TENERIFE- LANZAROTE
Actualizado:Un hombre yemení y un bangladesí decidieron probar suerte en Europa a través de la ruta canaria y acabaron durmiendo en Las Raíces en Tenerife. Este es uno de los seis macrocampamentos ideados hace un año por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en el marco del Plan Canarias. La cartera dirigida por José Luis Escrivá anunció en noviembre de 2020 la creación de 7.000 plazas de acogida en Canarias para solventar de forma temporal la falta de recursos fijos en el Archipiélago. Hasta ese momento, los gritos de "vergüenza" señalaban el hacinamiento de más de 2.000 personas en el muelle de Arguineguín y la ultraderecha utilizaba el discurso del odio para apuntar a los inmigrantes alojados en hoteles cerrados por la pandemia.
A octubre de 2021, hay acogidas en el Archipiélago un total de 2.989 personas, 2.505 de ellas en centros del Plan Canarias, según los datos actualizados por la Delegación del Gobierno en Canarias. Los seis macrocampamentos empleados por el Gobierno de España siguen en pie, la mayoría compuestos por casetas de plásticos y camastros. A estos recursos de acogida temporal se sumaron además los Centros de Atención Temporal de Emigrantes (CATE) dirigidos por el Ministerio del Interior en los que la Policía Nacional retiene a las personas migrantes durante las 72 primeras horas para gestionar los trámites administrativos.
Hamza vivió durante cinco días en uno de estos CATE. Tiene 27 años y nació en Beni Melal, una ciudad localizada en el centro de Marruecos, allí estudió la carrera de inglés y trabajó como encargado en un Carrefour. A pesar de que llevaba años planteándose la opción de salir del país no fue hasta este año cuando se decidió a hacerlo. Sus padres le prestaron 1.000 euros y él ahorró los otros 2.500 para poder pagar su plaza en una patera con dos motores. Durante su travesía con 28 personas y solo una mujer, Hamza pensó más de una vez en tirarse al mar. "Ahora aquí ves a muchos hombres fuertes y grandes pero en ese momento, en medio del Océano (Atlántico), todos teníamos miedo y llorábamos", narra ahora desde el exterior del campamento mientras señala un mapa explicando su ruta. "Cuando estás ahí, solo buscas una roca a la que poder abrazarte, pero no hay nada", confiesa.
Después de cinco días de travesía en el mar logró atisbar lo que creía que era tierra europea. Hamza llamó entonces desde la embarcación precaria al servicio de emergencias del 112. Antes del viaje otros compañeros que ya habían realizado la ruta le recomendaron llamar a ese mismo número. Gracias a su buen nivel de inglés, Hamza actuó de portavoz, explicó la situación y Salvamento Marítimo acudió al rescate. La isla más cercana a su patera era Lanzarote, la más oriental del Archipiélago. La distancia entre la ciudad natal de Hamza, Beni Melal, y Arrecife, la capital lanzaroteña donde desembarcó, es de 784 kilómetros en línea recta. Un viaje en avión desde Agadir, el punto en el sur de Marruecos desde el que Hamza salió, hasta el Aeropuerto de Lanzarote dura tres horas y media y cuesta cerca de 100 euros el trayecto. Sin embargo, Hamza pagó 35 veces más por un viaje más peligroso.
Antes de lanzarse al mar y llegar sin casi poder caminar, Hamza trató de conseguir un visado pero le pedían que tuviera mucho dinero. "Casi nadie tiene tanto dinero para pagar lo que te piden y los viajes como el mío dan mucho dinero a las mafias", reflexiona Hamza. "Ahora, viendo cómo es la situación no sé si volvería a subirme a esa patera", confiesa. En Lanzarote hay dos puntos claves en el desembarco de las pateras: el muelle de Arrecife y Órzola. Algunas embarcaciones que no son rescatadas y logran llegar a la isla por sus propios medios se topan con las corrientes del norte, donde el desembarco es más peligroso. El pasado 28 de junio, cuatro personas murieron tras volcar una lancha neumática en las costas del pueblo pesquero. Unos meses antes, el 25 de noviembre de 2020, otras ocho personas murieron también en este mismo punto, esta vez desde una patera de madera.
Hamza vive desde hace un mes en Las Raíces. En el campamento coincidió unas semanas con el inmigrante de Bangladesh y con el de Yemen. Con ellos se comunicaba en árabe y compartía religión, pero sus historias eran muy diferentes. "La religión es muy importante en los países árabes, a veces demasiado", explica Hamza que vive en el campamento con cientos de marroquíes y subsaharianos y se extraña al ver a personas de fuera del continente en su situación. Desde el campamento tinerfeño cuenta historias de naufragios, de pérdida y de nostalgia que otros en situaciones como la suya le han trasladado. "Son muy pocos los que volveríamos a hacer ese viaje", reflexiona.
La nave de Lanzarote
Para las personas que sobreviven y alcanzan tierra, el viaje solo acaba de empezar. Una vez se presta la atención a pie de playa o en el puerto de Arrecife, las personas son trasladadas a un CATE, donde viven bajo control policial durante 72 horas. En Lanzarote hasta este viernes el control policial se hace en una nave industrial a las afueras de la capital. Esta misma nave fue denunciada por varios medios de comunicación el 29 de septiembre por presuntamente hacinar a 500 personas sin duchas y en condiciones precarias. Allí vivió Hamza junto a sus compañeros de travesía durante ocho días antes de ser derivados a Las Raíces. A las críticas a la nave de Lanzarote se suman los Sindicatos policiales que han enviado un comunicado conjunto este viernes en el que afirman que el lugar "carece de los estándares mínimos para la prestación del servicio policial con los migrantes, así como de su habitabilidad".
