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El incendio que tuvo lugar el sábado en el parque natural de Doñana ha afectado a un perímetro de 10.900 hectáreas, aunque dentro de ese espacio no todo se ha perdido. Hay 2.414 hectáreas de superficie forestal intacta (islas verdes en medio de un paraje destrozado) y otras zonas en las que sólo ha ardido matorral. El Plan de Emergencias por Incendios Forestales de Andalucía (Infoca) ha presentado la primera evaluación de daños, midiendo por GPS y satélite la superficie quemada, para concluir que la zona de arbolado y matorral calcinado ocupa 8.486 hectáreas.
La mayor parte pertenece a la ampliación del espacio natural de Doñana que ensanchó los límites de suelo protegido del parque hace apenas 11 meses. El fuego ha afectado a dos espacios con protección especial: el parque natural de Doñana (6.761 hectáreas) y el Paraje Natural Laguna de Palos y Las Madres (17 hectáreas). El primero de ellos, donde se concentra la mayor parte de la superficie quemada, dispone de 1.905 kilómetros de cortafuegos diseñados para prevenir las situaciones de emergencias por incendios forestales y ayudar a minimizar los daños. Más de un tercio de los kilómetros de cortafuegos que hay en la provincia con más masa forestal de Andalucía (Huelva) se han llevado a cabo dentro del parque natural de Doñana.
Pese a todo, lo que ha evidenciado la primera inspección sobre el terreno que han realizado los técnicos de la Consejería de Medioambiente es que esos mecanismos de control y seguridad fueron “claramente insuficientes”. Las altas temperaturas, el clima seco y el fuerte viento se unieron para propiciar “la situación más adversa posible para frenar un fuego”. Además el suceso tuvo lugar muy entrada la tarde del sábado, cuando los servicios aéreos del Infoca ya no podían intervenir porque se les venía encima la noche. “Ni con el doble de presupuesto ni con el doble de recursos humanos habríamos hecho más ni mejor”, dice el director general de Gestión de Medio Natural de la Junta, Javier Madrid. Varios grupos ecologistas consultados, como Greenpeace o Ecologistas en Acción, defienden que en “labores de prevención siempre se puede mejorar”, pero están de acuerdo en que “con estas características era complicado pararlo”.
Los bomberos han encontrado dentro del perímetro afectado árboles quemados, separados entre sí por diez metros de distancia sin vegetación, sólo arena. ¿Cómo se propagaron las llamas de uno a otro? Madrid culpa a las pavesas, trozos de madera o corteza de los árboles que saltan al entrar en combustión inflamada y se convierten en cenizas o esquirlas. “Se formaron bolas de fuego que, movidas por el viento, saltaron los cortafuegos, pasando de la copa de un árbol a otro alejado varios metros de distancia”, dice el director general.
Es algo que los ecologistas ya han visto antes, en el feroz incendio de Riotinto (Huelva) que arrasó 35.000 hectáreas y mató a dos personas hace 13 años. “El pino que se repobló aquí en los años 50 es una especie propagadoras de fuego, como el eucalipto. El fuego hizo explotar las piñas en los árboles, que saltaron de copa en copa extendiendo las llamas. Las pavesas pueden saltar unos metros o incluso kilómetros, dependiendo del viento. Entonces de poco sirven los cortafuegos”, dice el portavoz de Ecologistas en Acción en el Consejo de Participación de Doñana, Juan Romero. El incendio de Huelva se propagó gracias a rachas de viento de 30 a 40 kilómetros por hora (hasta 90 kilómetros por hora a partir de las 22 horas del sábado).
En efecto, la Consejería de Medio Ambiente se lamentaba este miércoles de las “discusiones” que han mantenido en el pasado y “las críticas” que han recibido de algunos colectivos por trazar tantos cortafuegos dentro del espacio natural de Doñana, con una anchura de 50 metros de tierra. “El fuego y el viento los sortearon con facilidad”, admite Madrid. Los grupos ecologistas creen que “los cortafuegos son necesarios”, porque permiten a los bomberos acceder de noche, “cuando el fuego duerme”, y anticiparse a las llamas del amanecer. A veces son los propios bomberos los que queman durante la noche algunas zonas -“incendio controlado”, lo llaman- para retirar combustible al primer frente de la mañana, cuando la combustión aumenta. En este caso el Infoca no llegó a usar esta técnica.
Greenpeace defiende que, en algunos casos, es más útil sustituir los cortafuegos por “áreas de protección más ancha”, espacios vacíos de vegetación. No eliminan el fuego, pero sí ralentizan su avance. “En vez de cubrirlo con matorral, se puede usar pastizal, tipo dehesa, que además permite una mayor densidad de conejos, que son necesarios en Doñana”, explican.
