'Os Baltar', el ensayo periodístico que desvela la podredumbre del poder corrupto del PP en Ourense
Los periodistas Cristina Huete y Primitivo Carbajo explican los orígenes y el desarrollo de la trama clientelar y caciquil tejida por José Luis Baltar y su hijo Manuel bajo el amparo de Fraga, Aznar, Rajoy, Casado, Feijóo y Rueda.
A Coruña--Actualizado a
La red clientar y corrupta que el Partido Popular tejió y mantiene en Ourense alrededor de la Deputación Provincial es como un agujero negro. Nada escapa a ella, ni siquiera, en ocasiones, la luz. Trabajadores, banqueros, empresarios, editores de periódicos, sindicalistas, políticos gobernando y en la oposición, alcaldes, concejales, diputados provinciales, congresistas, senadores, jueces, fiscales... El agujero lleva casi cuatro décadas tragándoselo todo.
Lo cuentan los periodistas Cristina Huete y Primitivo Carbajo en Os Baltar, a senda do caciquismo na democracia plena, (Morgante Edicións, 2024) un ensayo apasionante, crítico y brillantemente contextualizado que narra, desde sus orígenes en el franquismo, cómo se fue armando ese entramado de nepotismo y corrupción en torno a la saga de los Baltar: José Luis, el maestro de pueblo y luego alcalde de Nogueira de Ramuín que ocupó la Deputación y el partido en los años 90 y en la primera década de los 2000, y su hijo Manuel, que heredó y modernizó la trama hasta el año pasado.
"Hubo un colosal saqueo de recursos económicos en detrimento de la provincia, de los ciudadanos de Ourense, sin que la Deputación sacase adelante un sólo proyecto ni ninguna inversión de relevancia en casi cuatro décadas. Todo se destinaba a pagar los sueldos de los amigos, familiares y afines enchufados en empleos, muchos de ellos ficticios", relata Huete, quien durante años explicó desde las páginas de La Voz de Galicia, Faro de Vigo y El País la podredumbre del PP de los Baltar y la connivencia con ellos de las sucesivas cúpulas del partido en Galicia y en Madrid: Fraga, Aznar, Rajoy, Casado, Feijóo, Rueda... También de muchos medios de comunicación, incluidos alguno de los anteriores y especialmente de La Región, el diario local propiedad de la familia Outeiriño que compartía negocios con la trama.
Herramienta para el uso caciquil de la Administración
Ourense es una de las provincias más pobres de España y la décima con menos población, poco más de 300.000 habitantes. Tiene 91 municipios, pero sólo la capital supera los 15.000, y sólo cuatro, los 10.000. Una veintena de concellos no llegan a los mil pobladores. Eso convierte a la Deputación en el organismo de referencia en la financiación de sus servicios esenciales y en la vida cotidiana de sus ciudadanos, y en una herramienta poderosísima como eje del funcionamiento caciquil de la Administración Pública para la obtención de mayorías electorales.
Según narran Huete y Carbajo, a los diez años de la llegada de los Baltar a la Deputación, la institución ya era el segundo mayor empleador de la provincia, sólo por detrás de la empresa de alimentación Coren. Contaba con una plantilla de más de mil personas, más del doble que la de la Deputación de A Coruña, que atiende a una población casi cuatro veces mayor. De los 16 millones de su presupuesto destinado a obras en los departamentos que las ejecutaban, más de 12 se destinaban al pago de nóminas del "pelotón de enchufados" que el "cacique bueno", como José Luis Baltar gustaba autodenominarse, había colocado en la multitud de chiringuitos que creó.
La inmensa mayoría eran alcaldes, concejales y diputados provinciales del PP, muchos de ellos duplicando sus salarios como empleados públicos y cargos de representación, o militantes o simpatizantes o sus familiares y amigos: padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, maridos, esposas, parejas, parientes de éstas... Las oposiciones a la Deputación de Ourense estaban tan amañadas, o mejor dicho vendidas, que durante años las academias locales que preparaban a los aspirantes a funcionario en otras administraciones ni siquiera las ofertaban para esa institución.
Corruptelas con titular propio
La lectura del libro es apasionante y hasta humorística, porque en sus 200 páginas es difícil pasar más de dos sin encontrarse con una espeluznante corruptela digna de un titular propio. Son tantas que ni siquiera se hace espoiler si se citan solamente siete –y lo de que sean siete, justamente siete, sólo lo entenderán quienes lean el ensayo–: más de 300 celadores en un pequeño hospital comarcal. Un teatro reconvertido en centro cultural con 33 porteros para atender dos puertas. Cuatro constructoras haciéndose con la mayoría de las licitaciones de obras mediante contratos fragmentados para que pudieran ser adjudicados a dedo. Una caja fuerte en el despacho de Baltar repleta de dinero en billetes grandes, y otra en el maletero de su coche oficial para ir repartiendo dádivas en las visitas a los pueblos. Casi medio millón de euros de la Deputación facturados en un año por la gasolinera propiedad de un alcalde del PP. Otro regidor cobrando un salario de más de 75.000 euros, más de lo que ganaba entonces el presidente del Gobierno, por gobernar un pueblo de mil habitantes. Alcaldías y concejalías que, como la presidencia de la Deputación y del partido, se heredan de padres a hijos y de esposas a maridos.
