Opinión
Los oportunistas de la explotación
Por Laura Berja
Portavoz de Igualdad en el Congreso por el Grupo Parlamentario Socialista
La guerra de Putin contra Ucrania es ya hoy uno de los episodios más negros de la década. La verdad que es arriesgado decirlo con esta contundencia, puesto que una década da para mucho y, además, los últimos años se están convirtiendo en una constante de acontecimientos nefastos. Dicho esto, repito, la guerra de Putin contra Ucrania será uno de los episodios más negros de la década.
No hay ningún tipo de atenuante a la masacre deliberada de civiles, no hay estrategia política admisible ante la invasión de un territorio. Las secuelas de las guerras siempre son dolorosas, quienes las sufren nunca salen ilesos.
Sin embargo, las guerras se convierten en una oportunidad para los explotadores y violadores de mujeres. Una oportunidad para aquellos que esperan a las mujeres en las fronteras de los países limítrofes con Ucrania para aprovecharse del drama que están sufriendo y engañarlas ofreciéndoles una supuesta salida. La macabra salida que les ofrecen son redes de explotación sexual. Es una violación tras otra que perpetuarán hombres que lloran la guerra de día y violan a las ucranianas por la noche.
Ya tenemos noticias de que estos explotadores están actuando. Las ONGs empiezan a informar a las mujeres de los riesgos a los que están expuestas cuando salen de Ucrania. Es muy doloroso salir huyendo de la violencia y que lo que te espera en la frontera sea aún más violencia.
La violación es un arma de guerra. Las mujeres y niñas han sido recluidas en los conflictos armados para ser violadas en campos de concentración de mujeres por propios y ajenos. Recuerdo con dolor el capítulo de monólogos de la vagina de Eve Ensler dedicado a las mujeres de Bosnia, no puedo dejar de pensar en las historias de las llamadas “mujeres del consuelo” o “mujeres del confort”, esclavas sexuales en la Segunda Guerra Mundial engañadas por el ejército imperial japonés con la promesa de una vida mejor que acababan muriendo en condiciones miserables o se suicidaban porque no podían soportar más el dolor de las vejaciones que sufrían.
Cuando empieza una guerra hay quien solo piensa en las bombas. Yo también pienso en las violaciones de mujeres. Pienso en todas aquellas mujeres que en su huida serán violadas, todas aquellas que para poder comer sufrirán violencia. Y sí, nada de esto pasaría si no hubiese hombres que pagan por violar a mujeres. Si, de una vez por todas, quedase claro que los discursos complacientes con la prostitución encubren la explotación sexual de mujeres y niñas.
España es el primer país en demanda de prostitución de Europa, según la ONU. Los que intentan captar a las mujeres en las fronteras de Ucrania para explotarlas sexualmente les prometen un supuesto trabajo digno en nuestro país. Muchas ucranianas llegaran a España y lo que esperan de nuestro país es protección. Sin duda vamos a ser un país ejemplar en nuestro compromiso con los refugiados ucranianos, pero estaremos fracasando si los que pagan por prostitución de mujeres lo siguen haciendo. Y es que sin demanda de prostitución no hay trata, ni prostitución, ni mujeres ucranianas explotadas sexualmente. Lamentarse contra la guerra es hipócrita cuando pagas por violar a las refugiadas que vienen de los países en guerra.
En este tema no es posible la equidistancia, abolir la prostitución es un deber de primer orden mundial.
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