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La izquierda se replantea cómo jugar la batalla cultural que está ganando la ultraderecha

Diferentes figuras del mundo de la política, la investigación y el activismo reflexionan sobre las claves más relevantes que giran en torno a la batalla cultural y cómo los partidos progresistas deben situarse en este terreno.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene en una rueda de prensa del Comité de Acción Política de Vox, en su sede nacional, a 30 de agosto de 2021, en Madrid, (España).
El presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene en una rueda de prensa del Comité de Acción Política de Vox, en su sede nacional, a 30 de agosto de 2021, en Madrid. Jesús Hellín / Europa Press

Los partidos de derecha radical y populista suelen recurrir a lo que denominan batalla cultural para imponer en la agenda aquellos temas que les benefician y de los que pueden sacar partido. Esta estrategia de incidir en la opinión pública no solo les puede otorgar beneficios electorales —de hecho, ese no es el principal objetivo—, sino que les permite establecer un escenario en el que son capaces de arrastrar al resto de fuerzas políticas hacia posiciones más conservadoras e, incluso, reaccionarias.

Entretanto, los espacios democráticos en general y la izquierda en particular siguen repensando y debatiendo sobre la necesidad de establecer un proyecto que pueda hacer frente a esa guerra cultural de la ultraderecha que ha conseguido hacer tambalear los valores de las democracias liberales. El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, se refería en un reciente artículo en Ctxt a esta cuestión: "La izquierda debe asumir que el terreno de la cultura y la ideología es tan decisivo como el institucional y el de la movilización social".

Para intentar explicar algunos de los aspectos más relevantes que giran en torno a la batalla cultural y cómo los partidos progresistas deben situarse en este terreno, Público ha contactado con diferentes figuras del mundo de la política, la investigación docente y el activismo digital, un elemento que hay que destacar por el importante uso que hacen los grupos ultraconservadores de las redes sociales y los medios de comunicación.

"La extrema derecha nunca habla de la realidad"

Guillermo Fernández, investigador de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y especialista en derechas radicales europeas, explica que "la extrema derecha en todo el mundo considera que la izquierda tiene una supuesta primacía cultural y, para ellos, esto es un problema de primer orden, por lo que enmarcan la lucha política no solo en los parlamentos, en las calles o en los movimientos sociales, sino en la cultura y en la forma de ver el mundo".

"La extrema derecha nunca habla de la realidad, sino de mitos y leyendas"

Un claro ejemplo de lo que expone el investigador de la UCM y también autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional se encuentra en las palabras de Ignacio Arsuaga, presidente de la fundación ultracatólica Hazte Oír y CitizenGo: "Soy un soldado que ha decidido tomar parte en la guerra cultural que libramos en nuestro día a día en todo el mundo y en la que hay dos bandos, los progrelaicistas y los que defendemos el derecho a la vida".

Como recalca Marga Ferré, copresidenta de la red Transform Europe, "la extrema derecha nunca habla de la realidad, sino de mitos y leyendas, buscando una identificación fuera de las condiciones de vida de la gente, en torno al mito nacional y el odio al extranjero".

Más allá de los partidos

Al hablar de batalla cultural no solo hay que fijarse, por lo tanto, en los movimientos que realicen los partidos políticos de extrema derecha —en el caso de España, Vox—, también en las fundaciones que los respaldan y, en algunos casos, los financian, donde se integran millonarios y grandes fortunas.

Julián Macías, activista digital, señala algunas organizaciones como el lobby ultracapitalista Atlas Network y la organización secreta ultracatólica El Yunque. Esta última tiene vínculos opacos con Hazte Oír, según reveló WikiLeaks. Los medios de comunicación afines a estos grupos desempeñan un papel esencial. Macías nombra "algunos medios como Okdiario, Libertad Digital, Periodista Digital o el canal de Javier Negre, Estado de Alarma, donde dedican gran parte del tiempo y del contenido a asuntos relacionados con la batalla cultural". De esta forma, se configura una red y un espacio que va más allá de los medios, los propios partidos y las fundaciones "capaz de generar odio en algunos sectores de la población hacia ciertos colectivos o ideologías".

En la misma línea que el activista digital, Ferré añade que los think tanks de extrema derecha "funcionan de forma muy eficaz porque están muy conectados, poseen mucho dinero y tienen un claro mensaje para influir en las instituciones", y recuerda el caso de la compañía Cambridge Analytica, "que consiguió cambiar la voluntad popular de la gente para que se posicionara a favor del brexit".

Las guerrillas culturales

Fernández afirma que algunas de las estrategias que emplean estos grupos consisten en realizar "guerrillas culturales; es decir, pequeños ataques a símbolos, palabras o posicionamientos, para perjudicar a la izquierda y tratar de cuestionar su hegemonía, algo que se ha visto por ejemplo con el tema del callejero de Madrid". El Ayuntamiento de Madrid volvió a colocar en el callejero el nombre del general Millán Astray después de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que consideraba que la calle al fundador de la Legión no supone una "exaltación del franquismo".

Macías: los medios afines "crean noticias falsas para perjudicar a los rivales políticos"

Macías subraya que el espacio de la derecha radical y populista "plantea sus tácticas de forma tridimensional: en las redes sociales, en los medios de comunicación y en la sociedad civil". En el primer caso, tratan de "alterar las plataformas digitales con el uso de granjas de bots y otras herramientas" para marcar el debate en las redes sociales, "lanzando campañas contra colectivos y simplificando todos los mensajes".

Por otra parte, los medios de comunicación afines "crean noticias falsas, de las que en muchas ocasiones se hacen eco los medios generalistas, para perjudicar a los rivales políticos". El gran ejemplo: el entramado mediático de las cloacas del Estado para perjudicar a los partidos independentistas y a Podemos. Finalmente, "recurren a la presión social convocando manifestaciones o llevan a cabo acciones judiciales para desgastar la imagen de un determinado representante público".

El papel de la izquierda

No hay una sola respuesta sobre qué debe hacer la izquierda para ganar la batalla cultural a la ultraderecha. Ni siquiera hay una sola respuesta válida. Para Fernández, "es importante que la izquierda no vaya a remolque de Vox, debería ignorarlo lo máximo posible (aún más estando en el Gobierno) y desarrollar políticas distintas a la derecha" que consigan trazar los debates y asuntos relevantes para la opinión pública. Del mismo modo, "convendría retomar la agenda de democratización y transparencia que surgió con el 15M y que parece que se ha diluido".

"Lo esencial es defender las condiciones materiales y de vida de la gente"

Ferré remarca otros aspectos relevantes que la izquierda debe defender. En primer lugar, partir de la base de que "las formaciones de extrema derecha no nacen de proyectos populares y de las clases trabajadoras".

La extrema derecha "no es una patología, sino una fisiología del capitalismo porque no es un fenómeno extraño ni ajeno ni espontáneo al propio sistema: el surgimiento de la extrema derecha es una forma de articulación política en la que el capital intenta imponerse de manera autoritaria y violenta en la estructura económica".

La copresidenta de Transform Europe destaca que lo esencial es "defender las condiciones materiales y de vida de la gente" y opina que "la labor que la vicepresidenta Yolanda Díaz desempeña desde el Ministerio de Trabajo es mucho más importante que cualquier manifestación cultural para confrontar la batalla ideológica con la extrema derecha". Aun así, Ferré matiza que "es evidente que no hay que quitarle peso a la batalla cultural, pero hay que librarla con los valores de la izquierda, desde la empatía y la racionalidad".

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