Madrid
Actualizado:Por segundo año consecutivo debido a la pandemia de la covid-19, las temporeras de la recolecta de fresas se quedan atrás en la campaña. Miles de jornaleras se han quedado sin trabajo tras haber recibido su contrato en origen y procedido a abandonar las tasas de visados y desplazamientos completas. Ahora, se encuentran con las ilusiones rotas y sin empleo.
Se trata de entre 1.100 y 1.200 mujeres que recibieron las falsas promesas de trabajar en la recolecta de fresas en Huelva. Para ellas, este trabajo es la única forma de salir adelante económicamente. La plataforma Women by Women, denuncia que la mayoría de las familias que hay detrás de esas mujeres se encuentran desamparadas, casi todas en condiciones sociales de alta vulnerabilidad. Ellas son mujeres solteras, viudas, divorciadas, muchas de ellas madres y principal manutención de sus familias con un carácter precario y, además, procedentes de las zonas rurales menos desarrolladas del Marruecos.
La precariedad de los trabajos de temporera en la fresa no es un secreto. Cada año se denuncia miles de casos donde no solo carecen de derechos laborales, sino que son explotadas y violadas. Sin embargo, este es el único medio para sobrevivir de alguna de estas mujeres. Otras han dejado su trabajo para poder venir a la campaña del fruto y, ahora, se han quedado sin nada a lo que aferrarse. La mayoría, tras endeudarse para poder costearse el viaje, hoy se encuentran sin recursos, aisladas en diferentes puntos del país, algunas sin poder asumir los gastos de luz y agua a los que deben hacer frente desde el pasado invierno.
En extrema pobreza y con secuelas psicológicas
"Lo dejamos todo para poder ir a trabajar en la fresa. Nos llamaron una tarde y nos dijeron que nos quedaban 15 días para irnos, todo estaba en regla, por fin íbamos a poder darle un futuro a nuestros hijos y a sufragar los gastos de nuestras familias. Yo trabajaba en una casa limpiando,y al cabo de los días, no sólo viajé para trabajar, sino que me fui sin ningún trabajo. Aguantamos el año de pandemia como todo el mundo, pero este año no podemos más. Tengo dos hijos pequeños y mi marido tiene cáncer, no tengo para comprar los pañales, ni la comida, ni las medicinas", cuenta una de las mujeres a H. a Noor Ammar Lamarty, fundadora y presidenta de la plataforma digital Women by Women.
Noor Ammar Lamarty, que trabaja como puente de comunicación para hacer llegar la realidad de estas mujeres que sufren la barrera lingüística que no les permite expresarse con medios extranjeros, cuenta la necesidad de solucionar este problema tan urgente por el que pasan estas mujeres: "Todas están en situaciones extremas, necesitan que se les dé una solución práctica y una reparación económica a todas, dejando de desviar la atención siempre al otro país", explica.
La culpa va de lado en lado. "España señala a Marruecos, y Marruecos señala a España. Ellas dudan de si realmente ha sido limpio el proceso de selección para las mujeres que han ido, no entienden haber renunciado a todo y haber preparado sus vidas para un trabajo que les han arrebatado sin ninguna explicación", denuncia Lamarty.
"Hoy por hoy, rozan la miseria y tienen secuelas físicas y psíquicas devastadoras. No dejan de recalcar que nada es por ellas, si no por sus familias. La situación laboral en Marruecos con su baja cualificación no les permite salir adelante", relata Noor Ammar Lamarty tras escuchar a una veintena de estas mujeres, que se organizan en grupos de Whatsapp para mantenerse en contacto y al día con lo que ocurre.
Las temporeras de la fresa: explotadas y abusadas
La situación de las temporeras en Huelva es uno de los focos de explotación laboral a migrantes más grandes de España. Público, ya denunció durante el verano de 2020 las condiciones de abuso y violencia a las que estas trabajadoras son sometidas en algunas empresas y fincas de la provincia, aún más agravados por la covid-19.
En la llamada 'operación Yawari', se detuvo a un hombre de 58 años que explotaba laboral y sexualmente a varias mujeres jornaleras marroquíes en situación irregular en fincas agrícolas entre las localidades de Torre-Pacheco y La Palma. El detenido les exigía a las jornaleras acostarse con él para dejarles trabajar en sus tierras. Esta es solo una historia más de las cientas que aún están silenciadas en el país, donde cada año salen a la luz más casos donde se aprovechan de la necesidad de las mujeres migrantes para convertirlas en esclavas.
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