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EntrevistaJoan Subirats: "Tenemos que consolidar el proyecto en Barcelona y trasladar a un nivel más amplio la mirada transformadora"
El número dos de Barcelona en Comú considera que el gran reto de la formación para los próximos años es materializar el cambio de relato en medidas concretas que se implementen. Además, insta al PSC a seguir el ejemplo de la socialdemocracia del norte de Europa y apostar por la gestión pública de recursos como el agua o la energía y no descarta un pacto con ERC en la Diputación de Barcelona, que serviría para rehacer unas relaciones ahora mismo muy dañadas.
Barcelona-
Número dos de Barcelona en Comú en las recientes elecciones municipales, Joan Subirats (Barcelona, 1951) se perfila como uno de los nombres claves del Ayuntamiento de la capital catalana en el segundo mandato de Ada Colau como alcaldesa. Militante del PSUC durante su juventud e históricamente vinculado a la universidad como politólogo -fue el primer director del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP), de la Universitat Autònoma de Barcelona-, era uno de los ideólogos de los Comuns, hasta que en noviembre de 2017 dio el paso a la gestión y se convirtió en el comisionado de Cultura de Barcelona. Nos recibe en su despacho del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) y durante una hora abordamos los retos que tiene la formación, las diferencias de proyecto con el PSC, las relaciones con ERC y la situación política general tras el intenso ciclo electoral de los últimos meses.
¿En qué punto están las negociaciones para formar gobierno con el PSC?
El plenario es el 15 de julio y diría que las negociaciones deberían terminar hacia el día 8, para que haya tiempo de organizar administrativamente todo el tema de la estructura, decretos y nombramientos. En el fondo, cuando hablamos de negociación estamos hablando de la estructura de mando del Ayuntamiento y esto tiene su complejidad. Además, en Barcelona en Comú tenemos el compromiso de hacer una consulta [a las bases] sobre el acuerdo al que lleguemos con el PSC y se debe hacer antes del día 15. Ahora estamos en la fase más inicial, en el sentido de que sólo ha habido dos reuniones entre Ada Colau y Jaume Collboni.
¿Están más centrados en la organización municipal o también se aborda el encaje de dos proyectos de ciudad que tienen diferencias significativas?
Lógicamente es el total, una cosa no se puede desvincular de la otra. Es obvio que debe de haber un acuerdo programático que marque las prioridades. Y esto implica que aparezcan los acuerdos y también los puntos donde no se está de acuerdo. Pero al mismo tiempo es muy difícil separar esta cuestión de la estructura orgánica del Ayuntamiento, porque hay espacios que una organización considera más sensibles que la otra y tendrá más tendencia a reclamar más protagonismo en ellos. También ocurre con el ámbito territorial, porque también se debe discutir quién gobierna cada distrito.
Durante la campaña electoral pusisteis mucho énfasis en la voluntad de continuar haciendo lo que llamáis "políticas valientes", entendidas como aquellas que ponen la mayoría de la población en el centro y no son precisamente complacientes con el gran poder económico. ¿Es posible hacerlas con un PSC como socio y con mucha más fuerza que en el pasado mandato?
Leí unas declaraciones de Jaume Collboni en que decía que ellos tradicionalmente habían sido fuertes en gestión y que Barcelona en Comú lo era en el relato y que quizás ahora era una buena ocasión para combinar los dos aspectos. Es decir, que nosotros incorporemos en su forma de ver la ciudad más relato y que ellos nos aporten una mayor capacidad de gestión. No me parece una mala hipótesis. Es cierto que muchas de las políticas valientes que iniciamos hay que completarlas y desplegarlas, como el operador energético, medidas en vivienda, el dentista municipal, ...
Diría que el reto por parte de Barcelona en Comú es mantener la capacidad de transformación, de hacer políticas que rompan con los esquemas tradicionales y planteen dudas y retos que no sólo tiene Barcelona, sino que son internacionales. Y al mismo tiempo que esto no se quede sólo en declaraciones ni en iniciar unos procesos de cambio que no se puedan llevar a cabo.
