Este artículo se publicó hace 3 años.
De la masificación a la regulación del acceso a la montaña en Catalunya
Cada vez son más los espacios naturales de Catalunya que anuncian medidas para limitar el volumen de visitantes, que se ha disparado el último año a raíz de la pandemia y la necesidad de escapar al aire libre.
Barcelona-
El pasado verano se viralizaron varias imágenes que mostraban la masificación de emblemáticas cumbres catalanas, como la Pica d'Estats, el Pedraforca, la Mola o Sant Jeroni, entre otros espacios naturales. Las limitaciones de movilidad internacional impuestas por la pandemia y el deseo de realizar actividades al aire libre han provocado un redescubrimiento del medio natural para miles y miles de personas. La contrapartida es que la presión humana en determinadas áreas en momentos puntuales ha ido a más y lo que hace unos meses era un incipiente debate sobre la necesidad de regular la asistencia ha evolucionado hacia un goteo de anuncios de medidas para paliar su impacto.
Entre otros, el Parc Natural del Cap de Creus vetará a partir de este verano el acceso hasta el faro con vehículo privado; en la Vall Ferrera (Pallars Sobirà) se establecerá un sistema de reserva previa del aparcamiento de la Molinassa, punto de inicio habitual hacia la Pica d'Estats; el Ayuntamiento de Queralbs (Ripollès) y el Parc Natural de les Capceleres del Ter y del Freser han acordado que el acceso a Fontalba -punto de salida para el Puigmal- y a las Gorges del Freser sean de pago a partir de Sant Joan y hasta octubre; el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac estudia cobrar por aparcar en el Coll d'Estenalles; el Ayuntamiento de Sant Carles de la Ràpita regulará el acceso a la barra del Trabucador, en el Delta del Ebro. Y la lista podría seguir.
Gestores públicos y expertos consultados por El Quinze coinciden en que, muy probablemente, el incremento de visitantes al medio natural ha llegado para quedarse y, por tanto, la regulación es imprescindible para protegerlo. Si bien el director general de Polítiques Ambientals i Medi Natural de la Generalitat, Ferran Miralles, no ha atendido a El Quinze pese a las reiteradas peticiones, previamente en otros medios había afirmado que la masificación de los espacios naturales "nos preocupa mucho ". En este sentido, la prioridad del Govern de cara al verano es gestionar "el acceso motorizado con vehículos privados", lo que conllevará "habilitar nuevas zonas de aparcamiento, no permitirlo en otros puntos y ponernos más duros con la vigilancia".
Jordi Padrós, coordinador de Espais Naturals de la Diputació de Barcelona -que gestiona diez parques, entre los que están los del Montseny, Sant Llorenç del Munt, Collserola o Montnegre i el Corredor-, coincide en la necesidad de ordenar los aparcamientos e incluso limitar el número de vehículos y añade que, posiblemente, pronto habrá que "poner un límite en la capacidad de carga de determinados espacios en momentos puntuales, básicamente para conservar su valor". El presidente de la Federació d'Entitats Excursionistes de Catalunya (FEEC) -que supera los 42.000 afiliados-, Jordi Merino, recalca que "estamos a favor de que se tomen regulaciones de manera ordenada para proteger el medio natural", pero reclama que se haga "de forma consensuada, que se hable con los diversos actores que lo usan y que se nos tenga en cuenta". En este sentido, lamenta que el Departament de Territori i Sostenibilitat no haya creado una mesa de trabajo para abordar la cuestión, un espacio que considera "necesario y primordial".