"Se generó una educación política tóxica originada en el franquismo y totalmente alejada de los valores democráticos. Y el PP mantiene vivo ese sistema caciquil y clientelar porque es la base de su cuerpo electoral. Teme que si prescinde de esa maquinaria se le escapen miles de votos de los que depende su poder en la Xunta", explica Carbajo.
El agujero negro en torno a los Baltar y el poder de atracción que ejercían sobre el resto del partido en Galicia y en el Estado fue creciendo en torno al ejemplo que ellos mismo daban al resto de los habitantes de la provincia, sobre cómo utilizar en su propio beneficio su poder en la Administración y en el partido. El primogénito, Manuel, ganaba una oposición en la Xunta y un escaño en el Parlamento de Galicia. El segundo, José Luis, obtuvo un bien retribuido puesto en Caixa Ourense, donde su padre había sido secretario del consejo de administración. La primera mujer de Manuel, Olga Mojón, fue nombrada directora del centro cultural de los 33 porteros. La segunda, María José Caldelas, empresaria condenada por falsedad, también tenía acta de de diputada autonómica. La primera esposa de José Luis, Begoña Cádiz, fue colocada en el Instituto Ourensano de Desarrollo. La hermana del cacique, Carmen Baltar, en la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil.
Palacetes y una colección de coches de alta gama
Paralelamente iban aumentando las evidencias de que el patrimonio familiar crecía inusitadamente. Manuel se construyó un exclusivo palacete en Esgos, donde era concejal a 20 kilómetros de la capital, recalificando las fincas con las que iba haciéndose cerca de los chalés de otros de sus familiares y de la casona de su padre, anexa a la nave donde personal de la Deputación custodiaba y mantenía a punto el centenar de vehículos clásicos, de lujo y de alta gama de su colección personal: Jaguar, Maserati, Porsche, Mercedes... La Xunta de Alfonso Rueda acaba de gastarse 1,1 millones de euros en acondicionar y peatonalizar con fondos europeos la carretera que bordea la nave y las viviendas de los Baltar.
En la colección de coches debería de haber al menos un Rolls Royce, como el que le regaló al patriarca un empresario a cambio de una plaza en la Deputación para su hija, tal y como recogen las grabaciones que Público desveló en mayo pasado. Un año antes, este diario también publicó los audios y mensajes en los que José Luis, el segundo hijo del cacique, reconocía las mordidas que tanto él como su hermano Manuel, ya como presidente del organismo, cobraban a los empresarios a los que adjudicaban obras de la institución.
Los Baltar han contado también con el amparo del sistema judicial. El fiscal que abrió diligencias por los audios de José Luis mantiene abierto el caso pero sin avanzar en él, transcurrido más de un año y medio desde que se publicaron. El que fuera su superior en la provincia durante 15 años, Florentino Delgado Ayuso, sancionado en 2019 por disfrutar ilegalmente durante ese tiempo y sin pagar alquiler de una vivienda propiedad de la Xunta gobernada por Feijóo, fue archivando todas las denuncias que le llegaron. Hasta que en 2013 procesó a Baltar padre por haber contratado en la Deputación a más de 100 compromisarios del PP –en realidad fueron alrededor de 400 los simpatizantes del partido que obtuvieron un empleo–, y que votaron luego a su hijo en el congreso del partido en el que éste heredó la presidencia.
Premio para el fiscal
El fiscal lo denunció tres años después del congreso y le imputó sólo un delito de prevaricación, lo que permitió que no tuviera más condena que nueve años de inhabilitación cuando ya había dejado la política. Acaba de cumplirlos. Pese a la sanción que pesaba sobre él por el asunto del piso, ratificada por la Audiencia Nacional, el fiscal Delgado fue premiado posteriormente con un puesto en la Fiscalía de Madrid.
A pesar del cúmulo de denuncias contra los Baltar, ningún juez ha avanzado tampoco en ninguna investigación sobre ellos. Al contrario. A quien pidieron una fianza de 20.000 euros fue a Cristina Huete, contra quien se querelló un empleado de la Deputación tras el reportaje que publicó en El País sobre la colección de coches del cacique. Fue absuelta. "No han sido años agradables. Esta es una ciudad pequeña y había muchas presiones. Una vez le escuché decir a Vázquez [Xosé Andrés Vázquez Hermida, delegado del diario en Galicia y luego su jefe de Política]: Cristina está denunciando a la mafia y vive en Sicilia".