Evidentemente hay elementos que no forman parte de la tradición del PSC, que ha estado gobernando esta ciudad casi siempre desde 1979. Tenemos el reto de ver hasta qué punto somos capaces de mantener nuestro programa y al mismo tiempo reforzar nuestra capacidad de gestión. Y esto seguramente, como todo gobierno de coalición, implica unos equilibrios.
Más allá de las diferencias evidentes en la cuestión nacional, el PSC no es partidario de la regulación del precio de los alquileres, y en su programa defiende “fórmulas mixtas de gestión pública y privada en ámbitos como el agua, la energía o la vivienda”, cuando ustedes apuestan por las municipalizaciones.
El PSC siempre pone de relieve su conexión con la socialdemocracia europea y yo le invitaría a ver qué pasa en este terreno en París, Berlín o Amsterdam. Vería como la socialdemocracia europea está haciendo procesos muy parecidos a los que proponemos aquí. Lo que deberían hacer es modernizar y poner al día su relato y ver hasta qué punto es significativo o no que las municipalizaciones, no sólo del agua, pasen a ser un elemento central para que en el futuro las ciudades tengan la capacidad de preservar ciertos grados de soberanía sobre los recursos básicos, sobre las utilities como el gas, el agua o la energía.
No creo que este sea un tema contradictorio con lo que plantean los sectores más avanzados de la socialdemocracia europea. Que en este momento haya un desacuerdo desde el punto de vista programático no quiere decir que no lleguemos a un entendimiento. Nosotros planteamos una multiconsulta [sobre la gestión del agua] y no la hemos podido llevar a cabo por una serie de razones, básicamente relacionadas con que el gran operador del agua de la ciudad nos pone todo tipo de obstáculos, pero seguiremos con este tema.
Actualmente el operador del agua es una empresa mixta de ámbito metropolitano controlada por Agbar. Y creo que no es osado opinar que el PSC metropolitano no estaría precisamente alineado con los sectores más avanzados de la socialdemocracia europea.
Confiamos que la sentencia del Tribunal Supremo nos avalará para seguir con este proceso [de municipalización]. Si la sentencia avala nuestra tesis y se entiende que esta concesión no tenía las bases legales para poderse llevar a cabo, esto nos facilitará sacar adelante este tipo de multinconsulta y reforzar políticamente el tema. Obviamente siempre tenemos que ser conscientes de lo que significa un gobierno de coalición y los equilibrios deben mantenerse. Ahora, desde mi punto de vista, por eso no me limitaba a hablar de Barcelona en Comú y el PSC, creo que no se puede decir que nos hemos empeñado en un tema que sea insólito en Europa. Lo insólito es que algunos partidos no se planteen que a nivel municipal estos temas son importantes.
¿Con qué apoyos plantean sacar adelante este tipo de temas, porque les faltan tres votos para la mayoría absoluta y pese a las coincidencias programáticas no parece que, al menos en un primer momento, ERC les quiera facilitar las cosas?
Todos sabemos lo que es un periodo de duelo, pero al final los temas de ciudad son temas de ciudad y los tienes que poder plantear. Después hay un elemento más amplio y es que la política no se acaba en la ciudad de Barcelona. Pasa en Lleida, en Tarragona, en Girona, en Reus, en Sant Cugat ... y los equilibrios políticos en cada lugar son múltiples. No sabemos qué pasará a la Diputación de Barcelona o en el Área Metropolitana de Barcelona...
Los factores de desacuerdo que pueden haberse producido localmente, no tienen por qué actuar negativamente para encontrar puntos de equilibrio en temas que nos consta que hay acuerdo con ERC, y aunque no se ha manifestado demasiado en estos cuatro años, puede manifestarse en los próximos. Sea con los temas de vivienda, de utilities, de movilidad ...
Desde el inicio siempre hemos manifestado que los temas de ciudad requerían mayorías amplias y que nuestra intención era contar con el PSC y ERC para sacarlos adelante. No ha sido posible por las razones que todos conocemos. Pero esperamos que podamos encontrar puntos de encuentro.
