Repoblar la España rural para protegernos del fuego: qué podemos aprender de la tragedia de Los Ángeles
Los expertos abogan por crear "paisajes mosaico" con usos diferenciados del suelo, lo que permite frenar el avance de los incendios y evitar que superen la capacidad de extinción.
Madrid-
Los devastadores incendios en California han dejado al mundo en vilo. La tragedia apela de manera particular a España, ya que comparte condiciones climáticas similares, como la combinación de sequías y vientos fuertes, que ponen en peligro las vidas humanas y la sostenibilidad de los ecosistemas. Un reciente estudio del centro catalán de investigación ecológica CREAF aboga por recuperar 17.000 hectáreas de cultivos para proteger la región metropolitana de Barcelona ante el fuego, una medida que defiende los llamados "paisajes mosaico" como receta aplicable a todo el territorio español.
California cuenta con un bioma mediterráneo, indica a Público Mónica Parrilla, ingeniera forestal y portavoz de Greenpeace. Un bioma es una parte del planeta que tiene un clima, una fauna y una flora común. Aun así, los paisajes pueden variar entre territorios con el mismo bioma –la ambientalista recuerda la diversidad de los mismos incluso dentro de la península ibérica–. Teniendo esto en cuenta, el bosque mediterráneo puede localizarse también en algunas zonas del sur de Australia y de África, entre otros lugares.
El paisaje de California comparte características con el de España y ambos son propensos a los incendios
Al igual que en California, los incendios también forman parte de los ecosistemas en España. Así lo detalla a este diario Cristina Santín, investigadora del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad, dependiente del CSIC. Además, ambos territorios cuentan con "estaciones frías y húmedas, donde crece la vegetación, la cual se seca en los períodos estivales". Esto, junto a una combinación de sequías y vientos fuertes, favorece la ignición de la flora.
Cómo frenar la propagación de incendios
La clave para evitar que el fuego llegue a las zonas urbanas de la región metropolitana de Barcelona, apuntan los datos preliminares del estudio, es mantener los espacios abiertos a su alrededor, como si fueran cinturones de protección. Estos espacios pueden ser cultivos, pastos o zonas adehesadas, según explica a Público Josep María Espelta, investigador del CREAF.
"Los cultivos y pastos son zonas de baja combustión y, por lo tanto, reintroducirlos entre las masas forestales a las zonas periurbanas es clave tanto para alejar el fuego de las personas como para ayudar en las tareas de extinción si llega un incendio", señala en un comunicado Rodrigo Balaguer, también científico del CREAF y principal autor de la investigación.
En concreto, Balaguer defiende que la mejor opción para crear esta clase de paisajes es "recuperar los cultivos que ya existían en los años 50 y se abandonaron y aprovechar los espacios abiertos que los efectos de las sequías ya están generando en los bosques".
Paisajes mosaico: un fuego menos conectado
Esta recuperación de los cultivos pretende crear, en última instancia, lo que los expertos denominan "paisajes mosaico". Se trata de una ordenación del suelo que, además de zonas urbanas y vegetación silvestre, incluye "campos de siega o de pastoreo, entre otros usos", indica Santín. La científica explica que esta era una configuración usual de la naturaleza hasta la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, la despoblación del entorno rural ha traído consigo, además del fenómeno conocido como "la España vaciada", un cambio en los paisajes.
El abandono rural ha provocado en esta España vaciada el crecimiento no planificado de vegetación silvestre. Esto crea una espesura ininterrumpida que permite avanzar los incendios prácticamente sin límites. Donde antes había pasto para las vacas, ahora hay pasto para las llamas. A este respecto, Parrilla subraya la importancia de financiar con dinero público la gestión del territorio: "Los bosques son la gran asignatura pendiente".
La España vaciada ha provocado el crecimiento de vegetación salvaje sin planificar, que sirve de pasto para las llamas
El factor clave que analiza el estudio del CREAF es la llamada "conectividad" del fuego. Un incendio arrasa más hectáreas si el paisaje tiene más conectividad, es decir, si las masas forestales están más conectadas entre ellas y facilitan que el fuego salte de lugar a lugar. Por este motivo, "romper la conectividad del bosque añadiendo espacios abiertos como los cultivos es muy necesario", subraya la institución catalana en su comunicado.
De acuerdo con el estudio del centro catalán, sus datos apuntan que la recuperación de 17.000 hectáreas de cultivos y pastos abandonados en los últimos años, junto con la transformación de las zonas forestales propensas a los grandes episodios de sequía, permitiría disminuir un 30% de media la conectividad del fuego en caso de incendios.
"El patrimonio español también consiste en lo forestal", declara Espelta, "con pastos, bosques y animales". De esta manera, el investigador del CREAF apuesta por aprovechar los espacios abiertos que generan las sequías para reconvertirlos en cultivos o dehesas, de manera que no pierdan "su vocación forestal".
Cuando las llamas son imposibles de apagar
Con la estructura de mosaico, puede haber más focos de incendios, pero estos son más pequeños y, en consecuencia, más fáciles de extinguir. Cuando nada frena el fuego, las consecuencias pueden ser desastrosas. La magnitud de las llamas es tal que "crean su propia climatología, con sus propias nubes, lo que genera tormentas de fuego", explica Parrilla.
Con este panorama, se han popularizado términos como "megaincendios" o "incendios de sexta generación", aunque Santín matiza que no son tan comunes en la literatura científica. Cuando hablamos de esta clase de fuegos, queremos decir que "se encuentran fuera de la capacidad de extinción", recalca la investigadora del CSIC, lo que los hace "más peligrosos".
La gestión actual del territorio facilita la creación de incendios imposibles de apagar
El aumento de este peligro sucede en el marco de la crisis climática, la cual sirve como "caldo de cultivo" para la propagación de los incendios, insiste Parrilla. La ingeniera forestal señala que existe cierta confusión cuando se dice esto porque "el 95% de los fuegos en España son provocados por el ser humano y el resto principalmente por rayos". Sin embargo, lo que hace la crisis climática no es crear las llamas, sino extenderlas.
Todos los expertos coinciden en que la emergencia medioambiental agrava la situación de los incendios. Por este motivo, la de Greenpeace, además de apostar por aumentar la inversión en gestión del territorio –como la recuperación de los cultivos que propone el estudio del CREAF– también remarca la necesidad de "reducir las emisiones y acabar con los combustibles fósiles". Al respecto, la comunidad científica es tajante: para frenar la amenazante peligrosidad del fuego es necesario frenar la crisis climática.
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