Este artículo se publicó hace 2 años.
Negacionistas y ultracatólicos se disfrazan de "abstencionistas" para explotar el desencanto político
Pancartas Amarillas, Policías para la Libertad o la Comunión Tradicionalista Carlista buscan captar seguidores con mensajes que apelan a la "desobediencia civil". De fondo, consignas contra el feminismo y la izquierda.
Bilbao--Actualizado a
Están en contra de las vacunas, les molesta profundamente la "ideología de género" y quieren que "Dios reine en España". Casi dos años después de que estallara la crisis sanitaria por el coronavirus, grupos negacionistas y carlistas de ultraderecha se movilizan ahora juntos para llamar a la "desobediencia civil" y hacer campaña por la abstención en próximas citas electorales.
Pancartas amarillas y boinas rojas. Lemas contra el "terrorismo informativo" y crucifijos en alto. Así, entre miradas de curiosos, se desarrolló el último acto del "movimiento abstencionario", un conglomerado variopinto que el pasado martes 28 buscó captar los focos en Sevilla, donde se vieron pancartas a favor de la "libertad".
Las boinas rojas correspondían a la sección andaluza de la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), un viejo grupo de extrema derecha que propugna el ultracatolicismo, se define como "contrarrevolucionario" y adoctrina a menores en campamentos veraniegos.
Las pancartas amarillas correspondían a un movimiento negacionista con presencia en varias ciudades que mete en un mismo saco las vacunas contra el coronavirus, la "manipulación climática" o la tantas veces mentada "Agenda 2030", todo ello aderezado con llamamientos a la "libertad".
"Cultura de la muerte, aborto, eutanasia... Esos mismos son los que nos quieren salvar con las vacunas", resumía uno de los carteles que se vieron el pasado martes en Sevilla.
La convocatoria –que contó también con el apoyo de "Policías para la Libertad", otro grupo negacionista– apelaba a la "desobediencia civil" y animaba a la abstención electoral contra el "régimen del 78", un lenguaje que escapa a las consignas habituales de la extrema derecha española que se sitúa por fuera de Vox. Lejos de buscar a nostálgicos de la dictadura, ahora apelan también a desencantados con la política, un campo con mejor marketing.
"Son anti-sistemas fake. No veo mucho recorrido a estos grupos, porque suelen ser bastante heterogéneos y eso imposibilita que aguanten en el espacio y el tiempo. Suelen ser estallidos que normalmente acaban votando a la ultraderecha o como suborganizaciones de entramados de derecha", afirma Jule Goikoetxea, filósofa política y profesora de la Universidad del País Vasco.
Populismo y ultraderecha
El grupo neofascista Hogar Social o el partido político España 2000 son otras organizaciones que apelan también a supuestos discursos "antisistema" para tratar de llegar a otros sectores de la sociedad que, inicialmente, no se ven reflejados en otros postulados clásicos de la ultraderecha.
"La extrema derecha que ha triunfado en Europa y en América está impregnada de populismo, nacionalpopulismo... Apela al pueblo y a la nación-etnia frente a la clase política, tildada de corrupta, ladrona, que no representa al pueblo", señala David Lerín, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.
Subrayó precisamente que "el desencanto es un caldo de cultivo para la ultraderecha". "Ese binomio pueblo-élite corrupta –agrega Lerín– es uno de los promotores del populismo de derechas en particular". "El problema es que el desencanto, cuando se extiende, crea no solo miedo, sino también enfado", dice por su parte Goikoetxea.
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