Opinión
Madrid no es de derechas
Por Manu Castro, Marga Ferré y Carlos Sánchez Mato y Sol Sánchez
Madrid no es de derechas.
En la historia reciente de nuestra Comunidad hay muchísima gente que se ha dejado la piel para que vivir en un lugar mejor y más habitable. Madrid está llena de personas, cientos de miles, que han dedicado y dedican su tiempo y sus energías a combatir injusticias. En las asociaciones vecinales que luchan por dignificar los barrios y las vidas de aquellos y aquellas que son invisibles para las élites, en los sindicatos y grupos organizados de trabajadores y trabajadoras que defienden nuestros derechos, en el feminismo organizado que ha llenado las calles demandando justicia y en las movilizaciones y manifestaciones más grandes de la historia de España contra la guerra y contra la intolerancia.
En Madrid surgió y creció el 15-M, un clamor de indignación que recorrió el mundo y en las ciudades y pueblos de Madrid, del sur, del este, de la sierra ha habido y hay miles de personas que luchan por sus pueblos, sus servicios, por cuidar su entorno, por mejorar nuestra vida en común. Estamos orgullosas y orgullosos de nuestra región y de sus gentes que ni se rindieron en el pasado, ni lo van a hacer ahora, porque Madrid no es de derechas, a pesar de que el PP y Vox hayan ganado las elecciones.
Madrid es mucho más.
Por ese “mucho más” es por lo que las personas que firmamos estas líneas, presentamos una candidatura a la I Asamblea de Izquierda Unida de Madrid, con ideas y experiencia, con muchas ganas y más ilusión. Porque el momento es ahora.
Nos encaminamos a un ciclo político que empeorará aún más las condiciones de vida de la mayoría de los madrileños y madrileñas. No en vano quienes nos miran desde arriba, volverán a intentar salir de esta crisis aupándose sobre los hombros de los que vivimos de nuestro trabajo, de los de abajo. Y lo harán socavando nuestros derechos y esquilmando la sanidad y la educación pública, como ocurrió después de 2008. Si no lo evitamos, Madrid será un lugar donde tener un trabajo bien pagado y con derechos, con buenos servicios públicos y una vivienda asequible será solo posible para unos pocos privilegiados. Pero la historia no está escrita y ni debe, ni tiene que ser así.
Por eso la izquierda ha de repensarse. Hay una necesidad de superar desencuentros y enfrentamientos porque si algo tenemos claro es que desde ahí no se construye, no se avanza, no se mejora. Izquierda Unida de Madrid es parte esencial de esa construcción colectiva y por eso no queremos que sea un partido político clásico, ni una coalición de partidos (ni fue así como la pensó Julio Anguita) sino un movimiento trasversal, participativo y muy democrático.
Queremos una Izquierda Unida en la que cada militante cuente, en la que cada uno de nosotros y nosotras trabajemos por la unidad, desde lo concreto, con nuestra práctica cotidiana, aportando nuestra experiencia de más de 30 años. Sin tutelajes, con crítica y con debate, más democrática, más abierta y útil para nuestra clase y para nuestro pueblo.
Madrid es el laboratorio de la nueva derecha que nos trae la pobreza de la vieja derecha. Nuestro objetivo es convertir ese Madrid oscuro en una Comunidad de referencia para la libertad, la defensa de los derechos sociales y políticos, de la solidaridad, de la convivencia, de la prosperidad sin egoísmo ni corrupciones. Nuestra propuesta es ayudar a tejer y a construir una alternativa al ultra-neoliberalismo de Ayuso que amenaza con convertir a Madrid en una Comunidad donde vivir una vida plena sea cada vez más difícil.
Toca hablar, contar con cada militante que quiera construir, porque estamos convencidas de que en la izquierda del siglo XXI la diversidad es un valor a mimar, para poder escucharnos, aprender y avanzar en una alternativa a la vida precaria que el capital nos ofrece como única salida. Aprendimos de las luchas en muchos frentes que tenemos que priorizar lo que nos une. Y por eso la voluntad de la candidatura que presentamos es ayudar a conseguirlo.
En Madrid no hay un minuto para más cabreos, desencuentros o testosterona. Todo eso acaba en divisiones que solo satisfacen a la derecha económica y política. Y nosotras y nosotros no hacemos política para hacer feliz a la clase dominante. Aprendamos de esa lección que nos da el feminismo cuando nos urge a cambiar la forma de hacer política convirtiendo nuestra organización en un espacio amable para la militancia en el que prime el respeto y la escucha. Tenemos muchas buenas noticias para la gente trabajadora de la Comunidad de Madrid, para la mayoría social que merece una vida que merezca la pena ser vivida.
Estamos orgullosas de formar parte del proyecto federal de Izquierda Unida y queremos que Madrid sea parte importante de ese proyecto colectivo. Estamos orgullosas de formar parte del espacio de Unidas Podemos. Queremos cuidarlo, mejorarlo, democratizarlo y contribuir a que se amplíe. Si algo ha quedado plenamente demostrado en esta última campaña electoral es que el trabajo conjunto de militantes y simpatizantes de IU y de Podemos fue espectacular y enormemente gratificante. La gente desde abajo ha dejado claro a las direcciones políticas que el esfuerzo colectivo es la mejor argamasa para construir un edificio firme. Y ahora toca obedecer a nuestra militancia.
Y para eso queremos democratizar aún más IU, abrir sus puertas y romper viejas dinámicas. Porque queremos trabajar por llamamientos conjuntos, por ensamblar frentes amplios, por hablar con los diferentes para llegar a acuerdos compartidos… Y todos esos verbos los queremos conjugar con muchos otros y otras para frenar la ola reaccionaria y mejorar la vida de la clase trabajadora y las clases populares en nuestra Comunidad, en sus ciudades, barrios y pueblos.
Ese es el centro de nuestra propuesta, con la voluntad -con el optimismo de la voluntad- para la I Asamblea de Izquierda Unida de Madrid, pero que va más allá de sus puertas: queremos ayudar a construir la alternativa para Madrid, tendiendo puentes y, además, hacerlo con alegría, porque si algo tenemos claro es que, si no podemos bailar, no es nuestra revolución.
Porque en Madrid hay futuro y no sobra nadie.
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