Si no se alcanzan estos puntos de encuentro seguramente costará sacar adelante determinadas medidas.
Durante el mandato anterior estuvimos gobernando con 11 concejales, excepto el período de alianza con el PSC, que tuvimos 15. Evidentemente no es el mejor de los mundos posibles, pero desde el comienzo dijimos que la estructura de gobierno local en España es muy presidencialista y tener la alcaldía es una variante potentísima. Es obvio que necesitamos mayorías más amplias, pero la hipótesis que podemos hacer es que en algunas medidas nos apoye ERC, en otras los dos diputados de Valls, quizás nos apoye JxCat.
Esto fue así en el pasado mandato, cuando no hubo un partido aliado fijo, excepto en la época de acuerdo con el PSC. No hubo un bloqueo constante, por lo que es posible que negociando seamos capaces de levantar los tres votos que nos faltan. Lo que me sorprende es que con tantos años de gobierno de coalición en Europa y con tanta gente que ha visto Borgen, no seamos capaces de entender que el país ha cambiado y ya no es un país de mayorías absolutas y se han de plantear otras formas de hacer.
Dice que conseguieron superar el bloqueo en el pasado mandato, pero hay temas emblemáticos, como la funeraria pública o la conexión de los tranvías, que no salieron adelante.
El tema de los tranvías se aprobó finalmente, pero lo que no se ha hecho es implementarlo. Temas como la funeraria para nosotros siguen siendo importantísimos y esperamos conseguir los tres votos que nos faltan. La posición de JxCat también es significativa. Han perdido mucha relevancia y deben saber para que les sirven los cinco concejales que tienen. La relación de tensión que tienen con ERC quizá puede hacer que tengan una situación de divergencia en temas concretos.
Tanto en el Área Metropolitana como en la Diputación tiene una posición diferente, porque son una fuerza minoritaria. ¿En la Diputación, donde ERC y PSC empatan a 16 diputados, se plantean un tipo de acuerdo diferente al del Ayuntamiento?
Sí, estamos totalmente abiertos. Se han iniciado negociaciones, a través de Catalunya en Comú. Estamos abiertos a cualquiera de las combinaciones, siempre que haya un acuerdo en las políticas a llevar a cabo. No descartaría ni un acuerdo con el PSC, que tiene su complicación porque obliga tener en cuenta sea a Ciudadanos o sea a JxCat, o un acuerdo con ERC, que también obliga a contar con JxCat. Lo que tenemos que ver es el tipo de políticas en las que podemos tener incidencia y si este pacto tiene un sentido o no.
¿Un pacto con ERC sería una oportunidad para rehacer puentes?
Sin duda. Los argumentos tanto los puedes utilizar por un lado como por el otro. Puedes decir que esto reforzaría el acuerdo con el PSC de manera estructural, como puedes decir que esto lo que haría sería evitar o reducir el nivel de conflicto con ERC que se ha producido en Barcelona. Ambas hipótesis son plausibles, pero en cualquiera de los casos requiere más actores.
¿Qué cambió desde la noche electoral del 26 de mayo, donde transmitían sensación de derrota y de dar la alcaldía por perdida, al 15 de junio?
De derrota era evidente, porque salíamos a ganar y no lo hicimos. La sensación era amarga, porque hasta el último momento tuvimos la impresión de que podíamos ganar. El impacto fue potente, pero diría que en ningún momento se consideró que la cosa estaba ya acabada. Ada Colau llamó a Ernest Maragall, lo felicitó y luego vio la comparecencia posterior. La forma en que se presentó la victoria y como se planteó lo que quería hacer Maragall en caso de ser alcalde encendió algunas alarmas dentro de nuestra organización.
Esto no quiere decir que esa noche se decidiera nada. Es incierta la idea de que el domingo por la noche fuimos a dormir con Maragall alcalde y que el lunes por la mañana, por algún proceso taumatúrgico, ya no fuera así. El debate que se tuvo era que teníamos 10 concejales cada uno. Y si repasamos los discursos de Ada Colau durante la campaña, y también a partir del 26 de mayo, hay una coherencia absoluta en reclamar un acuerdo de izquierdas con PSC y ERC.
