madrid
Menos del 1% de los usuarios de Internet en Francia e Italia han entrado en páginas que publican noticias falsas. La gran mayoría de ciudadanos dentro de ese 1% visitaron también portales de medios de comunicación contrastados para informarse, atenuando así el posible efecto de esas fake news. En materia de atención prestada a unos y otros, la comparación es insostenible: los franceses pasan 17 veces más tiempo en Le Monde que en las 20 páginas de desinformación más visitadas del país; los italianos, 59 veces más en La Repubblica que las 20 webs locales de fake news.
Son los resultados del primer análisis del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford sobre las fake news, que desacreditan el discurso político alarmista que se ha desatado en torno a este fenómeno en casi todas las democracias occidentales. "El análisis de la evidencia disponible sugiere que las noticias falsas tienen un alcance más limitado del que en ocasiones se asume", remarcan los autores del estudio Measuring the reach of fake news and online disinformation in Europe.
Los estudios muestran que la alarma política generada en torno a las noticias falsas no se corresponde con la realidad
Las conclusiones de la investigación, la primera sobre el contexto europeo, siguen la misma línea que los primeros estudios independientes sobre la influencia de las noticias falsas en las elecciones de EEUU de 2016. Según un análisis auspiciado por el Consejo Europeo de Investigación (dependiente de la UE) publicado a principios de enero, el impacto de este fenómeno es mucho más reducido de lo que se deduce de algunos discursos políticos y "estuvo muy concentrado en un pequeño grupo": el 60% de visitas a noticias falsas vino del 10% de votantes más escorados a la derecha.
Los estudios sugieren además que, en el caso estadounidense, la mayoría de visitas a noticias falsas llegó de usuarios que se expusieron a ellas voluntariamente, sabiendo que entraban a páginas donde el objetivo era atacar a uno de los candidatos y no ofrecer información veraz. Todos ellos destacan la tremenda importancia de Facebook en la difusión de desinformación, motivo por el que la red social última un cambio en su algoritmo que impida que sea el caldo de cultivo perfecto para las noticias falsas.
Regulación en dirección contraria
El primer estudio sobre fake news en el contexto europeo se ha centrado en Francia e Italia debido a que son países que han legislado para combatirlas. Destaca por estrafalaria la decisión de Italia, donde el primer ministro, Paolo Gentiloni, ha pedido a los ciudadanos que denuncien ante la Policía toda noticia falsa que detecten en las redes.
Italia ha pedido a sus ciudadanos que denuncien ante la Policía cualquier noticia falsa que detecten
Tanto el Ejecutivo de Gentiloni como el del francés Emmanuel Macron han sido duramente criticados por organizaciones de defensa de la libertad de prensa y sindicatos de periodistas, que denuncian la aprobación de normas que atentan contra el derecho a la información a pesar de que se sabe muy poco del fenómeno que pretenden combatir.
Alemania y la República Checa también ha creado unidades para interceptar fake news. En España es la comisión mixta de Seguridad Nacional la que está analizando el supuesto problema, que en el contexto patrio se ha aderezado con la teoría de la injerencia rusa en el referéndum soberanista de Catalunya. Una trama sobre la que tampoco se ha presentado ninguna prueba hasta el momento.
Organizaciones que velan por la libertad de prensa piden que la desinformación se combata con información, no con censura
En este sentido, destaca del análisis de la Universidad de Oxford y el Instituto Reuters el poco tiempo que pasan los usuarios leyendo un contenido de dudoso origen, comparándolo únicamente con el principal periódico de cada país. Respalda el argumento de los críticos, que piden que la desinformación se combata con más información y no con censura. También derriba la visión del ciudadano como sujeto acrítico al que el poder político debe señalar qué es una noticia falsa y qué no, así como la necesidad de "tomar medidas y que los malos no puedan generar problemas a la gente normal", como expresó en la comisión de Seguridad Nacional el portavoz de Ciudadanos, Luis Miguel Salvador.
Una investigación complicada
De los estudios se extrae que el poder político ha exacerbado el discurso contra las noticias falsas para impulsar legislaciones liberticidas en prácticamente todas las democracias occidentales, aprovechando que se sabe muy poco de este fenómeno. Quizá el principal motivo de ello es la dificultad para identificar de manera sistemática qué es una noticia falsa y qué es simplemente mal periodismo, así como la ausencia de figuras de consenso encargadas de listarlas.
¿Es legítimo que un medio de comunicación privado, con sus intereses políticos y económicos, defina la rigurosidad de sus competidores?
Así lo reconocen los autores del estudio europeo: "Nuestro objetivo fue recurrir a las mejores listas de fuentes disponibles, pero es posible que estas listas no incluyan algunos sitios web destacados de noticias falsas". Para el análisis del contexto francés, por ejemplo, una de las referencias de los investigadores fue el proyecto de Le Monde Décodex, donde los usuarios pueden introducir la URL de una noticia y comprobar si es fiable o no. Las dudas que genera esta fuente resultan obvias: ¿es legítimo que sea un medio de comunicación privado, con sus intereses políticos y económicos, el que defina la rigurosidad de sus competidores?
En la lista de páginas que producen fake news los investigadores incluyeron también a RT y Sputnik, medios financiados por el Gobierno ruso (en el caso italiano solo a Sputnik, puesto que RT no cuenta con una redacción italiana). Lo hicieron reconociendo que "estas organizaciones respaldadas por el estado ruso son claramente diferentes de los sitios que se dedican a la fabricación con fines de lucro de noticias falsas".
El motivo de su inclusión es que la unidad de la UE encargada de vigilar la propaganda rusa ha detectado que han publicado desinformación en el pasado. Es decir: en su caso es el poder político quien las condena como foco de información no veraz, algo que no ha hecho con destacados medios que también han sido pescados difundiendo bulos. El País, por ejemplo, ya ha recibido la primera condena judicial de 2018 por publicar desinformación sobre Catalunya y es el principal difusor de la teoría de los hackers rusos.
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