BILBAO
Actualizado:Hay cosas que sólo pasan en Santoña. En esta localidad cántabra, el visitante encontrará una estatua al franquista Luis Carrero Blanco. Si viene en diciembre podrá ver a un grupo de nostálgicos de la dictadura delante del monumento, lanzando vivas al régimen. Entre ellos estará el único concejal falangista que hubo en España después de la transición. Se llama Leoncio Calle Pila y ocupó una silla en el pleno durante 20 años, entre 1995 y 2015. Pero eso no es todo. Santoña guarda otro asunto del pasado gris: en sus alrededores se cerró el acuerdo entre los nacionalistas vascos y los fascistas italianos que apoyaban a Franco. Ocurrió hace ochenta años, pero la polémica sigue presente. Muy presente.
A menos de dos meses de que se cumpla un nuevo aniversario del denominado “Pacto de Santoña”, el histórico dirigente del PNV Iñaki Anasagasti y el historiador Koldo San Sebastián han lanzado un libro dirigido a contrarrestar las críticas de quienes definen aquel hecho como una traición a la Segunda República. Bajo el título El otro pacto de Santoña (Ed. Catarata), sus autores dedican 224 páginas a narrar minuciosamente este episodio, basándose en distintos documentos y testimonios.
“La historiografía dominante asumió el carácter de traición intrínseco a la rendición, por el simple hecho de que fue un acuerdo alcanzado sin mediación del gobierno republicano, refugiado en Valencia. No hay más Pacto de Santoña que aquel, pero era preciso contar los acontecimientos desde otra perspectiva”, puede leerse en la sinopsis de la obra, donde se destaca que aquella capitulación “alcanza una complejidad mayor de lo que hasta ahora hemos podido conocer”.
Los gudaris vascos se rindieron ante los fascistas italianos, lo que supuso la caída definitiva del Frente Norte
Los hechos se remontan al 24 de agosto de 1937 en Guriezo, una pequeña localidad próxima a Santoña. Los gudaris vascos se rindieron allí ante los fascistas italianos, lo que supuso la caída definitiva del Frente Norte. Muchos historiadores –a la izquierda y a la derecha- han utilizado en innumerables trabajos la palabra “traición” para definir aquel pacto, que ni siquiera fue firmado y que fue incumplido por el bando franquista, lo que se tradujo en fusilamientos y penas de cárcel.
"Evitar una carnicería"
En plena promoción de su libro, Anasagasti y San Sebastián no se cansan de defender ese acuerdo. Se trata, sostienen, de honrar a quienes lo impulsaron como única vía posible para “evitar una carnicería”. “El gobierno vasco tuvo que enviar casi cinco mil niños a Rusia, Inglaterra, Francia y Bélgica porque sus padres veían que iban a perder la vida en los bombardeos. El pacto con los italianos hizo por lo menos que se atemperara en algo la cosa”, sostiene Anasagasti.
En tal sentido, el coautor de El otro Pacto de Santoña sostiene que no había otra salida. “La República no envió aviones, ni artillería, ni fusiles, ni balas. El puerto estaba bloqueado. Teníamos un destructor, el ‘José Luis Diez’, al que llamaban ‘Pepe el del Puerto’, porque no salió nunca. Tú me dirás cómo se gana una guerra sin armas”, afirma Anasagasti, quien asegura que la teoría de la traición fue “un infundio lanzado por el Partido Comunista, que tenía un consejero en el Gobierno Vasco, Juan Astigarrabia, al que quiso cargarle la suerte de la caída de Bilbao”.
"Tú me dirás cómo se gana una guerra sin armas”, afirma Anasagasti
A las puertas del ochenta aniversario de aquellos hechos, Anasagasti y San Sebastián confían que este libro puede servir como “vacuna” ante las acusaciones de “traición” que volverán a escucharse cuando se aproxime esa fecha. Así lo creen sus autores, y también la dirección del PNV, comprometida con el patrocinio y apoyo a esta obra. “Solo puedo decirle que el libro lo presentó Andoni Ortuzar, presidente del Euskadi Buru Batzar del PNV en la sede del PNV. Mayor bendición no va a encontrar”, destaca Anasagasti.
"Sí, fue una traición"
Ese punto es uno de los pocos en los que el veterano dirigente nacionalista y el periodista asturiano Xuan Cándano están de acuerdo. “El PNV tiene derecho a mostrar su versión del pacto, pero se trata de una versión interesada, que responde a los intereses históricos de ese partido para salvaguardar la memoria en lo que concierne al papel de los nacionalistas en aquella época”, reflexiona Cándano, quien en 2006 publicó El Pacto de Santoña. La rendición del nacionalismo vasco al fascismo (La Esfera de los Libros).
“No es que ellos se entregaran, sino que de paso entregaron a batallones comunistas, socialistas y anarquistas”, denuncia un historiador
Tras leer el libro de Anasagasti y San Sebastián, el autor asturiano ha llegado a la conclusión de que “se trata de una respuesta” a su trabajo. “Es cierto que la Segunda República fue traicionada hasta por los suyos, pero eso no puede ocultar que hubo una negociación a espaldas del gobierno y del ejército republicano”, afirma. En ese contexto, Cándamo recuerda que “el Euzko Gudarostea (Ejército Vasco) funcionaba con autonomía absoluta, al margen del ejército republicano”, por lo que resulta “absolutamente incontrovertible que hubo una negociación entre los nacionalistas vascos a través del Padre (Alberto) Onaindia en el sur de Francia con los italianos, para dejar las armas cuando cayese el territorio vasco, que fue exactamente lo que ocurrió”. “En ese sentido, sí se puede hablar de una traición”, subraya.
Del mismo modo, el periodista asturiano considera de justicia “reconocer al PNV que no abandonó a los suyos”. Cita concretamente a Juan de Ajuriaguerra, presidente de esa formación en el exilio, quien “viajó desde Francia hasta Cantabria para ponerse al frente con los italianos, arriesgando su propia vida”.
"Entregaron a otros"
El investigador e historiador libertario José Ignacio Orejas también cree que Santoña encarnó una traición. “Fue un pacto que empezó a trabajarse mucho antes, desde una perspectiva nacionalista, como si el Gobierno Vasco fuese un ente independiente: querían negociar con otro estado, que fue el fascista italiano”, describe. En esa línea, Orejas (quien recientemente publicó junto a Miguel Iñiguez las memorias del histórico militante anarcosindicalista Félix Padín) se muestra muy crítico con aquellos dirigentes peneuvistas que promovieron la rendición. “No es que ellos se entregaran, sino que de paso entregaron a batallones comunistas, socialistas y anarquistas”, afirmó.
Del mismo modo, el historiador rechaza tajantemente que CNT apoyara aquel acuerdo, tal como han señalado los autores de El otro Pacto de Santoña en algunas entrevistas. “Pudieron embaucar a algún capitán de algún batallón, pero de ahí a que toda la organización estuviera a favor, ni hablar”, remarcó Orejas. Ochenta años después, la batalla por el relato continúa.
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