madrid
Actualizado:Antes de las elecciones generales en el Partido Popular reconocían sin ambages que el conflicto independentista en Catalunya se había apaciguado en los últimos años y asumían que eso explicaba buena parte de sus crecientes y esperanzadoras expectativas electorales. Así, aun resistiéndose a reconocerle ningún éxito a la políticas del Gobierno —ahora en funciones—, Alberto Núñez Feijóo llegó a aceptar que el PP había cometido "errores"; desde su cúpula se hicieron intentos de acercamiento a Junts; y él mismo puso sobre la mesa su predisposición a buscar un "nuevo encaje territorial" de Catalunya.
Los populares escenificaron un giro de guion frente al nacionalismo e independentismo catalán que han comenzado a enmendar para elevar el coste de las negociaciones a Pedro Sánchez. El tono ha vuelto a subir.
Inmersos en una nueva hoja de ruta y con el más que asumido rol de oposición, Feijóo ha asegurado este lunes que los "nacionalismos" con los que conversa el líder socialista para su investidura — a algunos de los cuales también tantearon sin éxito los populares— "nos llevan hacia la Edad Media o hacia un horizonte similar al de los Balcanes". La guerra de los Balcanes, en la que el factor étnico y religioso fue fundamental, ha sido uno de los conflictos más cruentos de la historia. Se calculan alrededor de 98.000 muertos y un millón de desplazados en una limpieza étnica sistemática con matanzas, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.
A última hora del día, Feijóo trató de reconducir sus declaraciones. "El hecho de que se balcanice la política, que se rompa la unidad de un país y que nos convirtamos en reinos de taifas es lo que he dicho y lo que he pretendido decir. Intentar decir que eso tiene que ver con un conflicto es retorcer al máximo lo que en ningún caso he querido trasladar a los ciudadanos", aseguró.
"Catalanización" de la política
Horas antes de su intento de este intento de aclaración, el vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del PP y, las veces, portavoz de facto, Borja Sémper, preguntado al respecto, se desmarcaba de la comparación asegurando que no había escuchado a Feijóo. Pero añadía: "Estoy muy preocupado por la 'catalanización' de la política española".
Sémper recuperó el argumentario duro de los populares con respecto a Catalunya y alertó de un "riesgo serio" de que la polarización "contamine" a la sociedad española cargando contra los nacionalismos, en general, de los que, dice, buscan la crispación y la "pureza". Durante semanas, Feijóo intentó por activa y por pasiva conseguir los votos del Partido Nacionalista Vasco (PNV) para su investidura.
El PP cabalga desde hace semanas en sus propias contradicciones y por eso Sémper también esquivó las preguntas sobre las incongruencias en torno a la relación con Junts. Hace menos de dos meses, Esteban González Pons, vicesecretario de Institucional del PP y persona de la máxima confianza de Núñez Feijóo, hizo un amago de acercamiento a Junts —el mismo partido independentista que comparan ahora con alguno de los actores de la guerra de los Balcanes— reconociendo que su "tradición y legalidad no están en duda".
El encuentro no negado entre Pons y Turull
Durante unos días reconocieron a la formación que preside Carles Puigdmont como interlocutor válido, pero las presiones internas le torcieron el brazo a Génova y se enmendaron a sí mismos. Pero la estrategia de la cúpula de Feijóo de llamar a la puerta del independentismo catalán llegó lejos, según han publicado algunos medios de comunicación que apuntan a un encuentro entre Pons y Jordi Turull, secretario general de Junts. El PP no niega con contudencia el encuentro y echa balones fuera.
Además, distintos dirigentes populares han recuperado uno de los mantras más habituales de la derecha con respecto a Catalunya: el de los "privilegios" económicos. Desde los territorios gobernados por el PP, y también desde Génova, señalan ya que la negociación del PSOE con las fuerzas independentistas catalanas va a suponer un perjuicio para el resto de comunidades autónomas. Más allá de la amnistía, los líderes autonómicos están dispuestos a dar la batalla contra un posible pacto que le dé, de nuevo, la llave de La Moncloa a Sánchez reavivando los ecos de los momentos más álgidos del conflicto en Catalunya.
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