En el exterior de la nave, se pueden ver cerca de una decena de baños portátiles, un par de toallas con los símbolos de Cruz Roja, así como algunas prendas de ropa colgando al sol. Allí Amed* se sienta junto a otros cinco compañeros cogiendo aire, ataviado con una sudadera que cubre su cabeza. De fondo se escucha un camión de basura que va a recoger los plásticos y dos furgonetas de la Policía Nacional. Con 23 grados las personas alojadas en el recinto no pueden salir del cerco policial mientras dura el trámite administrativo, duermen en camastros y carecen de duchas. Amed* explica por señas que en el interior hay cinco niños y sus voces retumban a lo lejos en el eco de la propia nave. No se puede ver si juegan o no, tampoco dónde duermen. La oscuridad interior de la nave solo permite apreciar detalles confusos desde la distancia. En ella conviven menores, mujeres y hombres hasta que expira el plazo. Allí esperan a que les deriven a los recursos del Plan Canarias y en el caso de las mujeres, familias y niños a otros espacios habilitados para ellas.
A pesar de que la ruta canaria se reabrió desde 2018, según relata el colectivo Caminando Fronteras, el Gobierno de España opta por vías temporales para problemas permanentes. En este caso, para solventar la precariedad de esta nave industrial de Lanzarote, Interior ha instalado un nuevo CATE desmontable en Arrecife, en una explanada junto a la comisaría de la Policía Nacional. Allí una veintena de casetas blancas con capacidad de hasta 200 personas pretende servir de espacio para la atención administrativa. Alrededor de las casetas hay una malla de sombreo que trata de tapar lo que ocurre dentro. Esta vez el nuevo lugar, preparado para ser estrenado, está en el centro de la ciudad. Según el comunicado enviado por los sindicatos policiales, el CATE de Arrecife si está preparado con duchas. En esta misma zona se han instalado también módulos destinados a Extranjería, Policía Científica y un espacio para la asistencia letrada.
El partido nacionalista canario Coalición Canaria lanzó un comunicado a finales del mes de septiembre en el que pedía al Gobierno de España que "no convirtiera a Lanzarote en un nuevo Arguineguín". La isla ha registrado un aumento de las llegadas de pateras en el último mes y Lanzarote no cuenta con un campamento de acogida dentro del Plan Canarias. Antes del anuncio del CATE de Arrecife, tampoco contaba con un espacio fijo para instalar un CATE en el que atender a las personas en movimiento.
Las muertes tras la ruta canaria
Desde el mes de enero hasta la primera quincena de octubre de 2021 arribaron a las costas canarias un total de 14.720 personas migrantes por vía marítima, según los datos ofrecidos por el Ministerio del Interior del Gobierno de España. Esta cifra supone un incremento del 83,3% con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando las llegadas de personas migrantes alcanzaron datos cercanos a los de la crisis de los cayucos en 2006. En 2020 se detectaron un total de 745 embarcaciones, con un total de 23.023 personas a bordo que consiguieron llegar a las Islas. Entre los meses de enero y octubre del pasado año, 310 balsas neumáticas, pateras y cayucos llegaron a Canarias procedentes de África. En ese mismo periodo de 2021 la cifra de embarcaciones asciende a 375.
El Colectivo Caminando Fronteras, en lucha por la defensa de los derechos de las personas y comunidades en movimiento, asegura que la reapertura de la ruta canaria se da a partir de 2018 después de seis años en pausa y los datos ofrecidos desde el Ejecutivo español corroboran esa versión. Con la ruta en marcha, las embarcaciones siguen llegando y Canarias se coloca desde 2020 como la vía hacia Europa más mortífera. En el primer semestre de 2021 las muertes de personas migrantes en su ruta hacia España aumentaron un 526%, revela Caminando Fronteras a través de su sistema de monitoreo. "La crisis diplomática entre Marruecos y el estado español coincide con el aumento de la mortalidad", según concluye este mismo informe.
Entre enero y junio de 2021, la organización cifra en 1.922 las víctimas de la ruta canaria, muy por delante de las muertes en otras rutas como la de Argelia (36 víctimas en cuatro naufragios), Alborán (93 víctimas en nueve naufragios) o El Estrecho de Gibraltar (36 víctimas en nueve naufragios). A finales de 2021, el Proyecto Migrantes desaparecidos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) apuntó que la pérdida de vidas humanas en la ruta hacia Canarias se "agrava" durante este año.
Hamza afirma que no quiere quedarse en el Archipiélago. "Quiero salir a España como todos mis compañeros, me da igual a donde, pero conseguir un trabajo y una buena vida". El sueño de Hamza es alcanzar Reino Unido y poder dar clases como profesor de inglés. Sin embargo, por ahora se conforma con solicitar el asilo en el país y poder conseguir un trabajo. Canarias actúa solo de punto de viaje para alcanzar España y otros estados europeos. El recrudecimiento de las fronteras de la Unión Europea no consigue frenar el avance migratorio, pero sí ha aumentado las muertes en la ruta canaria. "Mientras todo esto siga dando dinero a las mafias, Canarias va a tener que seguir recibiendo a mucha gente", confiesa Hamza.
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