bruselas
Actualizado:Las últimas horas en la política europea han dado para varios capítulos de Juego de Tronos. El Partido Popular Europeo ha sacudido el tablero comunitario paralizando el nombramiento de Teresa Ribera como futura vicepresidenta de la Comisión Europea. Los socialdemócratas advierten de que el conjunto de la Comisión Von der Leyen 2.0 está en peligro. La propia jefa del Ejecutivo comunitario ha dado un paso al frente mediando en la crisis para intentar desbloquear la situación. Pero lo que ha ocurrido durante estas jornadas deja muchas claves del futuro de la gobernabilidad en la UE, que entra en terreno desconocido.
Los populares ponen ahora dos exigencias a la luz verde de la española: que comparezca primero en el Congreso —intervención que se producirá el próximo miércoles— y que dimita en caso de ser imputada por la gestión de la DANA, según adelanta El Mundo. Hasta entonces, basaban el argumentario para bloquear el camino de Ribera hacia la Comisión Europea en que los socialdemócratas debían otorgar su voto favorable a Raffaele Fitto, el candidato a vicepresidente de la ultraderechista Giorgia Meloni. Fitto ni siquiera forma parte de la bancada democristiana, sino que pertenece a la familia de Conservadores y Reformistas (ECR), pero el PPE ha hecho del suyo una causa personal a pesar de que no pertenece a la mayoría Von der Leyen que conforman EPP, S&D y liberales. Los populares coquetean ya incluso con sumar en el pack de canje al nominado de Víktor Orbán, Oliver Varhelyi, que suspendió la primera fase de su examen en el Hemiciclo.
Desde el entorno de los populares europeos han hecho suyo el argumento de que Ribera podría acabar enjuiciada por la DANA y exigen que tenga "la mesa limpia" antes de sentarse en el Berlaymont. El PP quería tumbar a Ribera, algo que es complicado por el efecto arrastre que desencadenaría. Por ello, han hecho malabares para vincular su elección con los acontecimientos sobre la DANA exigiendo dilatar el resultado hasta su intervención en el Congreso. Para los socialdemócratas, sin embargo, que la decisión salga adelante esta misma semana es una línea roja.
Pero, ¿qué ha ocurrido en los últimos días? Populares, Socialdemócratas y Liberales alcanzaron a comienzos de la semana un acuerdo para emitir un dictamen sobre los seis vicepresidentes de la Comisión Europea de forma conjunta y no individualmente como se había procedido tradicionalmente. Quedaban pocas horas para el examen de Teresa Ribera, aspirante a vicepresidenta a cargo de Transición Justa y Limpia y de Competencia, en la Eurocámara. Según iban transcurriendo las horas, el tono del PP, que ha visto en Ribera la forma de salvar la cara por la pésima gestión del presidente valenciano, Carlos Mazón, antes y durante la DANA, se iba endureciendo. Las instrucciones que salían de Génova eran las de intentar tumbar a Ribera y el líder de los populares europeos, Manfred Weber, que siempre se ha involucrado mucho en los asuntos españoles, hizo suyo el nein.
Poco antes de que comenzase la audiencia, los socialdemócratas se toparon de forma sorpresiva con el bloqueo del EPP a la española y con sus intenciones de vincular el veredicto a las explicaciones de la vicepresidenta en el Congreso de los Diputados, una comparecencia prevista para el próximo miércoles. El grupo que capitanea Iratxe García Pérez se sintió traicionado. La relación entre populares y socialdemócratas es cada vez más tensa, pero está llegando a un punto de no retorno. La confianza está rota y la relación entre Weber y García Pérez apenas roza la cordialidad. El resto es historia. La estrategia del PPE durante las más de tres horas y media de examen pasó por cargar con dureza contra Ribera por la catástrofe en València llegando a sugerir que podría acabar sentada en el banquillo de los acusados. "La historia y quizás también los jueces la juzgarán por su inacción y su incompetencia", afirmó Dolors Montserrat, líder de la delegación española.
Así las cosas, en los populares reina una sensación de jolgorio. Entre los socialdemócratas de gran enfado e incredulidad. Y en la Comisión Europea se impone el nerviosismo. La propia Ursula von der Leyen se ha visto obligada a interceder con varias reuniones con los líderes de las tres familias que auparon su reelección para encauzar —sin éxito— la situación. El calendario apremia. La idea inicial pasaba por que el Parlamento Europeo diese su visto nuevo al conjunto del colegio de comisarios en el Pleno de Estrasburgo que arranca el 23 de noviembre. Pero la zancadilla del PPE, familia a la que pertenece la propia Von der Leyen, deja todo en el aire. Por lo pronto, su portavoz Eric Mamer, ha dejado claro que "su posición inicial no ha cambiado" en referencia al mantenimiento del apoyo de la alemana a la española, que estaba llamada a ser uno de los pesos fuertes de su equipo para el próximo lustro.
La presión es máxima en las filas que dirige García Pérez, que deberá medir cuántos sapos tragar ante el órdago lanzado por el PP. Por lo pronto, socialdemócratas acusan a los populares de asumir una "agenda destructiva", "irresponsable" y de utilizar a Ribera de "chivo expiatorio" para exculpar a Mazón. "El Partido Popular Europeo (PPE), de tendencia conservadora, ha roto el acuerdo democrático proeuropeo entre los grupos conservadores, socialdemócratas y liberales de esta Cámara, gracias a la conducta irresponsable de su líder de grupo, Manfred Weber", afirman en un comunicado.
Los socialdemócratas se mantienen firmes: no están dispuestos a aceptar un canje que incluya a un miembro ajeno de la mayoría acordada, es decir mantienen su veto a Fitto y el qué pasará después es terreno desconocido. La consigna es clara, la formación de la rosa es firme contra la entrada de la extrema derecha a uno de los altos puestos en el Ejecutivo comunitario.
La Comisión Von der Leyen nace herida antes incluso de arrancar. Lo que ha ocurrido esta semana es un aviso a navegantes: la coalición que aupó en julio a Von der Leyen sobre la mayoría democrática pro-europea se agrieta. Los populares se acercan cada vez más a posiciones más radicales a su derecha. La primera resolución del Parlamento Europeo para reconocer a Edmundo González como presidente de Venezuela fue prueba de ello. Y el apadrinamiento del EPP de Fitto y Varhelyi es otra señal más de que si incluso salvan este escollo in extremis, la confianza entre las fuerzas de la gran coalición está rota y será muy difícil alcanzar acuerdos en este clima de desconfianza y traiciones.
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