sevilla
Jesús Jurado nació en Málaga en 1986, cinco años después de que se aprobara el primer Estatuto de Autonomía, estudió Ciencias Políticas en Granada y un máster en relaciones internacionales en Sevilla. Conoce de primera mano, pues, la Andalucía Oriental y la Occidental.
Vivió con mucha intensidad la explosión del 15M y contribuyó al surgimiento de Podemos. Después, opositó y antes de tomar la plaza, escribió La generación del mollete: crónica de un nuevo andalucismo (Lengua de Trapo), un libro de estilo claro y acogedor como un baño en la playa, en el que reflexiona sobre lo que es hoy Andalucía, cómo ha surgido en estos años una potente expresión cultural que, de algún modo, ha permeado la escena política en la Comunidad en la que hoy dos partidos, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos, reivindican un espacio andalucista, perdido en las instituciones después de que se diluyera, con los años, el histórico PA.
Jurado, en conversación con Público, en vísperas del primer 28F, Día de Andalucía, tras la pandemia, explica que, en el libro, trató de analizar las cosas en común que tenían lo que se ha visto como fenómenos aislados, dispersos, el feminismo andaluz, los memes de internet, los nuevos artistas de la escena musical –Gata Catanna, Rocío Márquez, Califato, Áyax y Prok– y literaria: "He encontrado una perspectiva generacional que nos ha hecho afrontar una coyuntura determinada como un bagaje identitario determinado: viendo la foto de grupo se comprende mejor".
¿Por qué el mollete? "Se me ocurrió que esta perspectiva, que se ha venido llamando nuevo andalucismo, era sobre todo una percepción, una idea generacional. Somos la primera generación nacida en la autonomía. Nos hemos empapado en nuestra infancia, en nuestra socialización de una cierta idea hegemónica de Andalucía, que se condensa en el 28F, en esa celebración festiva de la identidad andaluza desde principios de los 90 que se hacía en los colegios y que hoy cuando se pegunta qué te evoca Andalucía, como hace la última encuesta del Centro de Estudios Andaluces, hace que en la primera repuesta espontánea se diga la infancia, la familia, los recuerdos. Eso está muy asociado al Día de Andalucía y a cómo se ha construido la identidad hegemónica durante el largo gobierno socialista".
"Somos la primera generación –prosigue Jurado– que nos educamos en una autonomía ganada con un relato épico, y que se encuentra de bruces con la ruptura de las promesas de esa autonomía: el desempleo, y, sobre todo, el retorno de la emigración como hecho vital y central de una generación. Existe cada vez mayor la distancia entre las promesas y las expectativas de todo lo que fue el relato modernizador, el de la Expo 92 que nos vendía una Andalucía que se vino abajo en pocos meses, con la crisis de 2008 y que ahora se encuentra con la nueva crisis".
"La generación del mollete –afirma Jurado– hace referencia a esta generación a caballo entre dos crisis. Somos los nacidos a mediados de los 80. El mollete, el pan de Antequera es por la celebración del Día de Andalucía, del pan con aceite, la ilusión que nos hacía el ir preparando el himno con la flauta, llevar los mollete de pan con azúcar al colegio: esa es una experiencia compartida, una experiencia reciente y con mucha fuerza, podría representar bien esta generación".
¿Qué balance hace Jurado de estos años, de la autonomía? "Es indistinguible. –analiza– la labor de la Junta con la construcción del Estado del Bienestar, otra cosa es que sea débil. Dicho esto, la autonomía ha fallado en su objetivo fundamental: la reducción de la desigualdad y la brecha territorial, fuera y dentro de Andalucía. Seguramente sin la autonomía hubiera sido mucho peor, la despoblación ha sido menor que en otros territorios, pero aun así no ha sido capaz de superar la brechas territoriales que existían en la propia Andalucía. Ha mitigado los peores efectos, pero ha faltado mejor articulación del territorio y una mejor política redistributiva".
El 4D y el andalucismo político hoy
Sobre el aliento que hoy queda de aquel 4D fundacional –en el que murió el joven Manuel García Caparrós–, de aquellas masivas manifestaciones que reivindicaron la autonomía, Jurado reflexiona: "Más allá de las personas que lo vivieron directamente queda más el relato sobre el 4D que el propio 4D, ese relato ha ido variando. Hay una relectura del 4D, igual que la hay en el conjunto de España sobre la transición y en Andalucía sobre la transición a la autonomía y la democracia. La efeméride ha cobrado relevancia en los últimos años, y, de ser una celebración antiguamente marginal, salvo alguna cosa como el carnaval, ha ido aumentando su peso institucional, su peso en el discurso público. Hasta Juanma Moreno celebra el 4D".