¿En algún momento creyeron que este gobierno fuera factible?
Ha sido factible y posible en muchas ciudades de Catalunya. Diría que nosotros no lo descartábamos en absoluto. En los últimos cuatro años en la ciudad de Valencia han gobernado Compromís y el Partido Socialista con el apoyo externo de Podemos. Hay muchas fórmulas y puede que no debían formar parte de un mismo gobierno y podía haber un apoyo externo.
¿Conservar la alcaldía de Barcelona era fundamental para mantener vivo el espacio político de los Comuns?
Te he de ser sincero y desde que en junio de 2014 presenté Guanyem [el embrión de Barcelona en Comú] con Ada Colau y Jaume Asens, mi perspectiva ha sido siempre municipalista y muy vinculada a Barcelona. Lo que me preocupaba mucho era la no continuidad de una serie de políticas iniciadas aquí, que me parecen muy emblemáticas de una cierta forma diferente de hacer política. Es evidente que se ha mantenido la capacidad de presencia [de los Comuns] en Moncada i Reixac, Montornès del Vallès, El Prat de Llobregat y en muchos otros lugares, y que en otros no ha sido así.
Creo que lo que tenemos que hacer es consolidar el proyecto en Barcelona y ser capaces de trasladar a un nivel más amplio esta mirada municipalista y transformadora y de la importancia que tiene para la gente las políticas de proximidad. Y aquí sí que se debe hacer un esfuerzo que no se ha hecho. Seamos un poco generosos y miremos lo que ha pasado los últimos cuatro años en España y en Catalunya. Estabilidad no sería la palabra. Yo he sido el tercer responsable de Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona en los últimos cuatro años, pero en el mismo tiempo ha habido cinco consellers de Cultura y cuatro ministros de Cultura. Ha habido un atentado en las Ramblas, ha habido una declaración de independencia, ha habido un 155 ... no estamos hablando de un período tranquilo en absoluto para consolidar un proyecto político.
¿Que una parte de las élites económicas apostara por una alcaldía de Barcelona en Comú antes que por una de ERC le hace pensar que han dejado de asustar a ciertos sectores?
Es difícil de saber esto, porque como sabes muy bien el nivel de conflicto y de tensión política en Catalunya está situado en varios ejes. Y el eje derecha-izquierda, en el que nosotros nos hemos situado de manera preferente, no genera las mismas condiciones de conflicto que cuando hablas del eje nacional. Las élites catalanas, que deberíamos definir exactamente a que nos referimos, tienen una posición diferente respecto a los ejes tradicionales y deberíamos ver qué es lo que les preocupa más. Diría que tendremos que verlo y también si somos capaces de mantener la capacidad de reto en el terreno de las políticas valientes. Pediría que se nos valorara por lo que hemos intentado hacer estos cuatro años y lo que seamos capaces de hacer.
¿El principal reto que tiene Barcelona en Comú es materializar en medidas concretas y efectivas el cambio en la agenda política y mediática, si quiere en el sentido común, que implica que ahora la mayoría de la población sea partidaria de regular el precio de los alquileres o gestionar el turismo?
Lo que decía Ada el día del discurso del 26 de mayo es que hemos intentado ir más allá de lo que era el horizonte de lo posible. En términos más técnicos sería cambiar la ventana de Overton, es decir, que políticas que el mainstream consideraba que no eran posible se han conseguido plantear y ahora se puede hablar de cosas que antes eran impensables. Aunque una ciudad no tenga las competencias que pueda tener la Generalitat o el gobierno del Estado hemos sido capaces de decir que donde no llegan nuestras competencias queremos llegar con nuestras incumbencias. Lucharemos políticamente para conseguir tener capacidad de influencia.
