zaragoza
La covid-19 vuelve a situarse como la principal causa del exceso de mortandad que, de nuevo, sufre España. De hecho, en varios de los últimos días ha superado como el principal motivo del ‘sobrante’ de fallecimientos sobre los registros habituales a las altas temperaturas, que en lo que va de verano se han llevado por delante más de 1.700 vidas, según los datos del MoMo, el sistema de monitorización de la mortalidad que gestiona el Instituto de Salud Carlos III.
El cruce de esos datos con los del seguimiento de la pandemia que difunde el Ministerio de Sanidad indican que el coronavirus fue la principal causa del exceso de mortandad en al menos dos de los últimos diez días (del 10 al 19 de agosto) y estuvo cerca de serlo otros tres.
Eso pone fin a un periodo de casi un mes en el que ese puesto lo había ocupado el intenso calor de este verano, con julio como uno de los meses con temperaturas más elevadas desde que hay registros en varias zonas tanto del norte como del sur y del centro de la península ibérica.
El aumento de los fallecimientos por Covid-19, que superan en la última semana los 120, diez veces más que hace un mes, no deja de ser una consecuencia lógica de la activación en España de la segunda ola epidémica del coronavirus, en la que, como ocurre en esas situaciones, el aumento de los contagios precede al de las hospitalizaciones y tras este se produce un repunte de muertes, normalmente por su combinación con otras dolencias, de quienes no superan la enfermedad.
Las fases de una ola epidémica tradicional
"Hemos tocado techo por segunda vez en transmisión comunitaria y estamos bajando" en contagios, explica a Público Francis Falo, director general de Salud Pública del Gobierno de Aragón, la primera comunidad en la que, nada más cesar el estado de alarma, comenzó a levantarse la segunda ola.
No obstante, su sistema sanitario se prepara para un tramo duro en el que "descenderá el número de casos pero subirá la mortalidad, y en medio se producirá un periodo en el que habrá más altas hospitalarias que ingresos. Es lo que ocurre en una onda epidémica tradicional", pronostica.
Aragón, donde varios brotes en geriátricos han adelantado el avance de los niveles de mortandad previsibles, se encuentra ahora en el tránsito de la primera a la segunda de esas tres fases, con una ralentización de los positivos y un acercamiento de las altas a las hospitalizaciones.
Sin embargo, a la mayoría de las comunidades, algunas de las cuales registraron oficialmente en la primera quincena de agosto una transición de la escasez de contagios a la transmisión comunitaria tan desconcertante como vertiginosa, le queda un buen trecho para llegar a ese punto de inflexión. Varias están ahora en el aumento de positivos.
La presión asistencial se dispara en Madrid, Andalucía y la Comunitat Valenciana
"Llevo muchas semanas diciendo que esto no se ha acabado", advirtió el jueves el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. "Las cosas no van bien” y "cada día tenemos más transmisión", destacó, antes de añadir que "las características de los casos y la sobrecarga del sistema son diferentes, pero estamos teniendo una transmisión importante".
Eso está provocando, además del incipiente repunte de las muertes, un aumento de la presión asistencial ya que las hospitalizaciones superaron en un 35% a las altas (1.523 por 1.126) el miércoles y el jueves en el conjunto del país. Los registros resultan especialmente inquietantes en tres de los territorios más poblados del país como Andalucía (151 por 111, con un desfase del 36%), la Comunitat Valenciana (128 por 74, +72%) y Madrid (443 por 285, +55%). Por el contrario, la tendencia es descendente en Catalunya (193 por 281, -45%).
En el caso de Madrid se suman otros aspectos como el hecho de que un 9,5% de las camas de la red hospitalaria pública ya estén ocupadas por afectados por la covid-19, un nivel que solo supera el 13,4% de Aragón y que rebasa incluso el 8,3% de Euskadi, otro de los territorios más afectados, o, también, que la expansión del coronavirus se haya disparado en distritos del área sur de la capital como Usera, Carabanchel, Villaverde y Puente de Vallecas.
“No es cierto que el coronavirus afecte a todos por igual”
La detección de elevadas incidencias de la pandemia en los antiguos barrios obreros, hoy multiculturales y a menudo periféricos, de las grandes ciudades no es casual. La mayor difusión se debe, entre otras causas, a condiciones como la mayor ocupación de las viviendas, que complica el aislamiento y facilita el contagio, o a la situación de necesidad económica de una parte de sus habitantes, que dificulta la renuncia a la actividad laboral por cuarentena.