Añade el autor: "Hay una relectura porque es necesario volver a plantearse el relato de la autonomía una vez que se ha desbordado el consenso andalucista por ambos márgenes, por la parte que reivindica y pone en valor los valore autonomistas y democráticos y los que estaban, por así decir al otro lado, en el balcón de la Diputación de Málaga, de la parte que rechazan la noción de identidad andaluza [en referencia a Vox]. Desde el 2D de 2018, es un desborde que estaba latente y que nadie pudo prever, por la parte conservadora autoritaria españolista, fue una sorpresa y hoy representa una amenaza".
En esa idea de desborde por la derecha aparece Vox y por la izquierda, hoy hay dos partidos –Adelante y Levnataos– que se definen como andalucistas, ¿tiene sentido para Jurado este resurgimiento del andalucismo de izquierdas? "Creo que por un lado es consecuencia directa del fracaso de Podemos y de Adelante Andalucia [la coalición en la que toda la izquierda consultó en 2018, que implosión esta legislatura] después. Viene siendo una tendencia. No sé el espacio electoral que se puede construir, pero no es un invento de hace dos días, sino una tendencia que se ve desde 2015".
"Existe claramente –agrega Jurado– y eso se percibe en las encuestas demoscópicas y en los estudios de mercado. La identidad andaluza se sostiene más sobre una percepción de agravio, que es natural por la situación de crisis. Es un agravio que en determinados territorios se percibe en una lógica provincial, de la España Vaciada. Por otro lado existe también una sensación de agravio en tanto que andaluces y eso se percibe en todas las polémicas sobre el acento, también en la huelga gaditana no solo se planteaba en términos locales, sino también andaluces".
"Existe una demanda que no es comparable en su claridad, en su nitidez, a la que podía existir en los 70. Tiene sentido un andalucismo político, aunque la forma que adopta hoy es muy accidentada, imposible de separar de una coyuntura política tormentosa. Sí vemos con claridad que existe este andalucismo en el ámbito cultural y social", remacha Jurado.
¿Es el andalucismo de izquierdas? "De manera natural –responde Jurado– no se dan cosas en política. Históricamente sí se han dado circunstancias que le han dado al movimiento un carácter progresista, democrático, con una impronta humanista, no esencialista, pero eso han sido las circunstancias históricas: no significa que tenga que ser así siempre. Siempre ha habido intentos de un andalucismo liberal, de carácter conservador y ninguno ha tenido tanta fuerza como el actual del Gobierno de la Junta, lo que ellos llaman andalucismo del siglo XXI. Se refieren a un andalucismo acorde con la idea liberal en lo económico: eso es una novedad historia. No hay nada contra natura, no hay una esencia andaluza que impida eso".
¿Qué significa hoy Blas Infante para la generación del mollete? ¿Se le puede resignificar? "Es aquella persona –razona Jurado– que conocimos de niños sin saber muy bien quién era ni tampoco cómo murió –fue fusilado en 1936, tras el golpe, y aún no se ha hallado su cadáver–. Era una figura que coloreábamos, una figura casi mitológica, de la que se ha conseguido crear un mito. A día de hoy, lo más reseñable es su carácter humanista: en una época, a principios del siglo XX, de nacionalismos étnicos y excluyentes que había en el conjunto de Europa, él consiguió plantear una identidad entre lo regional y lo nacional dependiendo del momento vital, que no estaba construida sobre fundamentos incompatibles con los derechos humanos: lo primordial es el legado de una identidad andaluz en la que nadie se define por la sangre ni por el nacimiento ni por la lengua. Tiene un carácter democrático y cívico, de pertenencia a una Comunidad castigada por las oligarquías y una voluntad de superar en común las dificultades. Era un pensador de su época. Precisamente porque ha sido para nosotros una figura tan relevante, es un símbolo que sentimos profundamente, debemos ser libres para poder jugar con él. No tiene sentido convertirlo en una figura sagrada ni de museo".
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