unido, Alemania y Australia con policías que, como J.LF., creen que las leyes prohibicionistas de las drogas son un fracaso.
"El policía pone todo su empeño en que se cumpla la ley, pero al final, ¿en qué se traduce eso? Porque cada vez hay más droga"
"Esta cuestión no es policial, es social y política, porque los policías tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley. El policía cumple con todo su empeño e interés en que se cumpla esa ley, pero al final, ¿en qué se traduce eso? Entran en la cárcel individuos que han puesto en riesgo la salud de los demás, pero te preguntas: ¿por qué esto no cambia? Porque la realidad es que cada vez hay más droga, cada vez más gente que se dedica a esto", advierte este inspector jefe de Policía.
La experiencia le ha hecho ver a J.L.F. que después de tantos años persiguiendo a narcotraficantes, llevándolos ante el juez, decomisando su droga, su dinero, el panorama social no ha mejorado. "Todo sigue igual", dice. Y lo primero que no ha cambiado, a su juicio, es el planteamiento legal sobre las drogas, que continúa basado exclusivamente en la represión, aunque haya programas de ayudas para rehabilitación de personas con adicciones, para facilitar la reducción de daños. "Se han hecho algunas cosas, pero no se ve una disminución de la producción", recalca.
Y el error se encuentra, a juicio de este inspector jefe de policía, en el principio, en el momento que los gobernantes de los países con mayor influencia decidieron que había que conseguir "un mundo sin drogas", cuando las drogas siempre han existido y existirán. "Es absurdo. Llevamos cien años luchando contra las drogas y cada vez hay más. Y se supone que más gente implicada. La guerra contra las drogas no ha dado ningún resultado. De modo que algo estaremos haciendo mal o no estamos haciendo lo correcto. Y lo que nos debe importar es la sociedad, protegerla y velar por su salud. Si no podemos llegar a la utopía de un mundo sin drogas, hagamos otra cosa. Cambiemos", propone J.L.F.
"Llevamos cien años luchando contra las drogas y no ha dado ningún resultado. Algo estaremos haciendo mal"
Por su época en activo, este inspector jefe sabe que las incautaciones no detienen a los narcotraficantes. Por su experiencia, ha podido ver cómo tras intervenir 3.000 kilos de cocaína no había un periodo de escasez, porque la producción aumentaba, porque la cadena nunca se llegaba a parar. El grifo siempre estaba abierto para abastecer a un mercado insaciable.
¿A quién beneficia la prohibición?
Y la pregunta que se hace J.L.F. es la siguiente: ¿A quién beneficia la prohibición? Y él mismo la responde: "Al consumidor, no, porque no sabe lo que está consumiendo y, además, lo paga treinta veces más caro de lo que vale. A la seguridad ciudadana, tampoco, porque esto promueve que haya organizaciones criminales, luchas por los territorios, por las rutas del narcotráfico, por el mercado, que haya corrupción, blanqueo de capitales. Y tampoco consiguen que haya menos adictos, porque la droga la puedes conseguir donde quieras, en las discotecas, por internet, por lo que ahora llaman telecoca. Las únicas que se benefician de todo esto son las propias organizaciones criminales, porque es el negocio ilegal más lucrativo que hay".
El prohibicionismo de las drogas aboca a sus consumidores, a juicio de este inspector, a tomar sustancias que no han sido sometidas a ningún control sobre su composición, a pagar por ellas un precio desorbitado y a exponerte a los peligros de ir a los lugares donde las venden clandestinamente. "Imagínate –dice- que tuvieras que pagar 500 euros por una cajetilla de tabaco. Nadie roba por una cerveza, por un cigarrillo, pero si estuviera prohibido...".
De modo que J.L.F., con más de 30 años de experiencia en la lucha contra el narcotráfico, se plantea ahora si la regulación de las drogas puede ser una mejor solución que andar todo el día detrás de quienes las venden, una solución que permita a los estados del mundo proteger a su ciudadanía, evitando daños sanitarios y colaterales alrededor del consumo de esas sustancias. "Lo difícil –afirma- es determinar cómo se puede regular. Pero el problema es que nadie se lo plantea aquí. Y eso es lo que se tienen que plantear, qué sustancias, cómo. Y eso tendrían que hacerlo los expertos, los médicos, los psicólogos, los sociólogos, los psiquiatras, que son los que deberían analizar esto y cómo se debe regular".
"Los médicos, psicólogos, sociólogos y psiquiatras son los que deberían analizar cómo se debe regular la droga"
Sin embargo, este inspector jefe de policía considera que los cambios legales no se pueden realizar sólo en un país de una forma unilateral, tienen que ser globales, a su modo de ver. Y al respecto, se hace otra pregunta: "¿Por qué miran para otro lado en Naciones Unidas, no se dan cuenta de que llevamos cien años con esta lucha y no ha disminuido el problema?".
