Este artículo se publicó hace 6 años.
Monarquía vs república¿Jaque al rey? Los actos de desafección a la corona proliferan entre ciudadanos e instituciones
Los expertos constatan un deterioro de la imagen de la monarquía mientras se suceden los plantones y abucheos al rey en actos oficiales.
Zaragoza--Actualizado a
Es evidente que hay un deterioro creciente de la imagen de la monarquía en su versión borbónica”, señala el politólogo y editor de la revista Viento Sur, Jaime Pastor, a la vista de los últimos, y cada vez más frecuentes, episodios de desafección a la corona: desde los estudiantes de excelencia de Oviedo que rechazan asistir con Felipe VI y Letizia a los actos de los premios Princesa de Asturias al joven que durante los trabajos posteriores a la riada mortal de Mallorca prefiere ofrecerle al rey una escoba que saludarlo, pasando por la resolución del Parlament catalán que condena la posición real ante el 1-O y que el Gobierno central tiene previsto llevar ante el Constitucional.
No han sido los únicos. Felipe VI fue abucheado al llegar en agosto del año pasado a la manifestación contra el terrorismo en Barcelona tras los atentados de las Ramblas y Cambrils, aunque también recogió apoyos, y también, hace unas semanas, en la Universitat de València, donde presidió la apertura del curso.
“Mucha gente no comparte el modelo de la monarquía”, explica Quim Brugué, de la Universitat de Girona, para quien, no obstante, “la situación de la corona no explica los grandes problemas y retos del país”.
Hay claros síntomas del deterioro de la imagen de la corona, cuando menos en varios sectores de la sociedad y en algunas capas de la población entre las que destacan las más jóvenes. Sin embargo, hace tres años que no hay datos oficiales sobre la valoración de la monarquía ya que el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) dejó de preguntar por ese aspecto en sus barómetros. Para entonces, la nota era un suspenso (4,34 sobre diez), mientras un 57,4% de ciudadanos que valoraba positivamente la labor del rey convivía con otro 41,2% al que esa figura les inspiraba poca o ninguna confianza. Y no parece que el nuevo equipo del CIS tenga entre sus planes volver a preguntar por ello, al menos a corto plazo.
La demografía y la transición
Para Pastor, en esa desafección confluyen varios factores. “Con la transición y el mito del 23-F, en el que los medios lo colocaron como quien salvó al país de los golpistas, parecía que Juan Carlos I había logrado una legitimación del origen, que fue una decisión de Franco”, explica el politólogo. Fueron los años en los que se creó la corte de poder económico y mediático que protege a la corona.
Los episodios de corrupción del caso Urdangarín dañaron la imagen tanto del rey actual como del emérito,
Sin embargo, con el cambio de siglo llegaron los episodios de corrupción del caso Urdangarín, que dañaron la imagen tanto del rey actual como del emérito, y las sospechas de manejos económicos e infidelidades conyugales del segundo con la figura de Corinna zu sayn-wittgenstein como eje.
Luego, tras la abdicación y la aparición de Felipe VI como relevo, llegarían otros episodios que han ido minando la popularidad de la monarquía, explica Pastor. Algunos directamente protagonizados por el rey, como el discurso sobre la situación en Catalunya dos días después del 1-O, y otros de manera indirecta, como las condenas a humoristas, cantantes y tuiteros por injurias a la corona.
“Todo eso lleva a un deterioro de la imagen”
“Todo eso, a lo que se suman otros aspectos como el presupuesto de la casa real en un contexto de recortes –anota Pastor-, lleva a un deterioro de la imagen y a un aumento del rechazo, sobre todo en los estratos más jóvenes, los que no vivieron la transición”.
Cerca de la mitad de los españoles (20,5 millones de 46,7) ni siquiera había nacido cuando fue aprobada la Constitución de 1978, y más de trece millones no pudieron votar ni a favor ni en contra por ser menores de edad: suman más del 70% de la población.
El otro 28% tampoco pudo pronunciarse sobre la forma del Estado, ya que el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, decidió no someter a referéndum la opción monarquía-república porque las encuestas que manejaba apuntaban a una victoria de la segunda.
“Es un debate un tanto inducido”
Para el politólogo Quim Brugué, por el contrario, “se trata de un debate un tanto inducido, sobre todo en Catalunya. Seguro que mucha gente puede no ser monárquica, pero eso no se identifica como el principal problema que tiene el país”. En su opinión, “hay una situación de enfado que hace que todas las instituciones sean cuestionadas, pero mi sensación es que se trata de una derivada del debate sobre el nacionalismo”.
“En Catalunya hemos pasado del debate del independentismo al del republicanismo”
En este sentido, señala, “en Catalunya hemos pasado del debate del independentismo al del republicanismo”. Tengo la sensación de que no es un debate muy relevante, pero que va bien para alimentar otros”.
De hecho, anota, “en ocasiones se tiende desde distintos ámbitos a señalar como modelos de país al Reino Unido, Holanda o Dinamarca, que son monarquías constitucionales. Por mucho que sean reductos del pasado, no explican los retos y los problemas actuales. Y, por otra parte, tampoco hay mucha novedad en los temas que afectan a la corona, pero están en la agenda”.
“En Catalunya, por ejemplo –añade-, siempre se ha tendido a usar eufemismos y tabúes en los debates, como cuando en pleno ‘procés’ se decía que ‘esto no va de independencia sino de democracia”.
Mientras tanto, las formaciones políticas continúan alimentando el debate. Desde la derecha, Pablo Casado (PP) anima a incluir un “¡Viva el rey!” en las conversaciones, mientras Podemos y PSOE incluyen en su acuerdo presupuestario la despenalización de las injurias a la corona y la recuperación de las preguntas sobre la monarquía en los barómetros del CIS.
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