Trabajos de reforestación
Ahora que el fuego está extinguido -apenas queda un retén de 45 bomberos refrescando los últimos rescoldos- un equipo técnico-científico de la Consejería de Medioambiente estudiará la zona para programar los trabajos de recuperación, pero “estos no comenzarán antes de un año”. Un grupo de biólogos se adentrará este viernes en el área afectada del parque para evaluar en qué estado ha quedado la corona forestal, pero sobre todo el suelo. El estado del suelo es la clave para saber cuándo puede empezar el protocolo de recuperación de la zona quemada y cuánto tiempo durará.
Hay árboles que no se han quemado, pero que están muertos porque las altas temperaturas los ha deshidratado. Otros están “flambeados”, pero podrán salvarse. Los restos de pinares calcinados se eliminarán, se dejará el astillado sobre el terreno para compostage o se retirará. Madrid advierte de que en este aspecto sí tienen que “actuar con celeridad para evitar la proliferación de plagas” de insectos perforadores que se alimentan de la madera quemada.
Lo que sí ha sido un acierto, admiten los ecologistas, es que Doñana no esté vallado ni alambrado, eso ha permitido escapar de las llamas a todos los animales que tenían velocidad y medios para lograrlo, como los linces, los gatos monteses, las aves… Los biólogos tendrán que determinar cuántos insectos y animales vertebrados e invertebrados han muerto abrasados. En Doñana se contabilizan 300 especies de fauna y al menos 35 de ellas se han visto amenazadas por el fuego. Una de las que más preocupaba al Gobierno andaluz era el lince ibérico, pero a día de hoy se han localizado vivos todos los ejemplares desaparecidos.
El director del espacio natural de Doñana, Juan Pedro Castellano, presentará la semana que viene una propuesta de recuperación ambiental de la zona afectada, y se inclina más por otra vegetación que por replantar el pinar destruido. Esta especie es de repoblación de los años 50. Los ecologistas abogan por dejar los árboles que se han salvado y reforestar el entorno con especies autóctonas, como las sabinas, los enebros y los alcornoques. WWF defiende que haya un “mosaico de vegetación diversa”, porque la masa forestal monoespecífica, por ejemplo de pinos, crea “bosques butaneros”, propensos a grandes incendios, como el más reciente de Portugal.
Todos los grupos verdes consultados piden a la Junta que no se precipite en los trabajos de reforestación, que respete “el banco de semillas”, porque están convencidos de que la propia naturaleza se regenerará rápido con las primeras lluvias de octubre. “Repoblar de forma precipitada es perder tiempo y dinero. Deben esperar y no dejarse llevar por la psicosis de las redes sociales que reclaman empezar a sembrar ya”, dice Romero.
Sin que el fuego se hubiera extinguido del todo, empezaron a surgir plataformas ciudadanas para captar voluntarios a través de las redes sociales para que ayuden a la reforestación de Doñana.
La red Voluntarios para la recuperación de Doñana, organizada por Huelva Opina, ha incluido un formulario en su página de Facebook para que se inscriba cualquier ciudadanos, señalando la disponibilidad de días que puede trabajar en la zona, el tipo de formación que tiene y varias casillas que indican qué clase de servicio quiere hacer: reforestar, recuperación de fauna, transporte y coordinación. Vecinos de Mazagón han creado la plataforma Todos con Mazagón, todos con Doñana para aunar esfuerzos tras el incendio, con el fin de aunar esfuerzos y coordinación para organizar un movimiento ciudadano.
Se trata de una iniciativa similar a la limpieza de chapapote en las playas de Galicia tras el hundimiento del Prestige. De momento la Junta “no autorizará la entrada de voluntarios en el parque”, porque “cualquier trabajo de recuperación debe estar monitorizado. No obstante, la presidenta Susana Díaz ha anunciado que se “habilitarán de forma inmediata mecanismos para canalizar el apoyo ciudadano a la recuperación de la zona incendiada en Moguer”.
La Consejería de Medio Ambiente ya ha puesto a disposición de la sociedad andaluza en su página web un formulario para canalizar la múltiples solicitudes de participación que se han recibido en los últimos días, al objeto de ayudar en tareas de regeneración de la zona afectada por el incendio en el paraje La Peñuela, en Moguer (Huelva).
En paralelo a los trabajos de evaluación de daños arranca también la investigación sobre las causas del incendio, casi con la única hipótesis de que el origen fue la mano del hombre, intencionada o negligente. La otra opción es que el fuego lo propiciara algún efecto climatológico -sólo el 2% de los incendios lo provocan las tormentas- pero el sábado no hubo tormentas ni rayo. “Sabemos que fue el hombre”, dice Madrid.
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