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Actualizado:"Defender Europa". Es el título elegido por el partido ultraderechista Vox para la cumbre que organiza este fin de semana en Madrid. En ella, su líder, Santiago Abascal, se rodeará de algunos de los principales dirigentes europeos de extrema derecha. Destacan principalmente el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y el de Polonia, Mateusz Morawiecki. También estará presente la conocida dirigente francesa Marine Le Pen. Vox, que se encuentra en pleno pulso electoral con el Partido Popular (PP), se arropa de esta manera de sus referentes en Europa, ampliamente cuestionados por actitudes xenófobas o sancionados por la UE por minar la independencia judicial, entre otras cuestiones.
El objetivo de los de Abascal es seguir tejiendo sus alianzas internacionales a nivel europeo. Ya durante los últimos meses han intensificado, también en pugna con el PP, sus relaciones en América Latina. Ahora, tras celebrar en diciembre un encuentro similar en Varsovia, capital de Polonia, llega el turno de Madrid. En aquella reunión se intentó avanzar en la unión de toda la extrema derecha europea en un único grupo parlamentario, ya que actualmente existe división en dos.
Destacan las ausencias, como también ocurrió en Varsovia, de los partido ultras italianos de Matteo Salvini y Georgia Meloni. Precisamente Salvini ha sido uno de los impulsores de la idea de unificación entre las extremas derechas. Él, junto a los partidos de Le Pen y Alternativa por Alemania forman parte del grupo Identidad y Democracia. Vox, y las extremas derechas de Meloni (Hermanos de Italia), Polonia, Grecia, Bélgica o Suecia, entre otros, forman parte del Grupo de los Conservadores. Fidesz, el partido de Orbán, tras su salida del Partido Popular Europeo, se encuentra fuera de ambos.
El objetivo de la cumbre, según han señalado desde Vox, es "defender Europa de las amenazas exteriores e interiores, impulsando una alternativa que haga frente a la deriva globalista, que amenaza a la Unión Europea atacando la soberanía de las naciones". Abascal ha señalado que todos los reunidos tienen "grandes coincidencias en el diagnóstico de los desafíos de Europa y voluntad de colaboración para construir una Unión Europea fuerte de naciones soberanas que colaboren libremente", en la defensa de las fronteras, la soberanía y sus raíces.
Tanto Orbán como Morawiecki han protagonizado sonoras polémicas en los últimos tiempos. En primer lugar, en Hungría se ha legislado claramente contra la homosexualidad. Sus leyes han recibido la condena europea, a excepción de Vox y con el PP mirando de perfil. Las citadas leyes incluyen la prohibición de hablar de homosexualidad con menores en lugares públicos y también su
representación en las escuelas y en los programas de televisión, publicidad o cualquier plataforma accesible a los menores de 18 años. En este contexto, el Gobierno de Orbán vincula la homosexualidad con la pedofilia.
Los rasgos xenófobos también son una característica de la política implantada por Orbán. Su Gobierno se ha opuesto a la imposición de cuotas obligatorias para repartir refugiados entre distintos países de la UE. El líder de extrema derecha ha afirmado que un niño húngaro no puede sustituirse por uno africano o asiático. Una actitud ultranacionalista que además ha sido incluso criticada por el Papa Francisco, quien les ha pedido una mayor apertura hacia "los sedientos de nuestro tiempo".
Abascal ha puesto como ejemplo a Hungría en varias ocasiones
Orbán no esconde su autoritarismo y su baja concepción de la democracia. En un discurso realizado en 2014, consagró que Hungría era un Estado "no liberal" y se comparó con países como Singapur, Rusia, Turquía o China. Para historiadores como el italiano Steven Forti, el país que lidera Orbán es especialmente paradigmático. "Un régimen que no es de por sí autoritario 100%. Mantiene algunas características democráticas formales, se celebran elecciones, la oposición se puede presentar. Pero el poder político intenta usar cualquier baza para acallar a la oposición política y social. Orban lo ha venido haciendo claramente", señalaba en una entrevista con Público.
"Ha modificado la Constitución, no solo reduciendo el número de parlamentarios sino introduciendo una serie de cuestiones no menores sin escuchar a la oposición. Hay temas que tienen que ver con la libertad de expresión", añade Forti al respecto. "Hungría ha sido un ejemplo frente a las presiones ideológicas de Bruselas", señaló Abascal, que ha alabado continuamente sus políticas. Con él, además, comparte un creciente euroescepticismo y desconfianza ante la UE.
Polonia y su "justicia"
Por otro lado tenemos a Polonia. En octubre del pasado año su Tribunal Constitucional provocó una crisis institucional sin precedentes. Declaró la supremacía de su Carta Magna sobre el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Nunca nadie había llegado tan lejos en el seno de la UE. En términos prácticos, suponía la salida del país del ordenamiento jurídico de la UE.
La respuesta de las instituciones europeas fue contundente en lo verbal y en lo práctico. El Tribunal de Justicia de la UE condenó a Polonia a pagar una multa de un millón de euros al día por vulnerar la independencia judicial. La tensión entre Morawiecki y la Comisión Europea fue de tal calibre que este avisó que si le bloqueaban los fondos europeos se podría provocar "una tercera Guerra Mundial".
También Polonia se ha hecho tristemente "famosa" por un rotundo retroceso en el derecho al aborto de las mujeres. Una nueva ley, aprobada en 2020, consideraba ilegal la interrupción del embarazo aunque hubiera malformación en el feto. Un año después, según destacaron numerosas organizaciones internacionales, los efectos de esa ley provocaron abortos no seguros, clandestinos, mujeres que se ven forzadas a marchar al extranjero para abortar o continuación de embarazos no deseados y de riesgo. Tampoco hay que olvidar las llamadas "zonas libres de ideología LGBTi" que se han creado en algunas zonas del país, sin validez legal pero respaldadas por el Gobierno amigo de Vox.
Hungría y Polonia, junto con Brasil, también gobernado por los socios naturales de Vox, son algunas de las democracias que más se han resentido durante la pandemia. Así lo refleja un informe publicado en noviembre de 2011. En este sentido, Orbán aprobó una ley que le permitía alargar indefinidamente el estado de alarma. La medida autorizaba al Ejecutivo para gobernar por decreto con poderes extraordinarios sin límite temporal.
La representación internacional del evento se completa con Marlene Svazek (Austria), Tom Van Grieken (Bélgica), Krasimir Karakachanov (Bulgaria), Martin Helme (Estonia), Valdemar Tomasevski (Lituania), Rob Roos (Países Bajos) y Aurelian Pavelescu (Rumanía).
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