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Amika George era una estudiante de 17 años cuando hace dos leyó un informe que la dejó impactada. La organización Freedom4Girls, que suministra productos de higiene sanitaria a mujeres en Kenya, había recibido una llamada inédita: su interlocutor no se hallaba a 9.000 kilómetros de distancia, sino en un colegio de la ciudad británica de Leeds. Sus responsables les pedían ayuda porque estaban comprobando que el número de alumnas que faltaban a clase cuando tenían la menstruación empezaba a incrementarse de forma alarmante debido a que no podían pagar los productos de higiene femenina.
Así que Amika decidió actuar ante lo que se conoce como la pobreza del período. Le puso nombre a su lucha: FreePeriods (Períodosgratis), creó una petición en la plataforma Change,org y desde entonces no ha parado hasta conseguir que las autoridades británicas asuman el coste de los tampones y las compresas de las alumnas de familias más pobres.
En agosto de 2018 el gobierno escocés se convirtió en el primero del mundo en hacerlo y desde entonces las estudiantes de sus escuelas de primaria, secundaria y universidades ya no tienen que preocuparse por algo que se había convertido en un estigma para ellas. Después vino el ejecutivo de Gales, que tomó la misma decisión. Y por último, llegó Inglaterra; hace unas semanas el Ministro de Economía Phillip Hammond anunció que desde septiembre los productos de higiene femenina serán gratis en las escuelas secundarias inglesas. Y como centenares de activistas alzaron la voz para decir que no era suficiente, hace sólo unos días dijo que la medida se extenderá a los colegios de primaria a partir de 2020.
Una de cada diez chicas no puede permitírselos
El mismo año en el que Amika comenzó su campaña, una encuesta de la organización Plan Internacional realizada a 1.000 chicas de entre 14 y 21 años revelaba que una de cada diez no podían permitirse estos productos. Otro 12% llegó a contar que improvisaban sus propias compresas con papel higiénico, calcetines, toallas o incluso periódicos. Y tampoco son aislados los casos de profesores que aseguran habérselos comprado ellos mismos a algunas alumnas.
En Reino Unido estos productos están gravados con un 5% de IVA -lo que se conoce como ‘VAT reducido’, frente al VAT normal que es del 20%- desde que el gobierno laborista decidió bajarlo en el año 2.000. Pero en un país en el que, según la asociación benéfica Trusell Trust, la demanda de los bancos de alimentos ha alcanzado una cifra récord, para muchos ciudadanos sigue siendo un coste muy elevado dentro de la lista de la compra.
De hecho, ahí están otros productos como los pañales infantiles, lo cascos de moto o los libros impresos, por ejemplo, que sí están exentos de cualquier tasa. El ejecutivo de Theresa May asegura que si no hace lo mismo con los productos de higiene femenina es porque no puede: "El criterio de Reino Unido para determinar la estructura del IVA, como ocurre con todos los estados miembros de la UE, está limitada por la legislación europea sobre el IVA y, hasta la fecha, la introducción de una nueva tasa cero sería contraria al acuerdo actual". Por eso algunas cadenas de supermercados decidieron asumir ellas mismas lo que se conoce como la ‘tampon tax’.
Aún así, la conclusión de un estudio elaborado por la plataforma vouchercodespro.co.uk desveló que en toda su vida, una mujer se gasta más de 21.000 euros en productos relacionados con la menstruación.
La menstruación convertida en un estigma
Según FreePeriods, el movimiento detrás del que está Amika George, "está demostrado que el estigma que rodea los períodos afecta directamente el potencial de una niña para tener éxito". Sus cálculos indican que si una estudiante falta a la clase cada vez que tiene la menstruación, supone 145 días menos con respecto a sus compañeros varones.
Pero eso no es lo único que hace mella en las chicas, también la vergüenza que sienten no sólo de tener el período sino de hablar de él y que les impide pedir consejo o ayuda.
Lucy Russell, gerente de la campaña de Reino Unido de Plan International asegura que “es devastador escuchar el impacto que (la pobreza del período) está teniendo en la vida de las niñas, su capacidad para ser ellas mismas y su autoestima. Para muchas, lidiar con su período cada mes es un desafío difícil y en la Gran Bretaña del siglo XXI éste no debería de ser el caso”.
La pregunta inevitable se la formuló la revista Elle a Amika en pleno auge de su campaña: "Si los hombres sangraran cada mes, ¿tendríamos este problema?"; su respuesta fue rotunda: "Si los hombres tuvieran el período, todos los productos menstruales serían gratis y lo habrían sido desde hace mucho tiempo".
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