Este artículo se publicó hace 3 años.
Objetivo, salvar la náyade, el molusco más amenazado de España
El Ministerio para la Transición Ecológica aprueba un convenio para proteger a la náyade auriculada, una de las especies históricas que se sitúa en riesgo de extinción por la introducción de especies invasoras y por la industrialización de los ríos.
Alejandro Tena
Madrid--Actualizado a
A principios del siglo XX, Fritz Haas, un malacólogo alemán, observó que en la cuenca del Ebro había un molusco que él y sus colegas zoólogos consideraban extinto en la mayoría de ríos de Europa. Dicen los libros de historia natural que esta especie, la náyade auriculada –científicamente, Margaritifera auricularia; y popularmente, almeja de agua dulce–, era abundante en las grandes riveras del viejo continente y en los grandes caudales de África del Norte. Las observaciones de Haas le permitieron saber que, en España, la presencia de esta ostra con forma de oreja era abundante, sobre todo en zonas profundas, entre los cinco y los seis metros. También pudo constatar este amante de las conchas que las poblaciones españolas, acostadas sobre los márgenes del río Ebro y sus afluentes, tenían la costumbre de recolectar náyades para fabricar cuchillos y navajas. Quizá esa es la razón por la que un siglo más tarde, la situación de esta especie sea de riesgo de extinción.
De la abundancia ha pasado a la escasez. En 2007 el Gobierno dio el primer paso para tratar de recuperar una especie imprescindible, aprobando la Estrategia para la conservación de la almeja de río, un plan que, sin embargo, no ha conseguido frenar el declive. Tanto es así que en septiembre de 2018 la Administración estatal incluyó al molusco en la categoría "en peligro de extinción" dentro del Catálogo Español de Especies amenazadas y lo declaró como "en situación crítica".
Si la recolección descontrolada para la fabricación de cuchillos y navajas puso en cuestión la vida de esta especie en España, la industrialización de los ríos que el estado impulsó durante toda la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI supuso una barrera para la sostenibilidad de la náyade. Tanto es así que los expertos del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) citan entre sus amenazas las alteraciones de los cauces provocadas por la construcción de embalses, presas y otras canalizaciones. También señalan los documentos científicos manejados por los técnicos otras problemáticas ligadas a la modernidad, como las extracciones de agua de los ríos para el uso agrícola y para la generación de energía hidroeléctrica. A ello se suma la introducción de especies exóticas e invasoras como el mejillón cebra (Dreissena polymorpha) y la almeja asiática (Corbicula fluminea).
Ahora, ante el incremento de las posibilidades de extinción de la náyade, el MITECO ha firmado un convenio con la Confederación Hidrográfica del Ebro, la Comunidad de Aragón y la Comunidad Foral de Navarra –regiones donde habita– para tratar de rescatar al animal y dar un impulso a unas poblaciones cada vez más mermadas.
Hasta la fecha, la estrategia para su recuperación se apoyaba en el uso de técnicas de reproducción ex situ para tratar de incrementar las poblaciones en centros ubicados fuera de los ríos. Con el acuerdo firmado por el Ejecutivo, se cambia la forma de proceder y se creará un centro de cría in situ que permitirá ir introduciendo a los individuos más jóvenes en el ecosistema, tal y como informan desde el ministerio dirigido por Teresa Ribera.
Algunos ejemplares llegan a alcanzar los 20 cm de longitud y sus conchas oscuras contrastan con la blancura del interior donde descansa el animal. Pero más allá de sus cualidades físicas, destaca su valor ecológico. Las almejas de río son organismos bioacumiladores, es decir, tienen la capacidad de acumular en sus órganos grandes capacidades de compuestos disueltos en el agua, desde metales pesados, hasta componentes químicos, por lo que su presencia en los ríos suele servir para detectar la mala calidad del cauce de un río. Su presencia no sólo es una suerte de medidor natural de la calidad de las aguas, también sirve para advertir la existencia de algunas especies de peces como el esturión o el pez fraile, de quienes depende para realizar su proceso de reproducción.
En tierra, la prioridad de salvamento de especies es el lince, cuyas poblaciones parecen recuperarse en España de manera progresiva. En los cielos, las Administraciones están trabajando para incrementar el número de quebrantahuesos, un ejemplar emblemático de la península. Ahora es el momento de sumergirse y conseguir que esta desconocida almeja de río se convierta en un nuevo hito de las políticas de conservación y biodiversidad.
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