Ha salido en el Guardian que 10 ciudades de Europa, entre las que hay París, Londres, Barcelona o Valencia, han pedido a la UE que regule el tema de Airbnb porque el impacto que está teniendo en sus ciudades es bestial y no tienen capacidad de regulación. Si lo hacen es porque ni los gobiernos estatales ni los autonómicos están haciendo nada. Las ciudades deben ser capaces de dar respuesta a los problemas que sufre la gente y que los demás niveles de gobierno, por su propia distancia, ven como más lejanos y son más incapaces de actuar.
¿Quién podría pensar hace un tiempo que el gobierno de la Generalitat planteara un decreto para regular el precio de los alquileres? Es muy difícil que podamos mantener estructuras de bienestar como las que teníamos hace unos años si no mejoramos las condiciones salariales de la gente. El 20% de la gente que va a los servicios sociales del Ayuntamiento son gente que trabaja y una buena parte de la gente que va a los comedores sociales son gente que trabaja. Tenemos que empezar a plantear cosas que ya se han hecho en otras ciudades, como Seattle, Nueva York o Londres, como un salario de ciudad. Diría que en los próximos cuatro años tenemos que demostrar que las ciudades son capaces de reforzar el bienestar cotidiano de la gente, que se manifiesta en vivienda, movilidad, en tener acceso a escuelas públicas de calidad, ...
Más como politólogo, ¿qué análisis hace del mapa electoral surgido de las generales, municipales y europeas, con el refuerzo del Partido Socialista y la casi desaparición de las ciudades del cambio?
Hay un cierto debate sobre si hay un cambio de ciclo y no tengo la perspectiva suficiente como para pensar si se ha acabado un ciclo y ha comenzado otro. El sentido común también ha variado y cosas que no formaban parte de él ahora están y cosas que el Partido Socialista no se habría planteado hace unos años ahora lo hace. El panorama europeo finalmente ha tenido una influencia más significativa de lo que imaginábamos en España. Había un fenómeno algo atípico y es que el PP tenía una cierta frontera con el PSOE y ninguna con la extrema derecha, un hecho que le permitía tener un nivel de representación espectacular, sin parangón en Europa. Y la aparición de Vox, en cierto modo, es algo más esperable si miras el mapa europeo. La irrupción de Ciudadanos también ha generado fragmentación en la estructura de votantes del PP.
En el caso del PSOE esto también se intentó y en un cierto momento Podemos habló del sorpasso ... Ahora, la cosa en cierto modo se ha equilibrado, no es lo mismo el PSOE de Pedro Sánchez que el de antes. Su capacidad de supervivencia ha generado unas dinámicas de transformación interna que son significativas, el personal ha variado ... Fue muy inteligente la convocatoria de elecciones anticipadas, porque el timing era muy bueno, sabía que los efectos de la formación del gobierno no se darían hasta bastante después del 26 de mayo.
Sobre las ciudades del cambio tenemos que ver hasta qué punto el 26-M supone su desaparición. ¿Qué pasa exactamente en Madrid, con el conflicto entre Íñigo Errejón y el Podemos de Pablo Iglesias y qué derivadas tendrá esto en el resto del Estado? Como politólogo te diría que la aparición de los círculos de Podemos en 2014 era muy sorprendente porque casi nadie sabía de dónde salían y qué tradición tenían. Y el nivel de consolidación y de reforzamiento de esta ola de cambio que se expresó [2015] seguramente tendría bases más sólidas a unos lugares, como Barcelona, Valencia o Cádiz, que en otros.
El caso de Madrid sería una cuestión a analizar, con la ruptura interna de la izquierda y la capacidad muy importante de la derecha de mantener la capital, excepto en 2015, y la autonomía. Deberíamos ver si las políticas de fondo que se hicieron aquí tuvieron un impacto más positivo que las políticas más tranquilas que se hicieron en Madrid. Si abrimos el foco vemos que estamos en un cambio de época espectacular y si miramos lo que está pasando en Europa veremos que hacer balances muy rápidos sobre procesos de cambio es difícil. Que en estos momentos Pedro Sánchez sea el representante de la posición más sólida que tiene la socialdemocracia es significativo y te demuestra el dinamismo institucional que tenemos. Diría que el caso de Barcelona en Comú tiene una solidez más alta y esto lo intentaremos preservar.
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