Un estudio de EEUU analiza 60 tampones y concluye que todos contenían metales tóxicos
Estos rollos absorbentes pueden contener elementos nocivos como plomo, arsénico y cadmio, según los análisis realizados por investigadores de EEUU. En futuras investigaciones se comprobará si se filtran o tienen algún efecto en el organismo.
Uxía S. Lorda (SINC)
Madrid--Actualizado a
Este mes de agosto se publica en la revista Environment International un estudio sobre la presencia de metales y elementos afines en los tampones de varias marcas, un producto que potencialmente usan millones de personas cada mes.
Los resultados confirman que pueden contener metales tóxicos como plomo (Pb), arsénico (As) y cadmio (Cd). Los tampones son especialmente preocupantes como posible fuente de sustancias químicas como estas, ya que la piel de la vagina tiene una mayor capacidad de absorción que la de otras partes del cuerpo.
Además, los productos son usados de manera mensual por un gran porcentaje de la población. Entre el 50 y el 80 % de quienes menstrúan, usan tampones durante varias horas al día.
"A pesar de esta gran preocupación potencial para la salud pública, se ha hecho muy poca investigación para medir los químicos en los tampones", expresa la autora principal Jenni A. Shearston, investigadora de la Universidad de California en Berkeley.
La investigación, en la que también han participado las universidades estadounidenses de Columbia y la Estatal de Michigan, es la primera que mide los metales en tampones.
"Con preocupación, encontramos concentraciones de todos los metales que analizamos, incluidos algunos tóxicos como el arsénico y el plomo", recalca Shearston, quien aclara a SINC que su estudio, de momento, "no demuestra si estos metales pueden salir de los tampones o si pueden ser absorbidos por el cuerpo o contribuir a algún efecto sobre la salud".
Potenciales peligros de los metales
Se sabe que los metales pueden aumentar el riesgo de demencia, infertilidad, diabetes y cáncer. También dañar el hígado, los riñones y el cerebro, así como los sistemas cardiovascular, nervioso y endocrino. Además, pueden perjudicar la salud materna y el desarrollo fetal.
Las concentraciones de plomo eran más altas en los tampones no orgánicos, pero las de arsénico eran más elevadas en los orgánicos
"Aunque los metales tóxicos son ubicuos y estamos expuestos a niveles bajos en cualquier momento, nuestro estudio muestra claramente que los metales también están presentes en los productos menstruales, y que las mujeres podrían estar en mayor riesgo de exposición al usar estos productos", declara la coautora Kathrin Schilling, profesora de la Universidad de Columbia.
Cuantificación de 16 metales
Los investigadores evaluaron los niveles de 16 metales –arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc– en 30 tampones de 14 marcas diferentes. En total, analizaron 60 muestras.
Los productos se compraron entre septiembre de 2022 y marzo de 2023 en tiendas físicas de EEUU, de la Unión Europea y el Reino Unido, así como de dos grandes minoristas en línea. Las concentraciones de metales variaron según el lugar de compra, si eran de marca o genéricos, y si eran orgánicos o no.
Respecto a esto último, las concentraciones de plomo eran más altas en los tampones no orgánicos, pero las de arsénico eran más elevadas en los tampones orgánicos.
Sin embargo, encontraron que los metales estaban presentes en todos los tipos de tampones. Ninguna categoría tenía de forma consistente concentraciones más bajas de todos o la mayoría de los metales.
Etiquetado, control y regulación
Estos elementos metálicos pueden llegar a los tampones de varias maneras. Por una parte, el algodón con el que están fabricados podría haber absorbido los metales del agua, el aire, el suelo, a través de un contaminante cercano –por ejemplo, si un campo de algodón estuviera cerca de una fundición de plomo–.
Por otra, algunos pueden ser incorporados de forma intencional durante la fabricación como parte de un pigmento, blanqueador, agente antibacteriano, o algún otro proceso en la fábrica que produce los productos.
"Hemos revisado patentes que sugieren que algunos metales pueden añadirse intencionalmente como agentes antimicrobianos o para el control de olores", apunta Shearston.
"Realmente espero que se exija a los fabricantes que analicen sus productos en busca de metales, especialmente de metales tóxicos", subraya la investigadora, que añade: "Sería emocionante ver cómo el público reclama esto, o pide un mejor etiquetado en los tampones y otros productos menstruales".
La investigadora reconoce que ella no que ella no es reguladora, "pero me gustaría que se obligara a los fabricantes a etiquetar los tampones con sus ingredientes".
Por el momento, no está claro si los metales detectados en este estudio contribuyen a algún efecto negativo sobre la salud. En futuras investigaciones se comprobará la cantidad que puede filtrarse desde los tampones y ser absorbida por el organismo, así como la presencia de otras sustancias químicas.
Los autores concluyen que se necesita más investigación para confirmar esos aspectos. También coinciden en que es crucial una regulación más estricta y atención continuada para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas que utilizan los tampones.
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