Felipe VI intenta bajar a la tierra con referencias a la vivienda, la inmigración y el negacionismo climático

El CIS de octubre situó la inmigración como la principal preocupación para los españoles. El CIS de noviembre, colocó en esa posición los "problemas políticos". El de diciembre, la vivienda. Son tres cuestiones a las que ha dedicado espacio Felipe VI en su discurso navideño de 2024. El traje social que se ha puesto el rey, en cualquier caso, dista mucho de ser completo. Se extiende en el análisis, pero no abunda en las soluciones.

En los tres casos ha esbozado los que para él son los ejes que definen cada uno de los elementos, pero en ninguno ha aportado líneas de actuación claras. Mucho menos en cuanto a la crisis climática. Si bien es cierto que ha criticado que se ponga "en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo, como son las crisis climáticas y medioambientales, las pandemias, la transición energética o el comercio"; también lo es que no ha profundizado en ello.

Sí ha ido algo más allá en materia de vivienda, lo que sugiere que, aparte del CIS, el equipo de la Casa Real ha tenido en cuenta las protestas en las calles de las principales ciudades de España. "Las ciudades, en especial las grandes urbes, actúan como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer", ha explicado hacia la mitad de un discurso que ha pronunciado desde el Palacio Real, en lugar de desde Zarzuela.

"Es importante", ha continuado, "que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles". Así, el rey, fiel a su habitual equidistancia, no ha apuntado formas de resolver el problema, pero sí ha dejado constancia de que tiene que haber vivienda accesible para la ciudadanía.

En especial, ha dicho, "para los jóvenes". La juventud ha sido otro componente con gran peso en el mensaje navideño de Felipe VI, como también las víctimas de la DANA y la "solidaridad" que despertó la catástrofe en la sociedad española. El marco de la DANA ha servido al monarca, además, para rechazar "la negación de la existencia de un espacio compartido" ―a lo que aspira la antipolítica― y para reivindicar el "diálogo" frente a una "contienda política" que considera, en ocasiones, "atronadora".

Las nuevas generaciones son uno de los grupos poblacionales que más contundentemente demandan un referéndum para decidir el modelo de jefatura de Estado: monarquía o república. Por eso, la Casa Real ―en especial, tras la reciente incorporación de Camilo Villarino como líder estratégico― está proyectando la figura de la princesa Leonor ―incluso, la de la infanta Sofía― y tratando de modernizar la imagen de la institución en general.

En las palabras de este 24 de diciembre se ha visto claro ese intento de acercamiento a los jóvenes: "El futuro radica principalmente en nuestra juventud [...]; la que emprende pese a las dificultades y la que está a la vanguardia de nuestra ciencia; la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia; la que con más empeño exige avances en materia de igualdad, [...] la juventud, en fin, que busca oportunidades y supera los obstáculos a base de mérito y esfuerzo".

Llamada a la "integración"

En cuanto a la inmigración, Felipe VI se ha limitado a hacer una diagnosis de la situación, aunque sobre la base de una defensa bastante clara de los derechos humanos e incluso deslizando un llamamiento a la empatía, ocupando una esquina del tablero opuesta a la que defiende la extrema derecha. 

"La inmigración es un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social que responde a causas diversas", ha empezado, aunque enseguida ha remarcado que "sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente; que son sociedades abiertas e interconectadas". De todas formas, también ha puntualizado que, sin "la gestión adecuada", las migraciones pueden derivar "en tensiones que erosionen la cohesión social". Es una cuestión que, tal y como también ha insistido, debe abordarse en coordinación "con nuestros socios europeos".

En ese punto es cuando ha hablado de la importancia de realizar un "esfuerzo de integración" ―que, ha añadido, "corresponde a todos"―, de respetar las leyes y de reconocer "la dignidad que todo ser humano merece". Ha continuado haciendo alusión a "las redes y mafias que trafican con personas", que tienen que ser "combatidas con firmeza". Ha cerrado, finalmente, con una reflexión: "La manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración [...] dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia".

Sus palabras llegan en un momento, por otra parte, en el que el Partido Popular y el Partido Socialista no logran ponerse de acuerdo en cuanto a la reforma de la ley de extranjería.

Es destacable, por último, la ausencia de referencias a la violencia de género, especialmente en un año en el que el caso Errejón ha reforzado la validez de los testimonios en los casos de mujeres acosadas o en el que el caso Pelicot ha dado la vuelta al mundo. Tampoco ha hablado el monarca del genocidio en Palestina ―ha mencionado, por encima, la "creciente inestabilidad internacional", pero sin citar los conflictos de Ucrania u Oriente Medio― ni de la situación del rey emérito, Juan Carlos I. Otra ausencia destacada ha sido la cuestión territorial y el procés, que no han aparecido en el discurso, pese a que este año se ha tramitado y aprobado la ley de amnistía.