El nuevo jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, Óscar López, lo tuvo claro desde el primer momento. Debía hacer cambios y uno de ellos era que Pedro Sánchez tenía que salir de La Moncloa, donde llevaba prácticamente "enclaustrado" desde casi el inicio de esta legislatura.

Por un lado, un factor evidente de esa circunstancia fue la propia pandemia, pero tampoco ha sido ajeno a ese encierro la propia política de su antecesor en el cargo, Iván Redondo, que apostaba más por actos en la propia Moncloa, donde la sociedad elegida para cada momento era la que iba a ver a Sánchez a palacio, y no Sánchez el que saliera a la calle.

De hecho, aunque el presidente del Gobierno presumía de que estaba en contacto con la sociedad, no eran pocas las voces internas que opinaban que estaba un tanto alejado de la realidad y de las inquietudes ciudadanas, por muchos encuentros sectoriales que se convocaran en La Moncloa con una representación social muy determinada.

Fuentes del Gobierno no ocultan que se está intentando un cambio de estrategia en este ámbito, en una decisión compartida por la Jefatura de Gabinete de la Presidencia del Gobierno y la secretaría de Estado de Comunicación, que dirige Francesc Vallés. Ambas partes buscan que el presidente del Gobierno pise más la calle, hable con los ciudadanos y, además, se convierta en portavoz de la acción política del Gobierno. Además, otro de los objetivos que se pretende con esta nueva política es que salga de Madrid y que tenga una presencia lo más constante posible por todo el territorio.

Actos sectoriales

El cambio ya se ha visto reflejado en el último mes y medio, con varios actos por todo el país presentando cuestiones concretas y de carácter claramente sectorial. Así, entre otros, estuvo en la localidad de Navalmoral de la Mata (Cáceres) en un hogar de mayores; en Guadalajara visitó un centro de vacunación contra la covid-19, o acudió a Gijón para presentar un centro de formación profesional coincidiendo con la aprobación de la ley por parte del Gobierno. El objetivo del equipo de Gobierno es seguir fomentando la presencia de Sánchez en actos de este tipo, donde se expliquen políticas concretas emprendidas por el Ejecutivo y se salga del ruido político y mediático.

López sabe, además, que a Sánchez siempre le ha gustado la calle. Y aunque la calle tiene riesgos, y en algunos de estos actos ha recibido algunas protestas como pasó en Cáceres, se cree que tanto para la imagen del presidente como para la política de comunicación del Gobierno hay más cosas positivas que negativas.

Lo cierto es que Sánchez, pese a que la empatía no es su fuerte, sí se mueve bien entre la gente y siempre le ha gustado el contacto cercano. El presidente no se cansa de dar la mano, de hacerse selfis e, incluso, de compartir breves conversaciones con quienes se le acercan. De hecho, ha habido mítines de su partido en los que Sánchez ha llegado a estar una hora entre el público después de acabar el acto, para desesperación de su escolta de seguridad. El equipo de La Moncloa quiere aprovechar esta ventaja. Y es que pese a las nuevas tecnologías, todavía "a la gente le gusta ver y tocar a su líder".