Entrevista a Mariano Sánchez Soler"El PP está preparando la alianza con Vox para alcanzar la Moncloa"
Madrid-
Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) es un prolífero investigador sobre la dictadura y la transición. Novelista del género negro, periodista e historiador, ha desentrañado el origen de las fortunas de los prebostes franquistas en sus libros Los ricos de Franco y Los Franco, S.A. Ahora publica La larga marcha ultra. Desde la muerte de Franco a Vox (1975-2022) (Roca Editorial), que puede considerarse, sin duda, el primer ensayo que recorre desde el tardofranquismo hasta la actualidad, con la presencia de Vox en el Parlamento, todo el universo de la extrema derecha en España. Es un trabajo monumental que analiza los motivos por los que la ultraderecha española ha tardado más de 40 años en entrar en las instituciones.
Junto a su libro La transición sangrienta, esta nueva obra es fundamental para entender el auge, no solo en España, de una ideología que se sirve del sistema democrático para acabar con él y constituir un nuevo régimen fascista.
¿Por qué en España la extrema derecha ha tardado tanto en llegar al Parlamento cuando en otros países vecinos lo hizo décadas antes?
La proximidad de la dictadura es el primer motivo; hay que tener en cuenta que los dirigentes de la extrema derecha de los años 70 y 80 venían del aparato franquista. Blas Piñar [líder de Fuerza Nueva] había sido un alto cargo de la dictadura. Aunque hay que recordar que en 1979 Blas Piñar fue diputado por Madrid. El hecho de que fuera una continuación del sector nostálgico del franquismo influyó en la sociedad española, que quería un cambio, un sistema democrático como el de Europa. La sociedad no los veía como una alternativa política porque esa gente venía del franquismo y del nazismo.
También hay un aspecto sociológico que explica el por qué ahora sí han conseguido llegar a la instituciones: gran parte de los votantes actuales no vivieron la dictadura franquista. La edad de los votantes es un aspecto importante. Es otra generación la que está ahí.
Hasta la llegada de Vox al Congreso, en 2019, ¿dónde se había refugiado el voto de la ultraderecha?
Todo el voto de extrema derecha se refugió en el Partido Popular, primero en Alianza Popular, y luego en el PP. La extrema derecha está dentro del PP y ese voto estaba ahí hasta la irrupción de Vox. Al generarse una escisión en el seno del PP, de gente con un pasado ultraderechista, falangistas, que habían hecho un voto útil con el PP, en cuanto surge Vox se lleva esos votos.
¿Los sectores más vulnerables de la sociedad son un caladero de votos para la ultraderecha?
La gente vota a quien cree que le va a resolver sus problemas. La clase social no implica necesariamente que se haga un voto de izquierda, eso es una simplificación. Hitler se alimentó con voto obrero al principio de su asalto al poder y Mussolini también. Hay un voto de disgusto ante el abandono de amplios sectores de la población a su suerte, de no haber sido capaces de resolver los problemas de zonas deprimidas, y son un caladero de votos para la extrema derecha. Ha habido barrios en los que ha ganado Vox sin hacer campaña, sin haber ido siquiera. Piensa en Francia, todo el cinturón suburbial de París, que votaba al Partido Comunista luego pasó a votar a Le Pen, al Frente Nacional. Cuando esos sectores se sienten abandonados pues surge este voto.
Hay un sector de la sociedad española, tres millones y pico de votos, que vota a Vox porque está por la unidad de España, el control de la inmigración, que España vuelva a ser una gran potencia mundial y, sobre todo, la denuncia de la corrupción permanentemente, para desmontar las ONG feministas y LGTBI. Son los cuatro ejes que vertebran la ultraderecha española.
¿Tiene alguna habilidad especial Santiago Abascal para haber convertido a la extrema derecha en la tercera fuerza política?
Bueno, han hecho una campaña trumpista, han ido a buscar el voto a la gente que no le interesa la política y a los jóvenes faltos de información política. Las redes sociales ha sido un éxito brutal para captar las simpatías de la gente joven. En las campañas electorales prohibieron la entrada a los grandes medios españoles y eso no les impidió subir exponencialmente el número de votos.
Piensa que de los fundadores de Vox, allá por 2013, sólo queda Abascal. Vox ha pasado de prometer primarias a que una minúscula ejecutiva dirija el partido.
Estructura el libro en tres actos que son los escenarios cronológicos donde se ha movido la extrema derecha desde la muerte de Franco hasta la actualidad. El primero de ellos muestra numerosos episodios violentos, como el asesinato de Yolanda González. ¿La violencia es innata en la ultraderecha?
