Opinión
El nuevo franquismo en redes que manda a las mujeres a casa
Por Ana Bernal Triviño
Como parece que poco importa lo que está pasando contra las mujeres y la reacción en contra de nuestros derechos, haré un repaso a lo que ha sucedido con una trascendencia relativa y, a veces, casi nula. Lo más grave, un padre que mató al bebé de su expareja, y varios crímenes contra mujeres por parte de sus exparejas hombres. Pero ya sabemos que nuestros asesinatos nunca son el trending topic y ni siquiera tema de debate. Como mucho, se comparte la noticia por Twitter, más por postureo que por compromiso.
El punto de partida del artículo de hoy viene de hace unos días cuando un diputado de Vox, Mariscal, hizo en el Congreso una defensa de la dictadura de Franco porque “gracias a las redes sociales, muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura como nos vende este Gobierno. Que la dictadura franquista fue un periodo de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional”. Y se preguntarán qué tiene que ver esto con las mujeres. Pues prácticamente todo y mucho.
Porque sin apenas prestar atención, toda esta capa de fascismo y de reacción conservadora está en contra de los derechos de las mujeres, sin que nadie se esté inmutando. Se da por natural que los derechos conseguidos por las mujeres están más que consolidados, cuando comprobamos día tras día es que se ponen en cuestionamiento. Y si no, recuerden el programa electoral de Vox.
Lo lamentable es que el diputado de Vox tiene razón con “gracias a las redes sociales muchos jóvenes están descubriendo”. Lo que estamos descubriendo es la manipulación de la historia en las redes sobre la dictadura, del franquismo y la mujer en aquella etapa.
La juventud toma por referentes a un grupo de youtubers, tiktockers y demás fauna que es absolutamente machista y que lleva años emitiendo contenidos donde se dice que las feministas son unas exageradas en contra de los hombres y que viven en una dictadura. Y lo peor es que hay juventud que ha comprado ese mensaje y no tiene vuelta atrás. No será porque no hemos avisado. Otra cosa es que, como siempre, lo que decimos las feministas entra por un oído y sale por otro.
El caso es que esta gente ha sabido aprovechar ese hueco de las redes sociales para llegar a una juventud que no tiene memoria histórica. Y muchísimo menos memoria histórica feminista. Pero hace años ya advertimos de que había una Agenda Europe financiada y organizada con lobbies interfiriendo hasta dentro del propio Parlamento Europeo. Una agenda en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con mucho empeño. Es que estos tipos han venido al Senado con ideas como no al aborto ni siquiera tras una violación y que haya terapias para personas homosexuales.
Piensen en un recopilatorio de lo visto en los últimos días porque no es nada casualidad. Tenemos a la ultraderecha envalentonada en el Congreso honrando a la propia dictadura o diciendo a otra diputada “que se tome la pastilla”, porque ya sabemos que las mujeres siempre estamos locas y no tenemos certeza en nada de lo que decimos. Pero, aparte de eso, recuerden: una campaña promocional de repente en el centro de Madrid dedicada a las familias numerosas, un verano donde se ha honrado la figura de Roro, una tradwives que vive de un perfil que ni ella se cree en Instagram y, de guinda, la cumbre anti-aborto y antifeminista en pleno Senado. Es decir, destinar parte de recursos públicos para discursos que van en contra de nuestra propia Constitución y leyes. Y hacen estas cumbres porque buscan mandarnos a parir y a quedarnos en casa, todo por amor y vendiéndolo como revolucionario frente al “feminismo inquisidor”. Y una parte de la juventud se lo cree. Y de los adultos que convencen a esa juventud.
Por cierto, esta cumbre estuvo autorizada por el Partido Popular. De hecho, un alto cargo del Gobierno cántabro del PP fue ponente. Y el dirigente honorífico de la fundación es el ex ministro del Partido Popular, Jaime Mayor Oreja. Un espacio muy bien financiado con representantes de Meloni, Miley u Orban, lo mejor de cada casa, que dicen sin pudor que el Gobierno y el feminismo impulsan la “cultura de la muerte”.
Pero aquí no pasa nada. Porque somos nosotras las que parimos, las que nos mandan a casa, a las que impiden abortar, a las que cuestionan lo que decimos y reivindicamos, a las que nos apuñalan, nos matan a tiros o a golpes como si no pasara nada. Aquí no ocurre nada porque es a nosotras a las que nos va la vida, frente a una panda que viene a por todas. Y, a veces, la pena es que otros, que dicen no ser de ultraderecha, aplauden y se suman cuando se activan campañas contra el feminismo desde la mentira y la manipulación. Eso sí, con mucho postureo y fachada.
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