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@e_bayona
ZARAGOZA .- ¿Comen cadmio los caballos? ¿Y plomo los ciervos? No directamente. Como tampoco los peces consumen mercurio. Aunque todos ellos lo hacen al ingerir plantas en las que se han ido acumulando esos metales pesados tras viajar por la atmósfera y el agua en forma de contaminación y al depredar a otros animales. Los análisis que los veterinarios del Gobierno de Aragón efectúan dentro del Plan Autonómico de Control de la Cadena Alimentaria ponen de manifiesto esta vertiente de la contaminación ambiental que se manifiesta en los animales silvestres y las especies de ganadería extensiva.
Los análisis del año 2015 han revelado la presencia de metales pesados en casi el 20% de esos animales que fueron analizados en los mataderos aragoneses: dos positivos de cadmio en ciervos, uno en jabalíes, otro en ganado vacuno y siete –de diez muestras- en caballos, a los que se suma uno de plomo en otro cérvido. Doce positivos en 66 pruebas, a los que se suma el hallazgo de residuos de una sustancia organoclorada en uno de los toros de lidia, procedente de una ganadería andaluza, que murió en la plaza de La Misericordia.
“Se trata de animales de cierta edad que han ido acumulando esas sustancias a lo largo de su vida, normalmente en las vísceras, el hígado o los riñones”, explica Alberto Alcolea, jefe del Servicio de Seguridad Alimentaria y Salud Ambiental, que añade que todas esas incidencias son comunicadas a las comunidades de las que proceden los animales para que investiguen las causas, en ocasiones relacionadas con los pastos. También anota que estas situaciones no suelen entrañar riesgos para la salud humana al ser desechadas en los propios mataderos esas vísceras, que, por otra parte, no suelen tener salida al mercado.
Los expertos vinculan la contaminación a la actividad industrial y la minería
“Los mayores niveles de cadmio se encuentran en el riñón, seguidos del hígado y músculo tanto en el ciervo como en el jabalí”
En el caso de los animales de caza, “los mayores niveles de cadmio se encuentran en el riñón, seguidos del hígado y músculo tanto en el ciervo como en el jabalí”, señala un estudio de la Universidad de Córdoba, que, apunta como causas principales para la presencia de esos metales en los vegetales a las características geológicas de la zona –cadmio, plomo, zinc y arsénico llegan de manera natural al agua en zonas como Salamanca-, sus condiciones climáticas, la disponibilidad de alimentos o “incluso por el desarrollo industrial y otras actividades antropogénicas como la actividad minera”.
Minería e industria, anota el informe, “están asociadas a un incremento de metales en los sedimentos y por lo tanto relacionadas con una mayor transferencia a las plantas y a los herbívoros que habitan en esas áreas”. Por otro lado, añade, “en los medios puramente rurales los fertilizantes y los productos fitosanitarios pueden llegar a constituir la principal fuente de contaminación por metales pesados”.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), por su parte, se refiere al cadmio como “un contaminante ambiental cuyas fuentes provienen del medio natural, de la industria y de la agricultura”. Resulta “primariamente tóxico al riñón”, puede provocar “desmineralización ósea” y algunos estudios lo asocian “con un incremento del riesgo de cáncer en pulmón, endometrio, [de] vejiga y [de] mama”.
Un magnífico indicador de cómo está la atmósfera
“Esos datos son un magnífico indicador de cómo tenemos la atmósfera y de la calidad del universo vegetal”, lamenta el divulgador ambiental Paco Iturbe, que apunta como causas a la combinación de la contaminación de las plantas que comen esos animales -como consecuencia de la polución- y a las peculiaridades de su metabolismo.
Coincide con Luis Clarimón, experto en medio ambiente de CCOO, que recuerda cómo “en algunos episodios registrados en Europa los tóxicos han acabado en la cadena alimentaria por actuaciones negligentes, como ocurrió hace unos años con las dioxinas en los pollos belgas y en el porcino alemán”. Sin embargo, en otros casos el origen de esas sustancias es ambiental: las centrales térmicas lanzan mercurio al quemar carbón, el uso de las antiguas gasolinas provocaba la emisión de plomo y obras con la del vertedero de Bailín, que diseminó organoclorados a lo largo de más de 300 kilómetros del Ebro y de uno de sus afluentes, hizo que aparecieran trazas de lindano (CHC) en un lago pirenaico a más de 2.000 metros de altura. “Nadie había ido a echarlos allí, cayeron desde la atmósfera al precipitarse por el frío”, añade.
“La contaminación atmosférica contribuye al aumento del contenido de cadmio, especialmente en el caso de las hortalizas de hoja y los cereales"
Para Clarimon, “lo propio sería que las administraciones investigaran las causas por las que esos metales pesados llegan a los animales, su origen, para tratar de evitarlo. Una vez se ponen en circulación resulta prácticamente imposible ponerles barreras”.
La FAO, por su parte, lleva décadas alertando sobre cómo “la contaminación atmosférica contribuye al aumento del contenido de cadmio, especialmente en el caso de las hortalizas de hoja y los cereales”, y sobre su presencia en los caballos, por sacrificarse a una edad tardía, y en los crustáceos y los moluscos, que se alimentan por filtración.
“Existe sólo un margen de seguridad relativamente pequeño entre la exposición derivada de una alimentación normal y la exposición que produce efectos nocivos”, sostiene este organismo, considerado la principal autoridad mundial en materia alimentaria y que hace unos días alertaba sobre la extinción de especies ganaderas.
Menos engorde ilegal y más sulfitos, alérgenos y residuos de plaguicidas
Los resultados del Plan Autonómico de Control de la Cadena Alimentaria en Aragón, una de las comunidades de mayor producción ganadera de España y cuyos mataderos más animales sacrifican junto con Andalucía, Catalunya y Castilla y León, permiten constatar la reducción de las prácticas de engorde ilegal que fueron habituales hasta hace unos años en el sector. Aunque también pueden indicar que el I+D de los tramposos vaya por delante del de la Administración y que los equipos de esta no logren detectar todas las sustancias prohibidas.
En las 2.500 muestras de canales para buscar sustancias prohibidas o con periodo de supresión únicamente salieron dos positivos por betaagonistas y otras dos por antibióticos. “Casi no hay engorde ilegal”, explica Alcolea, para quien “los productores de carne están concienciados. Aunque siempre hay algún delincuente, por lo general son cuidadosos y no utilizan sustancias ilegales”.
Lo que no son los ganaderos es del cuidadosos del todo, según se desprende de los 50 episodios de ceagalenoma, infecciones en cerdos provocadas por un hongo que crece en el pienso cuando este sufre condiciones de humedad.
Los servicios sanitarios aragoneses también localizaron el año pasado residuos de plaguicidas superiores a los permitidos en frutas y hortalizas. “No sabemos si es por tratamientos de cosecha o postcosecha”, señala Alcolea. El año anterior dieron positivo el 4,8% de las muestras.
La búsqueda de sulfitos ofreció resultados similares –casi un 6% en 2014-, mientras que la de alérgenos arrojó prácticamente el doble de positivos -11,8%-.
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