"No es cierto que el coronavirus afecte a todos por igual. Afecta más a quien menos capacidad de respuesta tiene", indica Falo, que admite que los rastreadores se encuentran en ocasiones en estos entornos con la resistencia de algunos contagiados a identificar a sus contactos cuando eso puede afectar a la ocupación de estos. "Empezamos a notar algunas resistencias a identificar en el entorno laboral", anota.
Eso está ocurriendo pese a la elevada detección de asintomáticos y al corte de parte de las cadenas de contagio por la mejora de los rastreos y la intensificación del uso de las PCR en la práctica totalidad de las comunidades. Y sucede cuando faltan menos de dos meses para los primeros fríos y unas semanas para el inicio del curso escolar.
No obstante, el sistema sanitario todavía dispone en su conjunto de margen para atender nuevos casos, ya que la tasa de camas ocupadas por pacientes contagiados por el coronavirus se sitúa en el 4,3% en el conjunto del país.
La clave para que no se acerque al colapso, lo que sí provocaría un nuevo confinamiento, se encuentra en la red de atención primaria. "La presión asistencial se contiene donde hay un buen sistema de primaria que permite realizar el diagnóstico y el rastreo en origen, ya que eso facilita la entrada ordenada de los pacientes en el sistema sanitario", explica Delia Lizana, de la Federación de Sanidad de CCOO. La pasada primavera, esa presión se concentraba en los servicios de urgencias hospitalarios, incapaces de asumir y gestionar la avalancha de casos por su propia estructura.
La mortalidad del calor quintuplicó a la del coronavirus durante cuatro semanas
El repunte de la mortandad por Covid-19 y el descenso de la que provoca el calor llegan después de dos meses de verano en los que la meteorología quintuplicó los efectos mortíferos de la pandemia y en los que, entre el 20 de julio y el 15 de agosto, el país registró su segundo periodo de exceso de mortalidad tras el del 10 de marzo al 9 de mayo, en el que el número de fallecidos por coronavirus alcanzó un mínimo de 27.133 y pudo llegar a 48.105 (https://blogs.publico.es/alberto-sicilia/2020/06/05/28-000-o-48-000-cuanta-gente-ha-muerto-en-espana-por-el-coronavirus/ ) en función del método de recuento aplicado.
Así, el cruce de los datos del sistema MoMo general con los del dedicado específicamente a las elevadas temperaturas y con los del Ministerio de Sanidad sobre el coronavirus señalan que casi dos tercios del ‘sobrante’ de 2.650 fallecimientos sobre la media diaria de los últimos diez años registrados en esa fechas tuvieron su origen en las consecuencias del calor (1.656, 62,5%) mientras la Covid-19 causaba uno de cada nueve (303, 11,5%) y algo más de la cuarta parte (691, 26%) se debía a otros motivos.
La incidencia mortal del calor fue entre cinco y seis veces superior a la de la pandemia en ese periodo, entre el 20 de julio y el 15 de agosto, en el que seis comunidades autónomas registraron fases de exceso de mortalidad.
Siete excesos de mortalidad en seis comunidades en julio y agosto
Según el último informe MoMo, esos episodios seguían activos el 17 de agosto en Madrid, con 372 óbitos de más desde el 21 de julio, y en la Comunitat Valenciana, con cien desde el día 10 y otros 228 del 27 de julio al 8 de agosto. En Aragón cesó el día 15 tras un ‘sobrante’ de 157 muertes iniciado el día 4.
En todos ellos los mayores de 74 años fueron los más afectados, de manera similar a lo ocurrido la pasada primavera aunque ahora con un ratio de exceso seis veces inferior dentro del grupo y un peso similar en el balance global: del 74% de entonces, cuando 36.162 de las 43.556 (83%) personas ‘de más’ que perdieron la vida pertenecían a ese grupo, al 11,8% de ahora (2.228 de 2.650, 84%).
Andalucía registró otro episodio de mortalidad excesiva entre el 23 de julio y el 6 de agosto, en este caso con 380 fallecidos, Castilla-La Mancha tuvo otro de 204 iniciado tres días después y terminado cuatro más tarde y Extremadura sufrió uno más, del 15 al 23 de julio, con 88.
Y antes, en mayo, los hubo en Baleares (21 muertos de más los días 9 y 10), Catalunya (65 el 21 y el 22) y Madrid (92 del 22 al 25).
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