"Todo se reduce a que no estamos a favor ni en contra de nada ni de nadie. Se trata de valorar los pros y los contras de cada asunto, de valorar a dónde vamos y de ponderar. Un ayuntamiento no se puede situar en un extremo", expone Herminia Ballestín en vísperas de ser investida de nuevo como alcaldesa de Angüés (Huesca).

La agrupación de electores íntegramente formada por mujeres que ella encabeza (Mujeres por el Municipio de Angüés) marcó hace cuatro años un hito en el municipalismo al obtener una mayoría absoluta cuya gestión premiaron los vecinos el 28M con un concejal más: de 4-3 frente al PSOE a 5-2 ante el PP.

"Eso depende de los vecinos", dice, sobre un apoyo en las urnas que desborda con claridad el eje de género del lugar: 148 votos a favor de 254 emitidos (58%) en un municipio de 348 votantes y 368 habitantes y en el que la población masculina supone el 53,2%.

"Nosotras gestionamos solo para los vecinos. Intentamos hacerlo con un planteamiento sereno, razonable e independiente. Y empezamos y acabamos aquí, nadie busca medrar", señala la alcaldesa. "Somos raras, y cuando uno asume que es raro tiene mucho avanzado: somos mujeres que hacemos una gestión en femenino", dice refiriéndose al ámbito político.

¿Raras? Más bien, sí; entiéndase, quizás y con el diccionario en la mano, como adjetivación para un Gobierno municipal "extraordinario, poco común o frecuente" o como "escaso en su clase o especie", e incluso como "insigne, sobresaliente o excelente en su línea" más que como "extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse".

"Yo soy la alcaldesa, pero lo que funciona es el grupo"

Esa rareza incluye el intento, requisito más bien, de dejar al margen del grupo cualquier tipo de alineamiento: "Seguramente votamos cosas variadas, pero eso da igual. Aquí lo que se pregunta es si tu pueblo te interesa hasta el punto de trabajar por él y dedicarle tiempo", explica Ballestín.

"Tenemos un consenso de escuchar, atender y trabajar, pero no tenemos un patrón ideológico. Aquí lo que hace falta es disponibilidad de trabajo y de servicio", apunta.

Ese planteamiento ofrece, a priori, pros y contras. Entre estos últimos destaca la ausencia de referentes en las instituciones a la hora de captar recursos, aunque eso no parece haber sido un problema en los últimos cuatro años.

"Hemos pedido las ayudas que hemos creído que nos podían cuadrar, a la Diputación, a los ministerios y al Gobierno de Aragón, y nos han atendido bien. ¿Ser independiente y no tener una cuota es una ventaja o un inconveniente? No es más que una situación que se da y que en nuestro caso hemos elegido", expone la alcaldesa.

Ballestín incluye entre las fortalezas de su equipo el propio planteamiento de la independencia, que "es difícil de explicar, porque no es estar a favor ni en contra de nada sino observar cada asunto y posicionarse sin prejuicios".

"Los pueblos son un ecosistema especial que hay que cuidar para que los vecinos estén a gusto y puedan venir otros. Y eso nos da trabajo, pero también satisfacciones", expresa la alcaldesa.

Y, en ese sentido, destaca: "Yo soy la alcaldesa, pero lo que funciona es el grupo. Y ahí yo soy una más aunque lo represente. El grupo es el que tira del carro. Somos mujeres diferentes que nunca discutimos de esas diferencias".

Un pueblo con once cerdos por hectárea

Esa forma de trabajar les ha dado algunas sorpresas. Entre ellas, la respuesta que obtuvo el proceso de participación cuando propusieron establecer una moratoria de un año para la apertura de nuevas granjas ante la avalancha de peticiones que comenzaron a llegar al consistorio tras los confinamientos por la pandemia.

Las estadísticas del Gobierno de Aragón contabilizaban el año pasado en Angüés 17 explotaciones de porcino con 66.984 plazas, un parque que arroja una media de algo más de un tocino (1,112) por cada cuadrado de diez por diez metros y que sitúa en casi 4.000 animales el tamaño medio de las granjas, más macro que micro.

"Estaban entrando muchas solicitudes y no sabíamos qué iba a pasar. La moratoria era una forma de ordenar, de parar y de racionalizar" esa presión ganadera, explica la alcaldesa.

"Nos llevamos la sorpresa de que hubo pocas alegaciones en contra de la moratoria y muchas a favor. La gente se está concienciando de lo que supone el crecimiento sin control", señala, en un marco al que no le resultan ajenos los episodios de escasez de recursos hídricos y de contaminación por nitratos que se han dado en los últimos años en la Comarca de La Hoya de Huesca.

Seis concejalas en un ayuntamiento de siete ediles

Angüés, formado por tres pueblos (Bespén, Velillas y la capital) y situado a 21 kilómetros de Huesca, se encuentra junto a la autovía de Lleida y bajo las estribaciones sureñas de la Sierra de Guara.

Forma parte de eso que se ha dado en llamar la España vacía o vaciada, aunque en los últimos cuatro años ha ganado población al sumar 33 vecinos a los 354 que tenía en 2019.

"Los pueblos son espacios en los que se puede vivir, eso lo tengo claro, y en los que no necesitamos grandes cosas, sino pequeñas cosas que funcionen", explica la alcaldesa, que mantiene entre los principales proyectos para los próximos cuatro años abrir una tienda multiservicio.

Esa lista la completan la apertura de la cuarta y la quinta viviendas recuperadas ("una casa que se abre es una familia que puede venir") en dos de los núcleos, implementar los trabajos de bioconstrucción derivados de la escuela taller que se ha desarrollado en los últimos años y lograr que Bespén disponga de una piscina municipal como elemento para asentar población.

Herminia Ballestín, recién jubilada con 67 años tras haber emprendido varios negocios como una quesería, un restaurante y una explotación agropecuaria, será investida de nuevo este sábado como alcaldesa de Angüés, en uno de los ayuntamientos con mayor presencia femenina del país (85,7%) al añadir el PP otra mujer desde la oposición.