Múltiples impactos
Llorenç Planagumà, técnico del Centre per a la Sostenibilitat Territorial (CST) -que agrupa a entidades medioambientales, profesores, investigadores universitarios y agentes económicos-, añade que una masiva presencia humana en el medio natural puede generar tres tipos de impactos: "uno biológico, cuando afecta a la biodiversidad; otro físico, por la erosión del terreno; y un tercero más psicológico, tanto para los vecinos del entorno, que pueden perder su tranquilidad, como para los visitantes, que viven una experiencia distinta [en función del volumen de asistentes]". Planagumà añade que al CST le preocupa especialmente aquellos espacios naturales que no cuentan con una gestión activa, como la que sí tienen los parques naturales. "Normalmente son de ayuntamientos pequeños que no tienen recursos ni personal para gestionarlos y tendrían que recibir apoyo [de administraciones superiores]". El Morro de l'Abella, en Tavertet (Osona), o las coves de Can Riera, en Torrelles de Llobregat (Baix Llobregat), son dos ejemplos de espacios masificados sin una gestión activa.
Las cifras constatan el boom que vivió la montaña el año pasado. Durante julio y agosto la Pica d'Estats contabilizó 7.299 excursionistas, un 66% más que en el mismo período del 2019; mientras que en el Pedraforca la cifra ascendió a 17.659, un 34% más. Los datos aparecen en un completo estudio de Víctor Dorado, investigador del INEFC de Lleida y miembro del Grupo de Investigación Social y Educativa de la Actividad Física y el Deporte (GISEAFE), que culminará con su tesis doctoral sobre la masificación y gestión de las cumbres más emblemáticas del Estado.
El investigador explica que en días puntuales la sobrefrecuentación de la Pica supera el 40% de su capacidad de carga, un índice que se calcula teniendo en cuenta elementos como la teórica capacidad física del espacio, la percepción en cuanto a la masificación tanto de los vecinos como de los visitantes o el nivel de personas que el espacio -por ejemplo, el parque natural- puede gestionar. El peor escenario se da cuando la sobrefrecuentación "provoca cambios irreversibles en la naturaleza, como la desaparición de una especie, o que un camino ya sea irrecuperable".
¿Cómo actuar?
Además de las medidas más restrictivas, como la prohibición o limitación de acceso, se plantean otras alternativas para abordar la situación. Víctor Dorado habla de "medidas suaves, aquellas que no limitan la libertad del visitante". En el caso de la Pica d'Estats propone situar el punto de información de la Vall Farrera -que está en el pueblo de Àreu- en una pista principal, para que todo el mundo pase por allí y se promocionen "otras opciones" además del techo de Catalunya, de 3.143 metros. "Si tienes un punto icónico o saturado, en un mapa guía de un parque no lo pongas", añade.
Jordi Merino, Jordi Padrós o Llorenç Planagumà defienden la necesidad de una mayor sensibilización ciudadana para proteger los espacios naturales. El presidente de la FEEC aboga por generar una "cultura de montaña", que haga a los visitantes conscientes de los riesgos -una de las consecuencias de la masificación ha sido el aumento del número de rescates de montaña- y, gracias a un mayor conocimiento del medio, evite la concentración de la gente en los mismos puntos concretos. Planagumà, por su parte, incide en evitar la "demonización" del visitante, "porque todos tenemos el derecho a acceder a la naturaleza". Apuesta porque cuando se acceda a un espacio "no se explique solo lo que no se puede hacer, si no también lo que se puede hacer, como escuchar el silencio o estar en contacto con la naturaleza". Padrós recuerda que el 80% del territorio catalán es de propiedad privada y detalla que la Generalitat Y el ente provincial impulsarán una campaña de civismo en el medio natural, para evitar determinados comportamientos.
Fuertes crecimientos en verano
El conjunto de parques naturales gestionados por la Generalitat perdió un millón de visitantes el 2020, consecuencia de la ausencia de turistas extranjeros y, en menor medida, estatales. Pero pese a los confinamientosm espacios como los parcs de l'Alt Pirineu, del Cadí-Moixeró o del Cap de Creus ganaron excursionistas. El incremento se concentró sobre todo en verano, con crecimientos importantes también en Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y en el parque de las Capceleres del Ter y del Freser
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