Los aspectos más negativos del turismo en Barcelona: masificación y encarecimiento de la vivienda
El 61,5% de los barceloneses cree que se está cerca del límite en la llegada de turistas. Expertos y plataformas vecinales reclaman más restricciones a las aperturas hoteleras y la recuperación de la gestión pública de las actividades sociales.
Barcelona--Actualizado a
La opinión generalizada de la ciudadanía barcelonesa sobre el turismo, que se manifiesta en conversaciones informales o en los encuentros de activistas o asociaciones vecinales, ya se refleja en las estadísticas oficiales. El último ejemplo se encuentra en el informe de Percepción del turismo en Barcelona 2023 elaborado por el Departament d'Estudis de Opinió de l'Oficina Municipal de Dadades del Ayuntamiento de Barcelona. Una de sus conclusiones es que un 61,5% de los barceloneses cree que se está llegando al límite en la capacidad de recibir turistas.
A pesar de que en 2023, un 70,9% de los encuestados todavía consideraba el turismo una actividad beneficiosa para la ciudad, solo dos puntos por debajo que hace cinco años, centrándose especialmente en su aportación económica, en este periodo se han incorporado otras externalidades: la ocupación del espacio público, el motivo principal de los aspectos negativos , que aparece en el 23,6% de los comentarios, y el aumento de precios de la vivienda. La percepción del primer factor ha crecido casi 10 puntos entre 2021 y 2023, mientras que la masificación lo ha hecho en un 6,3, escalando desde el 10,2% de hace tres años hasta el 16,5% del pasado.
El mismo informe efectúa un análisis desde la óptica de la ocupación, en el cual se refleja que seis de cada 10 personas que trabajan en el sector estarían dispuestas a cambiar de trabajo como consecuencia de sus condiciones laborales. Un 25% de las respuestas sitúan el cambio en el interés en otros sectores, más de un 30% lo asocia a una mejora de su situación laboral y un 12% lo atribuye a la presión del trabajo o la necesidad de apostar por la conciliación familiar.
Seis de cada 10 personas que trabajan en el sector turístico estarían dispuestas a cambiar de trabajo
Después del escenario pandémico, el turismo y su impacto en el paisaje urbano, la configuración de las actividades económicas y comerciales y sus efectos gentrificadores y uniformizadores han vuelto al debate público. "Una de las estrategias que se han utilizado contra la masificación ha sido desplegar el fenómeno a otros barrios, como podría ser Poblenou o Sant Antoni, el que no ha servido para solucionar el problema, sino para extenderlo". Esta reflexión del miembro del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà (OACU) José Mansilla sirve para explicar la realidad de la expansión del turismo en ciudades como Barcelona después de la salida de la crisis de la Covid-19.
Restringir las licencias hoteleras
Ante esta situación reexpansiva, Mansilla pide extender las restricciones a la concesión de nuevas licencias de establecimientos hoteleros, que ahora se aplican a la conocida como zona 1, formada por Ciutat Vella y Poblenou, a otros barrios de Barcelona.
Actualmente, el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat), que regula estas acciones, permite en áreas como el Eixample y Sant Antoni, ubicadas en la zona 2, abrir un hotel si previamente se ha cerrado otro.
"Una medida sería extender las restricciones para abrir un establecimiento hotelero que se establecen en la zona 1, tanto a la 2 como a la 3, en que se está aprovechando la normativa para levantar nuevos hoteles en Horta o el Guinardó", ha declarado el miembreo del observatorio.
Con el objetivo de limitar el exceso de financiación pública por el ámbito de la promoción turística, Mansilla insta a sustituir Turisme de Barcelona, el consorcio publico-privado que la gestiona, por una competencia directa municipal. "Se tienen que intensificar acciones como el control de las licencias de pisos y apartamentos turísticos, de forma que el Ayuntamiento de Barcelona presione en la Generalitat de Catalunya, a la vez que se tienen que coordinar políticas para evitar la fuga de la implantación de hoteles y otros establecimientos similares en poblaciones de la corona del área metropolitana".
La ocupación desmesurada del espacio público resulta incompatible con la vida de los vecinos
En una línea similar, reivindica una modificación de los planes de usos municipales, de forma que "se restrinjan sensiblemente los establecimientos dedicados a la restauración, sobre todo la proliferación de terrazas. Se trata de conseguir un paisaje comercial no tan uniforme, más variado", ha señalado José Mansilla.
El ocio nocturno, como atractivo turístico
La Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic (ABDT) insta a la consolidación de un plan de alojamientos turísticos metropolitano que impida la concesión de cualquier nueva licencia y paralelamente que se elabore una normativa municipal de terrazas que ponga en el centro la salud de la población y su derecho al descanso.
La ABDT denuncia los impactos negativos del turismo en Barcelona: "Contribuye de manera importante a la expulsión de vecinos y a la gentrificación, la precarización laboral porque crea muchos puestos de trabajo precarios y la contaminación porque promueve el tráfico de aviones y de cruceros".
La asociación vecinal del Casc Antic califica de "horrorosa" la masificación, recordando que la ciudad ha pasado de ser un centro histórico con museos y piedras antiguas a una amplia variedad de locales de ocio nocturno que son atractivos turísticos. "Tenemos turistas desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la madrugada", expone la asociación.
El colectivo añade que la ocupación desmesurada del espacio público resulta incompatible con la vida de los vecinos y de los comercios que no están orientados al turismo.
Administraciones, expertos y vecinos admiten que el turismo puede llegar a ser positivo si ayuda a proyectar al exterior actividades culturales, industriales y del mundo de la investigación. El problema, que acaba derivando en la ocupación del espacio público y en tensiones al precio de la vivienda, es la actuación de los grandes operadores que controlan el mercado, que apuestan por la estacionalidad y la masificación.
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