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Las protestas de centenares de madrileños, en las calles de Núñez de Balboa y adyacentes, se convirtieron la semana pasada en la representación de un estado de ánimo que se llegó a pretender general, todo un símbolo de una oposición general, latente y cabreada con el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos. Pero, ¿es esta metáfora cierta?
Este, el de las banderas y los presuntos palos de golf, ha sido el último episodio de una larga serie de ellos, unidos por la misma visión "centralista, mesetil, castellanista, segregadora" que se remonta por lo menos hasta los Austrias, quienes ubicaron la capital de sus posesiones en Madrid, según el catedrático de antropología social y cultural de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno.
"No me sorprende gran cosa –arranca Moreno–. Es la tónica: en España hace mal tiempo si llueve en Madrid". "Cualquiera que viva en Andalucía es consciente de que las noticias no se hacen desde aquí. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta, como tampoco hay que serlo para no encontrar nuestros acentos entre quienes nos dan o comentan las noticias", coincide Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad Pablo de Olavide, hoy eurodiputada del PSOE.
"El lastre de la visión centralista es una cuestión cognitiva. No se entiende la diversidad, la pluralidad. En el siglo XIX, a finales, ya se concretó en el entramado de ferrocarriles y carreteras. Todo es radial. Hasta hace poco había que pasar por Madrid para ir desde Sevilla a Santiago", afirma el profesor Moreno.
"¿Qué se está azuzando? Que hay una ultraderecha que no acepta el resultado de las elecciones. Lo aceptó en su momento porque era la única salida a la dictadura. Y ahora que hay un PSOE que pacta con gente más a la izquierda es que la ultraderecha no acepta el resultado democrático. Y usan una calle y media", asegura la periodista y escritora Mercedes de Pablos, fina y aguda observadora de la realidad.
"¿Cómo es posible que una calle provoque un estado de ánimo general de una nación de 45 millonees de personas?", se pregunta De Pablos. "Y que nos lo creamos. Tenemos 17 Comunidades Autónomas con equilibrios diversos. Hay mucha más diversidad de la que creemos, pero una calle y media es muy eficaz", añade.
La visión centralista
"Siempre ha existido una visión centralista. Esto no es novedoso. Pero se ha agudizado con la crisis del proceso soberanista catalán que ha afectado a las periferias. Desde entonces, ha habido una especie de conjunción político-empresarial en la que incluyo a la izquierda también, que ha estado interesada en transmitir una visión unívoca, una realidad social, en que lo periférico queda marginado", afirma Ángel del Río, profesor de Antropología en la Universidad Pablo de Olvide, de Sevilla.
"Las noticias no están contadas desde Andalucía. El territorio más poblado de España sólo tiene presencia para reforzar los estereotipos que nos definen fuera de nuestras fronteras. Sólo cuando interesa para reforzar una visión preconcebida desde Madrid o desde otros focos de control mediático como Barcelona", abunda Gálvez.
"Raras veces Andalucía es noticia, por ejemplo, por sus exportaciones, cuando es la segunda comunidad más exportadora de toda España después de Catalunya, incluyendo componentes de alto valor añadido como los aeroespaciales", agrega la profesora Gálvez.
Las consecuencias de esta manera de hacer son profundas. "La gente suele copiar lo que ve en la tele, que se escucha continuamente, lo que está en el escaparate en todos los sentidos. Ese escaparate es lo que le entra a la gente en su cuarto de estar, o en su comedor todos los días. Lo que las gente escucha es la realidad madrileña. Esa realidad tiene un efecto multiplicador", considera Moreno.
Al profesor, esta situación, ese espectáculo que empieza en Madrid y que va a ser potenciado y difundido por los medios, lo lleva a enlazar con "el síndrome del colonizado –acuñado por Frantz Fanon–, que consiste en que los pueblos colonizados culturalmente tienden a interiorizar la visión de ellos que dan los dominantes y esto ocurre en buena parte en Andalucía. Y las instituciones escolares no sirven, puesto que, digamos que, para no ser menos, tienden a imitar el punto de vista que los mantiene en el pozo. En otros lugares, ocurre un rechazo ante esta visión mesetaria".
"Se creen centro y todo lo demás periferia. Y así no se puede entender este Estado o este país tan complejo como es el estado español. Es gravísimo y muy difícil de solucionar. Esta visión es también segregadora, porque ese huracán centrípeto provoca reacciones de signo contrario", remacha el antropólogo Moreno.
De Pablos analiza: "Madrid es el termómetro de nuestro estado de ánimo, el que niega la pluralidad de las realidades". "Tan aislados, tan frágiles estamos que nos movemos por deseo o por temor y cuando los sucesos provocan reacciones viscerales es muy fácil azuzarlos".
