ROMA/MADRID.- El Papa Francisco clama en su última encíclica Laudato Si sobre el "maltrato" que las sociedades han dado al Planeta durante los últimos dos siglos, denuncia la "debilidad" de la reacción política internacional y propone unos nuevos hábitos de consumo para que La Tierra no se convierta en "un inmenso depósito de porquería".
"Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos", subraya Francisco en la que es su segunda encíclica, publicada este jueves por el Vaticano y escrita en español, cuyo título hace referencia al Cántico de las Criaturas compuesto por San Francisco de Asís como alabanza a la naturaleza.
El documento papal es la segunda encíclica del Pontífice argentino después de Lumen Fidei, escrita a cuatro manos junto con el Papa emérito Benedicto XVI. A lo largo de seis capítulos y casi 200 páginas, el Papa urge a crear un sistema normativo que incluya "límites infranqueables" y asegure la protección de los ecosistemas ante "nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecno-económico".
"¿Puede esperarse que la legislación y las normas relacionadas con el medio ambiente sean realmente eficaces?", se pregunta, al tiempo que pone el ejemplo de países con una legislación clara para la protección de bosques que siguen siendo "testigos mudos de la frecuente violación de estas leyes".
Por otro lado, anima a cambiar los "hábitos dañinos de consumo" que para el Pontífice, a veces parecen "suicidas", como el "creciente aumento del uso y la intensidad" del aire acondicionado. "Si alguien observara desde fuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida", exclama.
Para el Papa, "el ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes".
"Los gritos de la naturaleza"
Además, relaciona el cuidado del medio ambiente con algunas cuestiones éticas y asegura que "no es compatible" la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. En este sentido, también apunta que "cuando no se reconocen en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza".
"Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades", subraya.
Además, considera "preocupante" que algunos movimientos ecologistas reclamen, "con razón", ciertos límites a la investigación científica y, sin embargo, con la vida humana "se justifique traspasar todos los límites" como "cuando se experimenta con embriones".
También critica todas aquellas políticas que en lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, "atinan solo a proponer una reducción de la natalidad" con "presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de 'salud reproductiva'". Para el Pontífice, la "culpa" no es del aumento de la población sino del "consumismo extremo de algunos".
Deuda ecológica entre Norte y Sur
Sobre la degradación del Planeta, según precisa Francisco, existen "responsabilidades diversificadas" y apunta que el Norte tiene una "deuda ecológica" con el Sur debida al uso "desproporcionado" de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países.
Así, explica que el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace "estragos en los cultivos". A esto se suma, según añade, el hecho de que los países ricos sigan alimentando su desarrollo "a costa" de los más pobres, con una tierra rica y poco contaminada.
Precisamente, alerta de que los peores impactos de la crisis ecológica "recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo". De hecho, afirma que estos efectos ya se observan en el "trágico" aumento del número de migrantes que "huyen de la miseria de sus países empeorada por la degradación ambiental" y que "no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales" quedando "sin protección normativa alguna".
Además, en la Encíclica señala que otro de los problemas acuciantes es "la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días" y advierte de la falta de conciencia sobre la gravedad de conductas como "gastar y tirar" hasta "niveles inauditos" este recurso vital.
Sin embargo, en esta carta solemne, el Papa lamenta que "no suele haber una conciencia clara" de las consecuencias de estos actos. En esta línea, analiza cómo el abuso de las nuevas tecnologías puede llevar a perder el "contacto directo con la angustia, el temblor o la alegría del otro".
Dominio absoluto de las finanzas
Ante esta situación, el Papa plantea algunas propuestas para cuidar el medio ambiente, a nivel personal: abrigarse un poco en casa en lugar de encender la calefacción, evitar el uso de material plástico y de papel, apagar las luces, reducir el consumo de agua, reciclar, cocinar solo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas.
Sobre la contaminación del tráfico, el Papa advierte de que en las ciudades circulan "muchos automóviles utilizados por una o dos personas" y hay un "alto" nivel de contaminación. Según recuerda, los expertos coinciden en priorizar el transporte público pero Francisco pide en primer lugar "una mejora sustancial" de este transporte que "en muchas ciudades significa un trato indigno por la aglomeración, incomodidad, baja frecuencia e inseguridad".
También alerta del "grave" problema de la "falta de viviendas" y reclama "alternativas de alojamientos dignos". "La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana", matiza.
Sobre los proyectos que pueden conllevar un impacto ambiental, el Pontífice denuncia la "corrupción" que existe a la hora de conceder algunos planes y reclama que los estudios de impacto ambiental no sean posteriores a la elaboración del proyecto sino anteriores y libres de "toda presión económica o política".
Por otro lado, denuncia el "dominio absoluto de las finanzas", algo que demuestra, a su parecer, el hecho de con la crisis económica de 2007 se haya buscado "la salvación a toda costa de los bancos, haciendo pagar el precio a la población". Para el Pontífice, esta crisis ha sido una oportunidad desaprovechada para desarrollar una nueva economía "más atenta a los principios éticos".
Propiedad privada
En el documento, Francisco también recuerda el magisterio de Juan Pablo II para subrayar que "la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada". "San Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que 'Dios ha dado la Tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno'", precisa.
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