En la capital de esa Sicilia gallega manda hoy Gonzalo Pérez Jácome, a quien el sistema de Justicia también parece amparar pese a las múltiples evidencias documentales y testificales de que contrataba falsos asesores a los que cobraba mordidas en dinero negro; de que, como Manuel Baltar, también falseaba las multas del coche oficial que conduce; y de que se jactaba en privado de saber manejarse como nadie entre las tramas de corrupción institucional.
Jácome, producto del baltarismo
"Jácome es un producto del baltarismo", afirma Carbajo. El alcalde de Ourense lo es por el apoyo irredento de Feijóo, pero también por la mediación del PSOE, cuyo exsecretario de Organización, José Manuel Lage Tuñas, impidió tras las últimas elecciones locales que su partido llegara a acuerdo alguno para apartar al PP de la presidencia de la Deputación. De hecho, Lage emprendió desde su cargo una dura purga contra los socialistas ourensanos que más se significaron contra el baltarismo. Sucede que es amigo personal de Manuel Baltar, y que cuando perdió su escaño en el Parlamento de Galicia en 2013, éste contrató a su empresa de consultoría para asesorarlo en la Deputación.
El agujero negro que crearon los Baltar y cuya atracción gravitatoria ha devorado a trabajadores, banqueros, empresarios, editores de periódicos, sindicalistas, políticos de la oposición, alcaldes, concejales, diputados provinciales, congresistas, senadores, jueces y fiscales, sigue engordando. El actual presidente provincial, Luis Menor, hombre de confianza de Feijóo y de Rueda, ha aceptado seguir pagando con dinero público las sanciones de tráfico por exceso de velocidad en los coches oficiales para no admitir que los conducía su antecesor. Mantiene y usa el mismo lujoso parque móvil, y ha presupuestado gratificaciones para el personal de confianza que aquél dejó. Entre los beneficiarios figura su chófer personal, al que Menor también ha intentado entregar una jefatura del organismo modificando ilegalmente la relación de puestos de trabajo de la institución.
El exchófer de Baltar y hoy de Menor no sería el único premiado, porque el PP sigue galardonando con ascensos y promociones a todos los que contribuyeron a tejer, desarrollar y mantener la red corrupta, clientelar y caciquil de Ourense. Alfonso Rueda es presidente de la Xunta. Feijóo, líder de la oposición. Manuel Baltar, senador por designación autonómica. Miguel Tellado, muñidor de los acuerdos con Jácome como secretario xeral del PPdeG, es portavoz del Grupo Popular en el Congreso. Ana Belén Vázquez, exalcaldesa de Bande –dejó el puesto en 2007 en manos de su entonces esposo, José Antonio Armada, en otro ilustrativo ejemplo de cómo el PP entiende la propiedad familiar de los cargos públicos–, también es diputada en el Congreso y secretaria de Interior del partido. Vázquez es uno de esos afilados arietes del relato partidista con los que Feijóo se permite seguir dando lecciones de honestidad contra la corrupción, pese a saberse rodeado de ella.
"Cowboys" del lejano Ourense
La exalcaldesa y diputada interviene con frecuencia semanal en la tertulia política de un exitoso programa de televisión, Todo es mentira, cuyo presentador y colaboradores suelen disfrazarse con atuendo de cowboys cuando bromean sobre las recurrentes noticias que hablan de las corruptelas de Jácome y los Baltar, que tienen sección propia en el programa bajo el título de El lejano Ourense. A muchos ourensanos la ironía les resulta ofensiva, pero lo cierto es que resume bien su situación: buena parte del resto del país los mira como a un pueblo aislado del Oeste, un lugar anacrónico en el que la única ley que rige es la que dictan a su antojo un puñado de caciques de otro siglo.
Pero no, no todo es mentira. Nada de lo que cuentan Huete y Carbajo en su libro lo es. Como no es verdad que Ourense sea una provincia corrupta por atrasada, sino precisamente al revés. Pero sucede que el Estado, sus instituciones constitucionales –los gobiernos central y de la Xunta, el poder legislativo, la Justicia, los partidos y hasta los sindicatos–, y quienes las gestionan, parecen haber sido absorbidos también por el oneroso agujero negro de corrupción construido por los Baltar y el PP. Los han traicionado, en la medida en que parecen haber desistido de su obligación de proteger y defender a una inmensa mayoría de ciudadanos honestos de la minoritaria pero poderosa e inmoral pandilla de forajidos que dominan sus vidas. Los han dejado solos.
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