Innata no lo sé, no podría responder, pero creo que el discurso del recurso a la violencia está ahí siempre, el suyo es un lenguaje violento. Se alimenta el odio entre la gente y eso genera violencia. El primer acto, la transición, es violento; se intentó frenar el avance de la democracia con la violencia selectiva por parte de la ultraderecha y con la violencia sistemática por parte de las estructuras del Estado. Esa violencia cesa cuando gana el PSOE las elecciones [octubre de 1982] y ven que por ahí no van a ganar nada. Luego hay un sector que es muy violento dentro de la ultraderecha, que aboga por la acción directa. Hay que pensar que siempre se recurre a la violencia cuando no se pueden lograr las cosas de otra manera.
En los años 90 surgió el filón de la xenofobia como arma política, que es una de las banderas de Vox.
Sí, hay que tener en cuenta el naufragio de la extrema derecha que venía del franquismo; se queda huérfana hasta que llega el triunfo del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen en Francia. Creían que iba a llegar hasta aquí ese auge, pero no, y fue por falta de liderazgo. Se imita a Le Pen y surge el lema "Los españoles primero", con el que se intenta criminalizar la inmigración, que ya empezaba a llegar. Aparece la xenofobia y el racismo como actores políticos fundamentales de la extrema derecha. Pero España seguía siendo la excepción en cuanto a la representatividad parlamentaria de la extrema derecha.
El 28 de abril de 2019 es una fecha clave. La larga marcha ultra por fin llegó al Parlamento.
Con 24 escaños, nada más y nada menos. Desde que se fundó Vox, en 2013, estuvo cinco, seis años en dique seco, no conseguía tener un resultado importante. Pero cuando se presentan a las europeas, las primeras elecciones importantes, les faltaron 1.700 votos para lograr tener un eurodiputado, que era Vidal-Quadras, el cabeza de lista. Si ahí hubieran logrado un escaño hubieran entrado en contacto con otras organizaciones europeas, hubieran acortado el camino. Atravesaron ese pequeño desierto hasta las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, donde la crisis del PSOE, después de décadas gobernando, les vino muy bien. Ahí, con un discurso españolista y anti izquierdas, anti autonomías, pegan el salto, con 12 escaños.
¿La prensa ha contribuido al auge de Vox?
A normalizar a Vox, sí. Pero mira el mensaje que dieron algunos medios en las últimas elecciones andaluzas: "Fracaso de Vox en Andalucía": 900.000 votos más, dos escaños más en Andalucía, menudo fracaso. No nos engañemos: ha fracasado la izquierda. Vox no va a desaparecer, tiene las conexiones internacionales, forma parte de una internacional de extrema derecha muy potente.
¿La estrategia política de la izquierda de advertir del peligro de tener a la extrema derecha en las instituciones no funciona?
No, porque los de Vox se dirigen a gente joven, sin interés en política. No valió ese discurso del miedo a Vox ni vale ahora, que ya están normalizados.
Los vientos son más favorables que nunca con el triunfo de Giorgia Meloni en Italia. ¿Por qué está creciendo la ultraderecha?
Por el miedo a perder lo que se tiene; el miedo funciona. Esos lemas, como "Tenemos que defender lo nuestro ante todo", funcionan y la extrema derecha es la que mejor defiende esto. Hay un 25% de la población europea que está en esta onda. En Francia estuvo a punto de ganar Le Pen, y para impedirlo a Macron le han prestado votos que no son suyos. No lo olvidemos.
Tengamos cuidado con las encuestas. Si Vox en las próximas generales pasa de 52 a 45, ¿qué importa eso? Todos los partidos suben y bajan. Castilla y León es un laboratorio: han puesto a un vicepresidente sin mando en plaza, sin competencias, simplemente para que haga política; y no pasa nada.
¿El blanqueo de la ultraderecha le interesa al PP?
Claro. Más que el blanqueo, la normalización. El PP está preparando la alianza con los de Vox para alcanzar la Moncloa, porque el PP solo no tiene ninguna posibilidad, va a necesitar la muleta de Vox, eso lo van a hacer, están preparándose con gestos. Mira el gesto de Moreno Bonilla de nombrar vicepresidente del Parlamento andaluz a uno de Vox que no tenía derecho al cargo por resultados electorales. Podemos frivolizar sus posibilidades, pero tenemos que tener en cuenta que han llegado para quedarse. Ellos quieren desmontar todas las leyes que han consolidado la democracia y montar otra cosa.
Hablando de blanqueo, hay un titular de un periódico cuando ganó Meloni que decía que ha ganado la derecha dura. ¿Qué es eso? Los términos políticos son la posición que se ocupa en el tablero, pero derecha dura... Será extrema derecha. Es un ejemplo más de que cómo están preparando el terreno para gobiernos de extrema derecha normalizados.
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