Rocío Saiz: "Los hombres hacen esfuerzos testosterónicos para no parecer vulnerables"
La cantante madrileña debuta en la literatura con la novela de autoficción ‘Que no se te note’.
Actualizado a
Cantante, actriz, locutora, activista y, ahora, también escritora. Rocío Saiz (Madrid, 1991) debuta en la literatura con Que no se te note (Roca Editorial), una novela de autoficción en la que vuelve a desnudarse.
Un libro con el que pretende desafiar a los lectores: "Para mí el arte significa provocar".
Hace muchos años, leí un reportaje sobre La Fura dels Baus donde comentaban que querían que la gente saliese de su espectáculo con ganas de vomitar, llorar, reír, gritar, enfadarse… Entonces entendí que una obra no debe dejarte indiferente. Si sales igual, para mí no ha significado nada. Al final, te acuerdas de quien te hizo reaccionar. Y este año, en una obra de Angélica Liddell, decía: "Yo no defiendo mi obra, sino el derecho a poder hacerla". Entonces uní conceptos y pensé: si no provoco, no habrá servido de nada.
Usted canta, escribe y es popular, pero como tantas artistas debe desempeñar otros trabajos. ¿El arte es provocación, pero también supervivencia?
No es supervivencia, porque hay gente que gana mucho dinero con el arte. De hecho, existe un mercado artístico del que nosotros no formamos parte. La música no se considera ni siquiera una industria: no hay regulación ni un sueldo mínimo. Para mí el arte es vocacional; supervivencia es el mundo en el que vivimos, que no te permite llegar a fin de mes. El arte, más que supervivencia, es un gasto.
Dice Paula, una de las protagonistas: "Yo quería ser actriz para ser otras personas. Esas otras personas pueden ser guapísimas, estupendas y ricas... ¿A quién le gusta ser pobre?". En otro plano, el metaverso también permitiría al precario gozar de una lujosa vida virtual.
Quizás sería posible tener otro mundo si atravesases muchas dificultades en este, pero hay que tener en cuenta que no todos podrían acceder a él por culpa de la brecha digital. Por otra parte, lo peor del ser humano ya está en internet, incluido Elon Musk.
Volviendo a la pregunta, nadie se identifica como vulnerable ni reconoce que no tiene dinero o trabajo, que no es feliz con lo que hace, que no le gusta su pareja ni su relación con el mundo. Al contrario, la gente está todo el rato interpretando un papel y es muy difícil identificarse como alguien con defectos, porque el grupo te rechaza a nivel económico, social, popular y emocional.
No es oro todo lo que reluce: vivimos en un mundo en el que todo es mentira y en el que todo el mundo intenta ser otro para encajar en un grupo que te rechaza desde que eres pequeño.
Y cuando nos preguntan "¿cómo estás?", respondemos "muy bien".
Es la peor pregunta que te pueden hacer, porque todo el mundo miente. No creo a quien me dice que le va genial, porque todos tenemos problemas. Es más, el mundo está diseñado para que te vaya mal. Y si no identificas o no te duele que el de enfrente está mal, eres un narcisista y un egoísta.
Ojito con la salud mental y el mal empoderamiento, porque el psicólogo no deja de ser un servicio y tú, un cliente. Si vas a un sitio a que te digan que eres maravilloso y estupendo, pero luego apartas a quien está a tu lado y solo piensas en ti, porque lo importante eres tú, algo no funciona.
En el prólogo, presenta 'Que no se te note' así: "Una publicación que os gustaría abrir si tenéis una crisis de ansiedad, si no podéis respirar o no aguantáis más la rutina. Me encantaría que abrieseis este libro y bajase vuestra ansiedad".
El libro no tiene ningún propósito, porque "propósito" me parece una palabra muy concreta, y a mí me cuesta lo concreto y prefiero lo abierto. Tomo medicación desde hace mucho tiempo para gestionar la ansiedad, igual que todo el mundo, porque quien lo niegue está mintiendo. En el libro hablo de Antonio Escohotado y de las drogas. ¿Cuál es buena y cuál es mala? ¿Es peor un gramo de cocaína que 500 comprimidos de diazepam? ¿Acaso es mejor tirarse cuarenta días en un gimnasio sin hablar con nadie, jugando a videojuegos y enganchado a la quinoa? No hay nada mejor ni nada peor. Estoy harta de que todo el mundo sepa la clave de la felicidad y te diga lo que tienes que hacer, pero luego no son autocríticos.
Que no se te note es un libro escrito desde el cariño y el amor. No sigo ninguna lógica ni coherencia. No hay inicio, ni nudo, ni desenlace. He hecho lo que me da la gana y es un caos. También he desafiado a quienes dicen que debe tener un orden: ¿por qué, si la vida no tiene un orden? Simplemente naces y mueres.
Paula le dice a Álex, el profesor de un gimnasio: "Vengo a superar problemas también. Supongo que como todas..., tengo ansiedad, un trabajo que no me gusta, no tengo dinero ni perro ni gatos ni sé qué hacer con mi vida…". Usted no ve los gimnasios como una solución, más bien al contrario.
Son una estafa piramidal internacional. Antes había un gimnasio cada trescientos metros y ahora cada tres, y no es casualidad. Al final, todo es un negocio y no nos damos cuenta. CrossFit es una marca, como Conguitos. No te dicen que hagas deporte, sino que consumas una marca concreta. En el gimnasio nadie se habla ni se relaciona, la gente escucha música por los auriculares, todo el mundo se mira mal... Es el peor sitio para mejorar tu salud mental.
