Este artículo se publicó hace 4 años.
Incendios en BrasilIncendios intencionados arrasan el Pantanal brasileño, una de las joyas naturales del planeta
Jaguares, antas, carpinchos, caimanes y guacamayos, asfixiados entre las llamas en el mayor humedal del mundo, hoy azotado por la sequía. La humareda ha llegado a mil kilómetros de distancia.
Víctor David López
Río De Janeiro-
Un jaguar o un anta entrando en camilla abrasados en un centro médico es lo último que esperaba Brasil para este 2020 cruel e inolvidable, pero precisamente esa es la estampa de los implacables incendios que están arrasando el Pantanal, el mayor humedal del mundo y patrimonio natural de la humanidad, en la región centro-oeste del país. Por el momento han ardido ya más de dos millones de hectáreas.
Los parajes únicos y serpenteantes que forman el humedal –hoy azotado por una severa sequía–, con vegetación migrada de biomas vecinos como la Selva Amazónica, la Mata Atlántica, el Cerrado o el Gran Chaco, se están convirtiendo en una fosa común para la fauna del Pantanal. La mayoría de los cuerpos nunca serán localizados. Cuando se presenta el milagro de lograr iniciar un procedimiento de rescate, los animales se agarran al último hilo de vida con las patas calcinadas o absolutamente asfixiados. Por los centros de rehabilitación van pasando caimanes, coatíes, ciervos, carpinchos, guacamayos, ante la desesperación de los voluntarios de las organizaciones que colaboran en la preservación de esta área biótica.
Según las investigaciones de la Policía Civil y de la Policía Federal, y según también los datos recopilados por las secretarías de medio ambiente de los estados afectados, Mato Grosso do Sul y Mato Grosso, el origen de los incendios parte de la actividad humana. El objetivo de los incendiarios es ampliar el espacio para pastos. Así lo corroboran el origen y las características del noventa por ciento de los focos –cerca de quince mil–, agravados después por la época de estiaje. La Policía Federal ya ha identificado a un grupo de personas supuestamente relacionadas con los hechos. La humareda de los incendios ha llegado hasta Curitiba, la capital del estado de Paraná, a más de mil kilómetros de distancia.
La catástrofe ambiental y ecológica del Pantanal es el punto culminante de la creciente pérdida de respeto hacia un área antiguamente intocable, cada vez más abierta a explotaciones agropecuarias. La sensación de impunidad hace que las maniobras de quema para "limpiar el terreno" sigan su curso, ajenas a las nuevas tecnologías, a los avances científicos o a la sensibilidad ecológica y medioambiental requerida para territorios como el afectado.
Las llamas, actualmente fuera de control, surgieron hace meses. No se ha puesto en marcha ningún plan para combatirlas sencillamente porque no se ha elaborado ningún plan para tal efecto. Los gobiernos estatales de Mato Grosso do Sul y de Mato Grosso pensaban que podían con ello, y han esperado hasta esta semana para declarar el estado de emergencia. El paquete de medidas económicas que acaba de ser aprobado por el Gobierno Federal –3.8 millones de reales, unos 600.000 euros, para intentar que la devastación sea parcial, y no total– podría ser efectivo si no fuera porque es precisamente el Ejecutivo de Jair Bolsonaro el que legitima los atentados ecológicos en su propio país en nombre del agronegocio.
Ha habido un "incentivo por parte del Gobierno Federal", señala para Público el biólogo Alcides Bartolomeu de Faria, director ejecutivo de Ecoa, una de las organizaciones que trabaja en el Pantanal. "La gente se ha aprovechado de que no va a haber fiscalización por parte del ministerio de medio ambiente. Se ha convertido en tierra de nadie, se sienten seguros a la hora de cometer delitos ambientales".
Ahora mismo hay una veintena de hidroaviones actuando en el Pantanal, pero "cuando llegaron la situación ya era desastrosa", denuncia De Faria. "Los recursos vinieron muy tarde". A estas alturas hacen falta más aeronaves, más camiones cisterna, y poder alquilar más maquinaria para ir abriendo líneas cortafuegos sobre el terreno. Los voluntarios de las ONG lo único que pueden hacer es apoyar a las brigadas contra incendios dentro de sus posibilidades.
Respecto al futuro de la fauna del Pantanal, a los centros de rehabilitación ya existentes –superados por las circunstancias– va a unirse la creación exprés de un centro de atención primaria en Campo Grande, la capital de Mato Grosso do Sul, para gestionar las urgencias hospitalarias de los animales rescatados. "Además de la matanza directa, se destruyen los ecosistemas, las fuentes de alimentación de estos animales, el fuego desequilibra todo", explica el director de Ecoa. "Los animales que huyen hacen presión sobre otras áreas, las alteraciones son brutales".
Entre las zonas del Pantanal más damnificadas por los incendios están el Parque Estatal de las Nascentes do Rio Taquari (más del 30% de su superficie ha sido destruida, en la transición entre los biomas del Pantanal y del Cerrado) y el Parque Estatal del Encontro das Águas (el 65% de su superficie ya no existe). Este último parque alberga una de las mayores joyas naturales del planeta: antes del comienzo de los incendios allí vivían ochenta jaguares. Hallarlos a todos para tratar de rescatarles es casi tan complejo como acabar con las llamas.
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