Un problema que genera otros muchos problemas, entre ellos la corrupción de los gobernantes y de miembros de las fuerzas de seguridad que tienen que perseguir ese primer problema. J.L.F. asegura que en España la corrupción policial es "insignificante", son "casos aislados", pero que en otros países, sobre todo de América con una fuerte implantación del narcotráfico, como México e incluso EEUU, está más extendida. "El dinero –señala- compra muchas voluntades". Y alrededor de todo ello se genera mucha violencia, mucho "plata o plomo". "Las vidas que se cobra el narcotráfico en algunos de esos países son cifras de guerra. Las cifras son espeluznantes en México. Y eso debería tenerse también muy en cuenta", subraya.
Perseguir a esas organizaciones lleva mucho tiempo y dinero, medios materiales, sueldos, dietas... Aunque J.L.F. asegura que en España no se gasta tanto y que, pese a no disponer de muchos recursos, su policía es la más eficaz y eficiente del mundo en la lucha contra el narcotráfico. "Aquí –dice- somos más eficaces quizás por la vocación, por la dedicación que damos a nuestro trabajo, por el tiempo que le dedicamos, y por nuestro carácter latino, porque sabemos improvisar, mientras en otros países son más de manual, más metódicos".
Pero sea una policía u otra la más eficiente en esta tarea, lo cierto es, a juicio de este inspector jefe, que si se acabara con la prohibición de las drogas, el esfuerzo que se dedica ahora a la persecución de las organizaciones de narcotraficantes se podría destinar a otros asuntos de seguridad ciudadana, a incrementar la protección de las mujeres víctimas de violencia o a la lucha contra el terrorismo, y también a la educación, a la información y prevención de las adicciones y a otras muchas facetas en beneficio de toda la sociedad.
Una organización policial que pretende promover reformas
En el encuentro de presentación de la LEAP (Law Enforcement Action Partnership) en España van a participar otros dos miembros de las fuerzas de seguridad: un subinspector de los Mossos d'Esquadra y el guardia civil y diputado de Unidas Podemos Juan Antonio Delgado. La LEAP se presenta como una organización que pretende "unificar y movilizar las voces del sistema judicial y policial que apoyan las reformas de las políticas de drogas" para promover alternativas al arresto y la encarcelación y "enfrentar de raíz las causas del crimen". Para ello, aboga por una política de drogas basada en la evidencia "con la finalidad de salvar vidas y salvaguardar los derechos humanos, pero también para luchar eficazmente contra el crimen organizado".
La evidencia, aseguran, está de su lado, porque los integrantes de la LEAP "han estado en primera línea" de la lucha contra el narcotráfico. "Nuestra actividad no reduce la delincuencia. La evidencia es clara: la actividad policial en los mercados de la droga en realidad aumenta la delincuencia porque a menudo se disputan las brechas en el mercado. La policía nunca reduce el tamaño del mercado, sólo cambia su forma y nunca para mejor", afirman los responsables de una organización de la que forman parte policías de EEUU, Gran Bretaña o Alemania y que ahora se va a implantar en España.
La razón de que el encuentro haya sido organizado en colaboración con la Federación de Asociaciones Cannábicas de Catalunya (CATFAC) y que tenga lugar en Barcelona obedece a una razón muy concreta: la capital catalana es la ciudad con el mayor número de asociaciones y clubes de usuarios de cannabis de España, un modelo de consumo responsable pionero en nuestro país, formado por más de 1.500 entidades, que se ha ido extendiendo a otras partes del mundo.
La LEAP considera que el modelo social de estas asociaciones supone"un avance significativo en comparación con los regímenes de la mayoría de las naciones europeas" y por eso quiere mostrarle su apoyo, a la vez que aboga por un "cambio hacia la regulación en lugar de una mayor actividad policial, que –dice- sabemos sólo causará más problemas".
Su portavoz en España, Nuria Calzada, explica a este periódico que LEAP se propone dar a conocer en nuestro país "un movimiento global cada vez mayor, en el que miles de policías cuestionan la eficacia de la lucha que mantienen día a día". Su objetivo, añade, es que la jornada de este viernes en Barcelona, que va a ser presentada por el periodista Jon Sistiaga, sirva para promover "un debate honesto" en torno a los resultados de las políticas prohibicionistas y que otros policías se sumen a LEAP.
Nuria Calzada, psicóloga de profesión, considera que los policías que van a participar en el encuentro pueden aportar mucho a un cambio del tratamiento legal y penal de las drogas. "A mí –dice- me produjo un gran impacto cuando conocí sus testimonios y creo que es el mismo impacto que suscita en los policías cuando conocen el trabajo de la LEAP, porque son conscientes del fracaso de la lucha contra el narcotráfico y no lo expresan por miedo a represalias, pero se sienten identificados con lo que dicen en LEAP".
"Espero que la honestidad de estas voces inviten a la sociedad española a la reflexión y al cuestionamiento de las políticas prohibicionistas, que no surten el resultado que se esperaba", concluye la portavoz de LEAP en España.
En el encuentro también van a participar otros dos integrantes de la LEAP, Diane Goldstein, la primera mujer teniente en el departamento de Policía de Redondo Beach (California), que se retiró tras 21 años de trabajo, y Neil Woods, policía con una amplia trayectoria como infiltrado en la lucha contra el crimen organizado en Gran Bretaña y ahora presidente de LEAP Europa.
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