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Una ola vuelve a recorrer el mundo. A veces coge forma de tsunami e inunda calles durante varias semanas. Otras veces son gotas incesantes, continuas, cayendo sin parar. Son lluvia y son tormenta. Son los estallidos sociales que enloquecen a gobiernos, enfurecen a policías y movilizan a cientos de miles de seres humanos en los más variados escenarios. Son las llamas que no se apagan.
El año que está por terminar no solo dejará imágenes de gente con mascarilla o o brazos al desnudo en salas de vacunación. 2021 también será el año de las protestas en Colombia y en Chile, de las movilizaciones por la libertad del rapero Pablo Hasél en España o del grito del 'Black Lives Matter' en EEUU.
Estos y otros actos populares han merecido la atención de Jule Goikoetxea, profesora del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad del País Vasco (UPV) e investigadora de la Universidad de Oxford, y del jurista y politólogo Albert Noguera. Del diálogo entre ambos ha surgido Estallidos, un libro recientemente publicado por Bellaterra Edicions que recoge precisamente un análisis sobre el impacto y significación de esas olas de protestas.
"Las imágenes de turbas, fuego, disturbios y barricadas son cada vez más habituales en todos lados", afirma Goikoetxea a Público. En tal sentido, la investigadora apunta precisamente hacia "las revueltas de Túnez, Turquía, Egipto y Libia", así como "las Mareas y el 15M, los procesos y manifestaciones independentistas", llegando incluso a "la batalla de Urquinaona de Barcelona seguida por las movilizaciones contra diversos encarcelamientos a raperos, militantes y políticos".
Distintas razones, similares características. "La mayoría de estos estallidos son imprevistos, aparecen y desaparecen y los sujetos que los protagonizan son heterogéneos y traen consigo viejas, pero también nuevas demandas no encuadrables dentro del esquema clásico", reflexiona la autora.
La pandemia sorprendió a un mundo en el que había varias calles ardiendo. Antes de que el coronavirus lo impregnara todo, en el agitado panorama internacional surgían imágenes de millones de personas movilizadas en lugares muy distantes: desde Hong-Kong a Colombia, pasando por Chile o la Francia de los Chalecos Amarillos, las reivindicaciones sociales, políticas y antirrepresivas recorrían el mundo.
Con esos escenarios sobre la mesa, Goikoetxea y Nogueras se plantean la pregunta del millón. ¿Estamos ante simples revueltas o asistimos a algún tipo de revoluciones? "Para responder a eso, primero nos hacemos una serie de preguntas relevantes: ¿La revolución es un cambio estructural llevado a cabo mediante guerra, lucha armada y dictadura o cuentan los cambios estructurales realizados sin nada de eso? ¿Qué son cambios estructurales? Y por tanto, ¿qué es estructural?", plantea.
A su juicio, "están surgiendo nuevas contradicciones y nuevas formas de resistencia que obligan a repensar y redefinir los conceptos clásicos de la teoría política, de su práctica y de su organización". De hecho, el trabajo publicado junto a Noguera busca "pensar colectivamente sobre conceptos como el de revolución, revuelta, clase social, identidad, sujeto histórico, utopía, poder y cambio político".
En el caso concreto de España, Goikoetxea sostiene que "la crisis de gobernabilidad y deslegitimación del sistema político tiene otro eje añadido, que es la estructura territorial". Aparecen así las revueltas en Catalunya, con políticos encarcelados y manifestaciones que marcaron el día a día.
La investigadora habla así de "un tipo de neoliberalismo que, incluso en esta era supuestamente global, se compone de mimbres franquistas y nacional-católicos", marcado por una "élite corporativa" que necesita "controlar el Estado para convertirlo en una gestoría privada".
La reacción de la izquierda
En su trabajo, Goikoetxea y Noguera buscan descifrar también cuál es la respuesta de la izquierda ante esos estallidos. "La izquierda es conservadora como el resto de la población en el sentido de que es obediente en general, es decir, reproducimos las normas, la moral, los deseos y las costumbres del sistema dominante", destaca la profesora de la UPV.
"La mitad de esta izquierda esencialista terminará en la derecha en unos pocos años"
Del mismo modo, cree que en este debate también está "la izquierda reaccionaria, esa a la que le molesta la diversidad porque siempre se sintió identificada con la unidad", una izquierda que "sigue creyendo que la heterosexualidad es una pulsión, no un régimen político, esa que cree que los hombres ni nacen ni se hacen, sino que los escupe la cigüeña en mitad de la meseta con derechos y con habilidades lingüísticas, racionales y productivas enganchadas a sus taparrabos". "La mitad de esta izquierda esencialista terminará en la derecha en unos pocos años", apunta Goikoetxea.
Los estallidos que vendrán
La ola de protestas en tiempos de pandemia no cesará. "Estamos en una época de estallidos continuos porque el sistema productor de mercancías sigue basándose en expropiar y explotar a la gran mayoría de la población mundial, pero a diferencia de la Europa del siglo XX llena de estados keynesianos, en este siglo ya no necesitarán las instituciones estatales puestas en marcha para crear sujetos productivos, que es para lo que servía la educación pública, la sanidad pública o los derechos a cambio del trabajo remunerado", pronostica.
Goikoetxea cree que "si hasta ahora expropiaban masivamente a mujeres, migrantes y personas racializadas a nivel mundial para poder explotar al proletario europeo a cambio de un sueldo, en este siglo la expropiación se expandirá en contraposición a la explotación". "La ciudadanía con derechos será una élite aún más reducida que hoy, por lo que son previsibles ciclos diferentes de estallidos", agregó.
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