¿Estamos peor que nunca?
Estoy absolutamente convencida. Cada vez son más altas las cifras de suicidio, de violencia obstétrica, de consumo de drogas o ansiolíticos... No me gusta ser una persona pesimista, aunque tampoco puedo ser optimista. Cada vez hay más violencia, los genocidios no cesan y Donald Trump gobierna el mundo. Nos enseñan a competir de una manera salvaje y luego nos dicen que vayamos al gimnasio a seguir compitiendo por la plaza, por el día, por la hora, por el espacio, por la máquina… [risas] Es una competición constante: tienes que ser el más rico, el más guapo y el más simpático. ¿Pero cómo consigues eso, si es imposible?
Usted habla del "sincericidio", o sea, cuando una persona le espeta a otra lo que piensa de ella. Sin embargo, al mismo tiempo, uno no se deja conocer de verdad: podemos mostrarnos triunfadores, pero bajo esa capa a veces escondemos una baja autoestima y una vulnerabilidad.
A veces, no: siempre. Otra cosa es que te esfuerces para que no se te note. La gente hace auténticas salvajadas para esconderlo, como inventarse otros trabajos, amistades y hasta familias. Hay un fanatismo para evitar que vean una rendija por la que hacerte daño. El problema es que en vez de culpar al malote y al chungo, culpamos a las víctimas.
Dice Paula: "¿Por qué nadie habla de lo que importa? Las apariencias, la ansiedad, el sexo, las expectativas, lo que perdiste por cumplir tu sueño, el dolor…".
No es una cuestión de género. Tengo amigos muy sensibles a los que les da mucho miedo reconocerlo. ¿Por qué responden que todo va bien si están tristes? ¿Por qué temen que los vean así? Yo les digo: "Si verbalizas que estás hecho polvo, vas a estar mejor". Por no hablar de los hombres de otra época, que no iban al psicólogo, sino que terminaban en el bar. Además, los hombres también se machacan entre ellos, incluso entre los gais, de ahí que muchos solo tengan amigas para evitar que les hagan daño. En todo caso, los hombres hacen esfuerzos testosterónicos para no parecer vulnerables y muchos sufren un montón.
No podemos estar solos, aunque a veces nos sentimos así rodeados de gente e incluso en pareja.
Es un temazo del que nadie habla. Hay parejas que te hacen sentir peor que estando sola, pero nos empeñamos en seguir. Además de matemáticas, deberían enseñarnos a poner límites y a soltar. Sin embargo, a veces estamos juntos por inercia con personas que no te miran, no te hablan y te dan la espalda. Gente que se mete en la cama sin decirte buenas noches, mientras tú lloras sin que se note para evitar una bronca. Intentas que todo vaya bien, dejas de ser tú y al final, para evitar el conflicto, te pierdes a ti misma.
Relaciones tóxicas que no son exclusivas de las parejas.
La relación tóxica también puede darse con los hermanos y los padres. La violencia intrafamiliar está normalizada. Aunque los padres nos hagan daño, los queremos igual, algo muy animal. Te pueden estar torturando y tú sigues intentando que te quieran. Estamos todo el rato intentando que nos acepte gente que nos hace daño, porque no estamos preparados para que nos rechacen y nos traten mal. Hay un maltrato generalizado en la pareja, en la familia y en el trabajo. ¿Por qué no nos vamos? Todos nos quedamos y aguantamos. Sin embargo, una relación de maltrato —no solo en el seno de la pareja— nunca mejora.
¿Cuándo decidió que se le notase?
No hubo un momento concreto. En realidad, es un poco mentira, porque en la mitad del planeta no puedo dejar que se me note. Si quiero viajar por la mitad del mundo, no puedo darle la mano o un beso a mi novia, ni siquiera ir sola por determinados sitios. Quiero que se me note a nivel público y político, pero antes va la supervivencia. ¿La gente tiene que salir del armario? Pues depende. Si estás en peligro, no, porque si en algunos lugares sales a la calle con la bandera arcoíris te pueden matar. Si asesinaron a Samuel en A Coruña, imagínate en otros sitios.
Es un libro de autoficción, ¿pero cuánto hay de usted?
Hay mucho de mí, de mis amigas y de cosas que me han contado, aunque también me he inventado otras. El pasaje de la donación de óvulos es real. Te ríes, pero entre broma y broma, la verdad se asoma: una amiga los donó para poder viajar a Tailandia y yo llegué a consultarlo porque no tenía dinero para comprar un ordenador. Una de las protagonistas es adicta a la cocaína y otra al Tinder, como todo el mundo [risas]. Y sí, yo he ido a gimnasios y los odio.
¿Ha sido contraproducente enseñar el pecho en un concierto? ¿Algunos se han quedado con la parte por el todo?
Absolutamente. La gente cree que fue positivo, aunque ha sido muy negativo. Pese a haber publicado cinco discos y un libro, es difícil que te tomen en serio, porque para algunas personas sigo siendo "la de las tetas". Cuando lo hice, tenía sentido, pero ya no. Yo no me desnudaba por gusto, sino porque en aquel momento era necesario para cambiar las cosas. Ahora es absurdo. De hecho, piensan que soy la imitadora de Amaral, lo que me hace mucha gracia.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.