"El periodismo es parte fundamental de la cultura. Nos une a la identidad emocional. La espectacularización de la información provoca que sea muy poco racional. Nos hemos acostumbrado a reaccionar con 240 caracteres. Y si el periodismo es emocional, si responde a mi temor y a mi deseo, no necesita contestar a las cinco W", añade la periodista.
El ombligo del país
"Madrid es supuestamente el ombligo del país. Lo que es trascendente es lo que ocurra allí. Eso tiene catastróficas consecuencias, políticas. Esa frase que ya no se suele utilizar, pero que seguro que allí la piensan: España es Madrid y provincias. Si pasa una cosa como esta, de Núñez de Balboa, o todo lo contrario, como el 15-M, cuando España era la Puerta del Sol, Madrid es un púlpito que prácticamente hace que todo lo demás quede en penumbra o eclipsado", afirma Moreno.
Del Río confirma con su propia experiencia esa afirmación del profesor Moreno: "El 15-M fue un fenómeno global. Cuando lo trabajamos en la Universidad, desde las ciencias sociales, se convierte en un fenómeno de la Puerta del Sol. Es difícil encontrar material más allá de ahí. Está todo muy centrado en lo que fue Madrid. Han quedado las periferias fuera de juego".
"Andalucía interesa para determinadas noticias que bien son tan vistosas como sus fiestas y demostraciones de cultura popular, o cuando toca hablar de subsidios o personas que no llegan a fin de mes", abunda al respecto de este asunto, del ninguneo a las periferias la catedrática Gálvez.
"Hay un Madrid que nos vincula a todos. Es el centro neurálgico de decisiones. Ese Madrid no lo negamos. Pero si conviertes Madrid en hábitat y lo conviertes en espejo de todos nosotros, se convierte en otra cosa, en el paradigma", agrega De Pablos.
La periodista acude, para ilustrar esta situación, a un ejemplo bien gráfico, el del fútbol. "Me interesa mucho el relato deportivo como relato paradigmático. El Betis, el Granada nunca ganan al Madrid, siempre pierde el Madrid. Esa es la ventana por las que hemos decidido ver las cosas. Eso provoca que los medios conviertan cualquier anécdota en norma". Y añade, con agudeza y un punto de ironía sobre el caso Núñez de Balboa: "¿Es esa calle el Wall Street de España? Deberían protestar el PP andaluz, el aragonés y el de Badalona".
La crisis del periodismo
Sobre las causas de esta situación, más allá de las que están muy enraizadas, imbricadas en la propia institucionalidad, incluida la mediática, en la manera en que está organizado el país, De Pablos, Moreno y Del Río coinciden en señalar la precariedad de la profesión periodística, del oficio, y el cierre de numerosos periódicos y de las propias delegaciones autonómicas y locales de los medios radicados en Madrid.
"La propia prensa escrita que hace unos años sacó algunas páginas de edición catalana, andaluza o vasca, lo primero que hizo caer fueron esas ediciones. Eso refleja que no es importante. Lo que interesa es el gacetillero político madrileño. Basta con abrir cualquier periódico que le dicen estatales, son madrileños. Todo lo demás es como si no existiera, o bien existe en lo pintoresco o en lo trágico, como en Andalucía", afirma Moreno.
"Hay un monocultivo. Los medios de comunicación están en crisis absoluta. Se mezcla precariedad y espectacularización. Con pocos medios tienes que sacar muchos likes, porque compites en la selva. El espectáculo está donde alguien lo provoque y a ti te resulta barato. No interesa ir a Soria o a las Alpujarras o ver qué está pasando en Galicia. Una cámara para un señor que grita en Madrid sale muy rentable dentro de la precariedad", afirma De Pablos.
"El periodismo está en crisis. Las redacciones andaluzas se cerraron. No existen los periodistas de calle", resume Del Río.
El profesor Moreno va a lo hondo para explicar, desde su punto de vista, el contexto general: "El modelo es el supuesto modelo madrileño, que habría que ver qué cosa es eso. Madrid era un población de la Mancha, hasta que chupó los capitales andaluces. Es un delirio que Madrid sea una de las CCAA. Eso es una broma. Podría pensarse en un distrito federal, del tipo de Washington, si esto fuera federal o confederal".
"Incluso a gente muy inteligente –continúa el profesor Moreno– le cuesta entender este país. No es solo un pensamiento conservador, reaccionario, sino que ha calado mucho también en la izquierda, que comparten esa visión madrileñista. Les cuesta comprender el tema de las identidades nacionales. Es una visión desde Madrid y desde allí señalan el norte y el sur. Ellos son el centro. No solo en términos geográficos a todos los niveles, político".
Del Río coincide en que la madrileñización es un fenómeno que "viene de lejos" y que "ha penetrado en la propia izquierda española". "El fenómeno de Podemos tiene una vertiente muy madrileñista en este sentido. Mucha gente en Andalucía tiene una perspectiva diferente, desde la cultura andaluza", agrega el profesor.
España, en fin, no es una calle de Madrid.
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